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Diario web (parte 1/4)

¡Bienvenidos pasajeros! Pensé que podría acomodar mejor mi agenda pero hoy ha sido uno de mis días más atareados desde la pandemia, y apenas en este momento me he podido sentar a escribir. Es por eso que, como ya pudieron leer en las publicaciones de redes sociales, durante todo este mes habrá un cambio en la programación. El relato, que lentamente se ha convertido en una de las secciones más populares del blog, se publicará los días viernes, y durante todo junio la sección "De todo un poco" se convertirá en un breve diario de las actividades que consumirán tanto tiempo estas semanas, además de contestar cada jueves una o dos preguntas que pueden dejar en los comentarios de estas publicaciones, o a través de redes.


En junio tendré la oportunidad de colaborar en varios proyectos como parte de mi retribución social antes de concluir una beca que tuve la fortuna de obtener. Tras buscar varias áreas de oportunidad que tuvieran relación con mis intereses, gracias al Ayuntamiento de la ciudad donde resido pude comenzar hoy una experiencia que me pareció en extremo gratificante, de las que les contaré hoy:


Como parte de sus actividades culturales, el Centro Recreativo de mi ciudad organiza muchas actividades para la recreación y esparcimiento de adultos mayores, que incluyen pero no se limita a artes plásticas, teatro y música. Iniciando hoy y por cuatro sesiones semanales, se me permitió estar a cargo de uno de estos grupos para dar un taller de mi elección, y decidí uno de narrativa y memoria, cuyo objetivo, en pocas palabras, es proporcionarle a los participantes de algunas herramientas para que puedan recuperar, compartir, y eventualmente escribir sus memorias.


En esta primera sesión, para activar el pensamiento creativo, realizamos dos ejercicios de creación conocidos como "cadáver exquisito" con resultados sobresalientes: todos los participantes mostraron iniciativa, y la mayoría un buen dominio de la descripción, con el sentido del humor de un par una sorpresa muy grata. Posteriormente, leímos de forma colaborativa un texto de Ángeles Mastretta y, tras discutirlo, establecimos las bases (tanto similitudes como diferencias) en la relación entre la escritura y la memoria. Después de encargar los trabajos para la próxima sesión, fue por la insistencia de los alumnos que, superando mis propios temores, participé en una actividad a cargo de otro tallerista, una actividad de danza, y celebré con ellos la alegría general que produjo dicha activación física, además de escuchar su retroalimentación.


¿Con qué me quedo de esta primera experiencia? La docencia me ha gustado por mucho tiempo, pero no exagero al decir que estas dos horas me produjeron un alegría como casi ninguna frente a un grupo. Pese a ser varias generaciones más joven que los estudiantes, ellos en todo momento se comportaron con respeto, y mostraron un entusiasmo por aprender que sólo había visto en niños.


En el ejercicio de lectura, más de uno experimentó complicaciones, algunos por vista cansada, otros por falta de práctica, pero ninguno se negó a participar, y el grupo los impulsó a terminar la lectura con una combinación de empatía y sentido del humor. Aunque, como en todos los grupos, hubo miembros con más opiniones que otros; ninguno permaneció toda la sesión en silencio, y tengo la suficiente experiencia frente a grupo para poder afirmar que, incluso cuando no podía verlos porque estaba concentrado en mi propia lectura en voz alta, todos pusieron atención. Cuando encargué trabajo para sus hogares, ninguno protestó, todo lo contrario, hicieron preguntas encaminadas a poder realizar la actividad de la mejor manera.


Por respeto a la intimidad de los participantes del taller no divulgaré aquí detalles, pero quedé conmovido porque todos se tomaron un momento para despedirse de mí y agradecerme por la sesión, y más de uno se detuvo a contarme experiencias personales, una confianza que yo aprecio. Es la primera vez que trabajo con adultos mayores, y aunque he podido enseñar a jóvenes excepcionales, debo decir que éste se encuentra entre mis mejores grupos. Aunque consciente de su edad, este grupo me sorprendió con su energía y su voluntad, y son la prueba de que nunca se es tarde para perseguir nuevos intereses, cumplir metas y aprender cosas nuevas. Están deseosos, no sólo de escuchar, sino de ser escuchados, y celebro que aún existan los espacios para que puedan expresarse. Lo único que espero es estar a la altura de lo que esperan.




Y la pregunta de la semana es:


¿Por qué no reseñas algunas de las series y películas que ves?


Esta es una buena pregunta, y a la persona que la hizo le consta que he dejado algunas cosas de lado. La respuesta obedece a tres causas:


Un primer criterio para no cubrir algo es el timing. Salvo un par de excepciones, todo lo que cubro en las reseñas de los lunes tiene menos de seis meses de su estreno, por lo que hay un sentido de novedad en reseñarlas. Gran parte de mi tiempo lo dedico a ver series y películas más antiguas, que aunque las vea por primera vez, no serían pertinentes en una sección llena de estrenos. Eso me pasa sobre todo con las series, pues hay algunas que simplemente no tengo tiempo para ver hasta que dejan de ser relevantes, o el coordinar tiempos con las personas con las que las veo ocasiona enormes retrasos en la visualización.


Un segundo criterio es que, pese a que Navegante del Clío me ha ayudado a tener más confianza para expresar mis opiniones, aún hay ocasiones en las que decido evitar controversias. Aunque creo que me he vuelto más valiente cuando se trata de defender lo que me gusta, pese a estar en la minoría; no disfruto de la negatividad, menos aún cuando estoy consciente de que algo que no disfruto representa algo especial para otros. Es por eso que en algunas ocasiones, sobre todo series que he dejado inconclusas o películas que se consideran nuevos hitos culturales, prefiero que los lectores crean que no las he visto (aunque hay otras, como Tar y Triángulo de la tristeza, nominadas al Oscar el año pasado, que genuinamente no he tenido oportunidad de ver).


El tercer motivo, al que pertenece la serie que originó esta pregunta, es que aunque disfruto mucho compartir opiniones sobre cine, literatura, televisión y demás; quiero evitar sentir las reseñas como un trabajo, o creer que debo hacer pública toda mi vida. Es por eso que hay algunos contenidos que prefiero experimentar de una manera más íntima, verlos (ya sea solo o en compañía) de una manera más relajada, sin preocuparme por pensar en la crítica posterior.




Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío




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