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La muerte y la brújula

¡Bienvenidos pasajeros! Me quedé a dos capítulos de terminar una serie, así que para no darles una reseña incompleta realicé un enroque en la programación, y por esta ocasión iniciaremos la semana con la lectura recomendada. Esta decisión, adelantar en lugar de retrasar una sección, representa una subversión de expectativas, muy discutido los últimos años en el cine, y hoy quiero comentar una lectura reciente, que es uno de los mejores ejemplos que he visto, el cuento de Borges: La muerte y la brújula.


Claramente enmarcado en el género detectivesco (de hecho, menciona a Dupin, primer personaje de este tipo de relatos, en un guiño intertextual), el inspector Lonnrot se obsesiona con resolver tres crímenes cuya única conexión parece ser una referencia al misticismo judío en las escenas del crimen.


A un nivel simbólico, este relato contiene muchos de los temas y alegorías que interesaban a Borges, sobre todo en sus ensayos: hay menciones a laberintos, a la teología (sobre todo el estudio del Antiguo Testamento) y a las paradojas matemáticas (sólo lo onírico está en su mayor parte ausente, si bien una alusión a la reencarnación cierra el cuento), pero estructurados de tal forma que la reflexión no le resta fuerza a la narrativa (por el contrario, tiene un acento irónico que comentaré en la conclusión).


El tono y el tema podrían chocar, y sólo es gracias a la agilidad del autor que la disonancia no es demasiado: si bien la narrativa es ágil y casi llega a ser jocosa, desde las primeras palabras, aunque restándole importancia, Borges anticipa a la audiencia al trágico final que se avecina y el carácter fanfarrón e ingenuo del protagonista. Sin embargo, en la segunda sección el escritor aprovecha su formación como ensayista y la estructura tradicional del género para presentar un misterio de un modo tan interesante, planteando múltiples tramas y una intriga compleja, apoyándose en un amplio trasfondo cultural que rodea los asesinatos, que es fácil olvidar la declaración al inicio y penetrar en la historia, lo que vuelve aún más subversiva la revelación final, pese a ser una que podía intuirse en la primera página.


Existe el detective, el némesis que actúa desde las sombras, y al menos al inicio un acompañante (desdeñado por el protagonista, pese a la efectividad de su lógica), así como todos los elementos para construir un sólido misterio (conexiones vagas, motivos indescifrables, una carrera contra el tiempo, un juego de intelectos basado en la investigación de códigos secretos), que por sus condiciones parece que inspiró a muchas novelas posteriores (tres o cuatro homicidios en puntos geográficos con algún significado simbólico). Sin embargo, aunque en ese sentido es un relato sorprendentemente realista para el autor, coquetea con el elemento fantástico, sobre todo en sus descripciones de tiempo y espacio. En la segunda categoría, si bien las descripciones que el narrador hace de la ciudad parecen ajustarse a Buenos Aires, los nombres de todos los personajes remiten a Europa del norte, por lo que ubicarla en un país resulta complicado. En cuanto al tiempo, como es costumbre para el escritor argentino, funciona en múltiples niveles: está el religioso, el del detective y el del narrador, e incluso uno metafísico, como si la pelea entre Lonrot y Scharlach rebasara el plano terrenal, como parece afirmar la actitud despreocupada del detective en el desenlace de la obra.


Pese a ser una historia de crimen, el sentido del humor es sorprendentemente constante, pues los personajes reaccionan con algarabía a las nuevas revelaciones, en una arrogancia que es muy divertida de leer, pero la revelación final es que es Borges quien se ha reído de nosotros al jugar con nuestras expectativas, pero no de una manera cruel, pues al sembrar las pistas de su engaño nos convierte no en víctimas si no en cómplices. En ese sentido, deseo concluir con lo que me parece el juego más brillante del cuento: el fracaso del detective se debe a sobre pensar el misterio, y tratar de encontrar una complejidad intelectual en lo que inició como un crimen mundano. Por supuesto que existía una intriga, pero esta fue realizada a posteriori, y encontrar la respuesta más sencilla hubiera evitado la trampa. Asimismo, quizá nosotros podamos encontrar el verdadero significado si afrontamos nuestras lecturas como un placer en primer lugar, y no torturándonos con una profundidad quizá errada.



  • Título original: La muerte y la brújula

  • Autor: Jorge Luis Borges

  • Año de publicación: 1942





Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío

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