Breve historia del Buscaminas
- raulgr98
- 13 feb
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! En las ocasiones anteriores en que hemos hablado de un juego, siempre ha sido en formato físico, la mayoría de las veces de cartas, pero hoy decidí expandirme al terreno virtual, pues nuestra cultura actual es incomprensible sin el videojuego. Sin embargo, antes de adentrarse en el mundo de las consolas, y desentrañar aquellos que tienen complejidad narrativa, consideré pertinente iniciar con uno que me despierta mucha nostalgia, pues fue junto con el solitario el primero que tuve en un dispositivo electrónico.
No creo necesario describirles a ustedes lectores la interfaz del juego, pues es uno de los mecanismos más reconocibles de la informática, pero quizá sea bueno detenerme en las reglas, por si hay alguien que haya sido como yo de niño, que picaba celdas al azar y creía que los números eran un sistema de puntuación. Lo que me atrajo del Buscaminas, una vez que comprendí las reglas, y la razón por la que aún hoy lo juego en ocasiones, es que funciona más como un rompecabezas de lógica que un juego aleatorio. Aunque es casi inevitable el llegar a situaciones en los que la única salida es tomar un riesgo (lo que sin duda representa una inyección adicional de adrenalina), para mí el segmento más divertido es el intermedio, cuando se comienza a hacer una idea del mapa del juego y se pueden hacer conjeturas para ubicar bombas y descartar posibles ubicaciones. Incluso aquellos que no sienten afinidad particular por las matemáticas pueden seguir con facilidad las reglas, y aunque no he visto estudios que lo comprueban, podría afirmar que los sencillos cálculos y deducciones que el juego exige estimulan la actividad cerebral, pues requieren no sólo lógica sino inteligencia espacial.
Hay tres variantes tradiconales (64 casillas y diez minas, 256 casillas y cuarenta minas, 480 casillas y 99 minas), aunque la dinámica del juego es tan sencilla que da mucho margen de maniobra para la personalización, algo que también ha contribuido su permanencia en el tiempo, con tanta influencia que se han hecho infinidad de variantes, versiones físicas e incluso torneos competitivos (el récord de velocidad en nivel difícil corresponde al jugador Kamil Muranski, quien lo venció en menos de treinta y nueve segundos).
Todos estamos familiarizados con el juego, pero ¿cuál es su historia? La triste verdad, que es una buena lección para los que nos interesamos por el origen de las cosas, es que incluso en la era de la tecnología hay misterios sin resolver. La versión que la mayoría conocemos del juego fue patentada con el nombre de Minesweeper en 1990, con un código diseñado por Robert Donner y Curt Johnson, como parte del Microsoft Entertainment Pack (juegos diseñados para sistemas operativos Windows) y que fue incluido de forma gratuita en todos los equipos a partir del Windows 3.11 (lanzado en 1992). Desde entonces formó parte de todos los equipos Windows hasta el Windows 8 (2012), cuando el juego pasó a ser una opción descargable en tienda online, con anuncios. Durante esos más de veinte años de historia, sufrió muy pocos cambios más allá de los cosméticos y de velocidad, siendo la más notable la versión de Windows Vista (2006), que sustituyó las bombas por flores después de una serie de protestas por la insensibilidad del concepto.
Sin embargo, la versión de Windows no puede considerarse del todo el inicio del Buscaminas, pues hay al menos dos precedentes que se han atribuido la idea original: Mines, diseñado por Tom Anderson para Unix en 1987 y Mined-Out, creación de Ian Andrew para ZX Spectrum en 1983. Andrew en particular ha acusado a Microsoft de haber copiado su concepto e interfaz, afirmación que nunca se ha podido probar. Más aún, en 2014, Curt Johnson, uno de los desarrolladores de Buscaminas, admitió que había “tomado prestado el diseño” de otro juego, pero negando categóricamente que fuera Mined-out, declaró no recordar el nombre. Dado que los setentas y ochentas fueron décadas de mucha experimentación en la informática, en la que la mayoría de los juegos no salía de los círculos de los propios creadores dada su poca viabilidad comercial, que el verdadero origen del Buscaminas haya sido un juego independiente, de una existencia y difusión muy reducidas, es muy probable. De hecho, una teoría a la que yo suscribo es que la razón por la que es tan difícil de rastrear, incluso para la memoria del jugador confeso, es porque se trataba de un programa que se originó en la Unión Soviética, en las etapas finales de la Guerra Fría.
En efecto, nunca sabremos con certeza el origen de uno de los juegos de computadora más populares de todos los tiempos, pero su legado es innegable: por un lado, ayudó a los usuarios a familiarizarse con el mouse, dispositivo que no se extendió ampliamente en el mercado hasta 1983, y por otro que el propio Bill Gates afirmó haberse vuelto adicto al juego tras el lanzamiento, y fue la afición de él y el público general a éste y el Solitario (otro juego temprano muy popular) que Microsoft decidió invertir seriamente en un programa de entretenimiento, lo que eventualmente llevaría al X-Box. La historia de la guerra de las consolas que siguió es fascinante, y digna de contarse en otra ocasión, pero por hoy basta decir que el impacto cultural, tecnológico y económico del videojuego, y la facilidad casi intuitiva de las nuevas generaciones para la computación (que desde chicos daban click en el mouse para jugar) sólo fueron posibles gracias a un humilde pero adictivo sistema de juego.
Hasta el próximo encuentro…
Navegante del Clío
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