Las notas del miedo
- raulgr98
- 27 oct 2023
- 3 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! Cuando pensamos en las cosas que nos dan miedo, casi siempre son referentes visuales (cuadros, películas, etc.) o verbales (cuentos, novelas). Puede que en ocasiones sean cuestiones más abstractas, que no se pueden procesar. Sin embargo, hay temores que son tan instintivos, que asumimos de manera inconsciente a través de los sentidos. El día de hoy quiero comentar una de ellas, que el teatro y el cine han explotado por el último siglo: la música.
¿Les ha pasado que, viendo una película, una parte de la banda sonora les pone los nervios de punta? En la mayoría de las ocasiones, cuando sientan eso es por las mismas tres notas, que nos hemos entrenado históricamente para asociar con la muerte y el miedo. Se trata del Dies Irae. Lo más curioso, es que aunque el sentido original de la melodía se ha perdido y resignificado, lo seguimos asociando con su origen.
Lo que hoy conocemos como Dies Irae en su origen es un poema del siglo XIII, que se le atribuye a Tomás de Celano. El poema es una narración en verso sobre la llegada del Juicio Final (Dies Irae, dies illa, solvet saeclum in favilla se traduce como será un día de ira, un día en que el mundo se reduzca a ceniza). Sin embargo, originalmente era únicamente un texto. Sin embargo, un siglo después, en Roma, se comenzó a acostumbrar que el texto se cantara en las misas de Réquiem (difuntos), para lo que se compusieron distintos cantos de estilo gregoriano.
Aunque eventualmente la iglesia católica removió el cántico de las liturgias, en las composiciones de réquiem clásicas (una de las más famosas la de Mozart de 1791) se siguieron usando, cambiando las melodías y ritmos pero conservando el recurso antinatural del cántico (sobre todo las seis primeras notas, que siguen una escala de ascenso y descenso). Eventualmente, letra y melodía se disasociaron y llegamos a ejemplos como la Sinfonía Fantástica de Berlioz (1833), que pierde las referencias al Juicio Final pero conserva la atmósfera tétrica en la composición.
De esta manera, la melodía (sin la letra) comenzó a usarse en óperas para representar lo macabro, lo maligno y lo oscuro. En esta forma, fue adoptada por compositores para, en pocos acordes, causar incomodidad en el oyente, recurso que después se trasladó al cine (e incluso al teatro musical, como veremos en la publicación del domingo). A veces agrega tensión a una secuencia de acción, otras antecede a la introducción del villano o la muerte de un héroe, jugar con las expectativas del espectador y en otras es usado como una indicación sutil que algo es peor de lo que parece a simple vista. El dies irae es por lo tanto uno de los mejores ejemplos de transmisión cultural, pues aunque su significado e implementación ha cambiado a lo largo del tiempo, se ha conservado como una unidad de significado claro.
¿Por qué? Creo que la música tiene una facultad que ninguna otra forma de expresión tiene, y es que apela a las emociones más viscerales al poseer una mayor capacidad interpretativa, y en lo que se conoce como aprendizaje sensorial, hemos sido entrenado para reconocer ciertos sonidos y asociar un sentimiento con ellos. El poder del Dies Irae radica en que, aunque casi nadie sabe que es un poema sobre el Juicio Final, cantada en misas de réquiem, todos lo asocian con uno de los miedos más primitivos y universales de la Humanidad: a la muerte.
Los dejo con una liga a varios videos de Youtube que compilan varios ejemplos, y espero que les divierta y les sirva para reflexionar cómo la música tiene un código de significado muy especial del que todos formamos parte, aunque a nivel inconsciente.
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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