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Resultados inciertos, caminos abiertos

¡Bienvenidos pasajeros! Retrasé mucho la publicación de hoy, esperando poderles dar una buena noticia que aguardaba. Por desgracia, no pudo ser. No quiero entretenerlos con detalles, pero parte del proceso es decir lo que pasa por mi mente.


Hace poco, un maestro al que estimo habló de los segundos lugares que se sienten como primeros, y aunque hablaba con cierto grado de satisfacción, en estos momentos impera la frustración. es lo que impera, y aunque por las condiciones del certamen, ni siquiera estoy seguro de haber obtenido un segundo lugar, puedo asegurar que había más potencial dentro de mi trabajo del que fue reconocido.


Sin embargo, este no es el momento de hablar de mí, por más que haya originado toda esta discusión. Por el contrario, quiero presentar tres observaciones sobre el proceso que experimenté, que pueden ayudar a mejorar la experiencia por la que muchos atravesamos.


A. Sobre la transparencia de criterios

Entiendo que la calidad es algo subjetivo, y creo que el anonimato de los miembros del jurado, con la respectiva falta de contacto con los participantes que de éste emana es clave para la transparencia de un certamen. Aun así, las barreras y múltiples etapas de un concurso tienen un lado negativo: resulta prácticamente imposible por un lado, prepararse para los elementos que van a tomar en cuenta al evaluar; y por el otro, obtener una retroalimentación y valoración que muchas veces es aún más importantes que el resultado. Perder no debería ofender a nadie, es parte natural del participar en estos procesos, pero no debería quedar uno en la incertidumbre de qué hizo un trabajo mejor que el propio, al menos a ojos de los jueces.


B. Sobre las categorías demasiado amplias

Sin importar mi opinión sobre el trabajo premiado, que consideraron superior en la primera fase, quiero ser muy claro en algo: no tengo más que absoluto respeto por los ganadores de sus respectivas primeras fases en las otras categorías, que no lograron imponerse en la segunda, de carácter general. Quizá motivado por la frustración, mi pensamiento inicial fue ¿de verdad no hubo nadie, en ninguna otra categoría, que realizara un mejor trabajo que mi contrincante? Pero creo que la situación va más allá de eso, y revela una problemática más importante: si compiten entre ellos tantos trabajos diferentes, de categorías que carecen de estructuras y metodologías homogéneas ¿cómo es posible decidir cuál es la mejor? Por buena y diversa que sea la formación de un jurado, obligarlos a elegir entre trabajos cuyos puntos en común son difusos en el mejor de los casos es una tarea que roza lo imposible. ¿Cuáles serán los criterios? ¿Algún juez será víctima inconsciente de los prejuicios hacia un género o disciplina con la que no está familiarizado? Si no delimitamos con cuidado las características de los participantes, y nos aseguramos que las similitudes sean más que las diferencias, nos encontraremos ante rivales que difícilmente se puedan comprender.


C. Sobre la interdisciplinariedad

Entre más lo pienso, más me cuesta entender cual fue la superioridad del ganador sobre mi trabajo. No encuentro ningún motivo, salvo uno. Sin afán de vanagloriarme, pues estoy consciente de mis debilidades, creo que es importante denunciar una verdad innegable: muchas academias, la Historia incluida, se han vuelto autocomplacientes, aisladas, con miedo a ser desafiadas. Tal vez suene en exceso arrogante, pero no puedo desprenderme de la sensación que el jurado en la primera fase escogió un tema cómodo, tradicional, sin duda con sus puntos fuertes, pero algo que no desentonaría con una larga historia de énfasis en lo regional, en el archivo, en los métodos conocidos. El no detenerse a considerar algo que se atreve a tocar la interdisciplinariedad, una ambición caótica pero necesaria, me parece la razón por la que nuestra ciencia está en crisis, algo que he comentado muchas veces con anterioridad, y ayudar a resolverla es el camino que he intentado seguir, pese a lo controversial que resulte.





Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío

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