Grandes escenas en malas películas: El mundo perdido
- raulgr98
- 29 may
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! Hace mucho tiempo utilizé esta sección para hablar de una buena escena en una mala película, y hoy quiero recuperar ese concepto. Jurassic Park es una franquicia muy especial para mí, incluso aunque admito que sólo la primera se puede considerar una buena película (encuentro cierto valor de entretenimiento en otras, pero sus narrativas no son defendibles). Y de todas las cintas “malas” de Jurassic Park, la que menos me gusta volver a ver, porque es de los mejores ejemplos de talento desperdiciado, es la segunda entrega, llamada “El mundo perdido”.
Es en verdad una película muy frustrante por que, con Spielberg detrás de la cámara, no está excenta de secuencias excepcionales a un nivel técnico, pero es el guion lo que no la ayuda. La escena que discutiremos hoy, de menos de diez minutos, revela el talento del director para montar una secuencia, pues logra ser una de las escenas más tensas de toda la franquicia, y casi no salen dinosaurios en pantalla.
Como el resto de la película, el detonante de la escena es la indefendible estupidez de los personajes, lo que hace a esta película difícil de ver. Nick (Vince Vaughn) y Sarah (Juliane Moore) cometieron el error de llevar una cría de T. Rex herida a su remolque, estacionado junto a un acantilado, aún sabiendo que eso atraería a los padres, y Malcolm (Jeff Goldblum) llega a advertirles apenas unos instantes antes que los dinosaurios adultos. La cámara tarda en revelar a los padres, prefiriendo construir atmósfera con el excelente diseño de sonido de la película y el golpe de efecto de ver una de las camionetas del equipo siendo arrojada con fuerza por el risco.
Tras un intento desesperado, e inútil, de apaciguar a los dinosaurios regresando a la cría, los padres comienzan a empujar el remolque con intención de despeñarlo, y la maestría de la dirección es que desde este punto, y hasta la resolución de la escena, la audiencia no vuelve a ver a los T. Rex, pues está tan atrapado en el remolque como los personajes. Menos es más, es un dicho popular, y la secuencia lo aplica haciendo notar la presencia de las criaturas sólo con el sonido y el efecto que tiene su carga contra el vehículo: el remolque temblando, los objetos cayendo y los tres personajes batallando para conservar el equilibrio, hasta el momento en que el vehículo queda colgando del despeñadero, con cada momento de terror antes de la caída acentuado por una excelente banda sonora de John Williams.
Si uno ve un detrás de cámara, descubrirá que gran parte de la escena se realizó de forma práctica, pues Spielberg decidió suspender un remolque del último piso de un estacionamiento, utilizando un sistema de poleas y enormes máquinas de lluvia para simular la atmósfera de la escena. Pese al entorno nocturno, la secuencia en ningún momento pierde claridad, y todos los elementos en el set están perfectamente cuidados para que la audiencia pueda detectar los posibles riesgos, y se llene de tensión.
Una vez que el remolque queda suspendido, la puerta del vehículo se abre y la audiencia puede ver la caída mortal. Los personajes tratan de aferrarse a lo que pueden, y el compromiso físico de los actores es clave para darle realismo a la situación. Una vez que el personaje de Juliane Moore pierde su agarre, no cae al vacío sino que impacta contra una superficie de vidrio, y es entonces cuando llegamos a la que es sin duda la mejor toma de toda la cinta, las pequeñas grietas en el cristal esparciéndose con lentitud alrededor de las manos y rodillas del personaje.
Lo que siguen son los dos minutos más tensos de toda la cinta, pues involucra a los tres personajes realizando esfuerzos sobre humanos contra reloj: Sarah debe mantenerse quieta para no acelerar el rompimiento del vidrio, pero eso implica permanecer impotente ante una caída que parece inevitable, Malcolm debe descender a rescatarla sin comprometer el equilibrio del vehículo, que aún puede terminar de despeñarse, y Nick debe, sin soltarse, alcanzar un objeto pesado que está por caer, lo que rompería el cristal. Los cortes entre los tres personajes no son rápidos, sino que cada vez que cambia de perspectiva la toma es lo más lento posible, para que la audiencia tenga tiempo de procesar el terror de la situación, y el uso de la toma amplia vertical para conectar a los tres actores, y la caída, es brillante. La secuencia se resuelve en un instante, apenas perceptible, y esa rapidez en contraste con la lentitud del planteamiento, es lo que permite que no se libere la tensión en lo que en otra cinta sería el momento climático, pues Spielberg decide alargar la escena.
No hablaré mucho de los últimos minutos de la secuencia, pues creo que pese a su buena ejecución no hay tanta maestría técnica como en la primera mitad, pero es una resolución efectiva que permite darle a la escena una estructura completa de tres actos. Involucra la llegada de un cuarto personaje, Eddie, el mejor de toda la película, interpretado por Richard Schiff, y se centra en sus esfuerzos por subir al trío del risco, antes de que el remolque termine de colapsar, en otro excelente montaje contrarreloj y el único donde a uno de los personajes se le permite tener un momento heroico. La secuencia concluye con el regreso de los T. Rex y una toma que, aunque bien ejecutada, siempre me ha parecido de mal gusto pero que por ser el primer deceso de la película es clave para poner en marcha la trama después de un primer acto un tanto aletargado.
Hasta el próximo encuentro…
Navegante del Clío
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