El atractivo del mar
- raulgr98
- 19 nov 2022
- 2 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! Trataré de ser breve esta noche, y nuevamente me disculpo con ustedes por la tardanza, yo espero que a partir de la próxima semana pueda ser un poco más regular en las horas de publicación. En esta ocasión únicamente quiero enlistar las razones por las que el tema de la semana marítima, que hoy concluimos, fue seleccionado, y quizá sean las mismas por las que este espacio fue bautizado con el nombre que lleva.
Incluso si no nos adentramos en el océano, de los cuatro elementos clásicos, el agua siempre ha sido mi favorito. Voluble, capaz de crear tormentas pero también de acariciar la piel, misterioso y adaptable, veloz pero constante; siempre me he sentido atraído por el agua pues sentir su presencia en mi piel logra serenarme incluso en las peores circunstancias, como un amigo reconfortante.
Me inclino a pensar que no soy el único, y esa es la segunda razón por la que el agua es tan importante. Históricamente hablando, son muy pocas las grandes ciudades que no se han construido cerca de un río, la costa o algún otro manto acuífero. El líquido vital no sólo nos sostiene, sino que fue vital para el surgimiento de las civilizaciones y el desarrollo de estas no puede entenderse sin estudiar el comercio marítimo, el riego y la guerra naval. Como ejemplo, remito a uno de los grandes textos de la historiografía reciente: El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en tiempos de Felipe II, de Braudel, un estudio de como la política, la economía y la cultura giró en torno a un espacio geográfico, que precisamente es marítimo.
Pasando al arte, y específicamente la literatura, el mar siempre ha representado aventura, pero sobre todo libertad. El océano ofrece a todos una oportunidad para escapar, para transformarse, para probarse a uno mismo y las infinitas posibilidades del oleaje me remiten también a todos los posibles futuros de una vida, en la que cada quien puede escoger su propio rumbo.
Finalmente, quiero rescatar también el símbolo del barco. El navío tiene dirección y marca un camino en medio de la incertidumbre, el símbolo por excelencia de la travesía, pero también simboliza algo más: condenados a estar confinados en un mismo espacio durante mucho tiempo, enfrentándose a unas condiciones que pueden ser bastante peligrosa, llegar a buen puerto depende totalmente de la comunicación y colaboración de los integrantes de la tripulación. En los días antes de los transportes modernos, el barco desafiaba las barreras naturales y permitió no sólo abusos y tragedias por desgracia, sino la conexión y el intercambio de conocimiento y experiencia.
Así, tengo la esperanza que Navegante del Clío se convierta en un espacio donde podamos compartir, intercambiar, un lugar donde la comunidad pueda refugiarse de las inclemencias del mundo aunque sea por un instante. La travesía nunca acaba, pues es la Historia misma, pero el mar es la vida, peligrosa mas no menos excitante, tan inmensa que es natural temerle, pero cuya libertad también puede ser reconfortante si tenemos el valor de tomar el timón y trazar la ruta a seguir.
Hasta el próximo encuentro....
Navegante del Clío
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