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Glee

¡Bienvenidos pasajeros! No creo que los gustos culposos deban existir, pues nadie debería tener el derecho de juzgar los criterios de los demás, y en un mundo mejor no habría que sentir vergüenza por algo tan simple como el entretenimiento que se disfruta. Sin embargo, debo confesar que en un mundo de expectativas y estándares a los que apegarse, si bien pudo con mucha facilidad decir cual es mi película, mi libro o incluso mi canción favorita, por años quedaba mudo cuando me preguntaban por una serie. Durante la mayor parte de ese tiempo, genuinamente creía no tener una respuesta, pero una reflexión en estas vacaciones me llevó a descubrir que quizá siempre lo supe, pero que creyendo que debía inclinarme por dramas complejos, o thrillers filosóficos, me mentía incluso a mí mismo; pues aunque Glee dista mucho de ser uno de los mejores programas, es al que regreso constantemente, y que me ha marcado de tal manera que sigo disfrutándolo pese a todo.


Glee, la historia de un club de coro para inadaptados en una escuela preparatoria, se transmitió en la cadena Fox de 2009 a 2015, reuniendo un total de 121 episodios divididos en seis temporadas. Creada por Ryan Murphy, Brad Falchuck e Ian Brennan, tuvo un elenco extenso, que se renovó continuamente, pero entre los miembros que estuvieron involucrados en las seis temporadas se incluyen Lea Michele (Rachel Berry), Chris Colfer (Kurt Hummel), Matthew Morrison (Will Schuester), Kevin McHale (Artie Abrahams), Naya Rivera (Santana Lopez), Jenna Ushkowitz (Tina Cohen-Chang), Amber Riley (Mercedes Jones), Mark Salling (Noah Puckerman), Dianna Agron (Quinn Fabray), Heather Morris (Britanny Pierce), Harry Shum Jr. (Mike Chang), Jayma Mays (Emma Pillsbury) y Jane Lynch (Sue Sylvester). Cory Monteith (Finn Hudson) formó parte del elenco principal hasta su fallecimiento en 2013, mientras que Darren Criss (Blaine Anderson), Chord Overstreet (Sam Evans) y Dot-Marie Jones (Shannon Beiste), quienes se incorporaron en la segunda temporada, lograron también convertirse en favoritos.


La reputación de Glee, casi diez años después de su finalización, es infame por decir lo menos, y varias películas y series (algunas de las cuales me parecen incluso inferiores) se ha mofado abiertamente de ella. Uno pensaría que un show que atrae día con día más críticas, pese a los esfuerzos de un reducido pero aún activo grupo de fans, sería una decepción crítica también, por lo que a algunos les sorprenderá saber que acumuló durante su duración 194 nominaciones a premios y 78 victorias, incluyendo un premio SAG, 4 Emmy's y cuatro Globos de Oro, concentrándose la mayoría en sus dos primeras temporadas. Aunque los ratings disminuyeron progresivamente con cada temporada, y se fueron en caída libre a partir de la cuatro, retuvo suficiente atención para renovarse por más de 100 capítulos y su soundtrack sigue resurgiendo esporádicamente en Itunes, llegando a ocupar listas de más vendidos durante la transmisión original. Otro de los ejemplos que esta serie fue muy popular en algún momento, es la sorprendente cantidad de estrellas invitadas, tanto de cine y teatro como de la esfera musical que logró amasar, lo cual si bien en ocasiones distrajo del elenco principal, atrajo mucha atención de la crítica (Neil Patrick Harris y Gwyneth Paltrow ganaron premios por sus roles, mientras que Kristin Chenoweth, Kate Hudson e Idina Menzel fueron nominadas).


Creo que es importante para apreciar algo reconocer también sus defectos, pues Glee tomó algunas decisiones creativas que ni yo podría defender, y en años recientes acusaciones de toxicidad en la producción francamente dan miedo. A un nivel creativo, la dirección e iluminación, salvo en los números musicales, es de las más planas que he visto en una serie de presupuesto medio, muchas de las relaciones románticas se volvieron tan complicadas que perdieron el encanto y el guion muy pocas veces logra establecer un buen balance entre lo absurdo y lo sincero (las historias de Brittany en la temporada 4 y Sue en la sexta son quizá los peores ejemplos de esta tendencia). Muchos creen que la caída en desgracia del show se debió a que la historia nunca pudo recuperarse de la muerte de Monteith, y este sin duda fue un factor, pero las debilidades se encuentran desde la temporada anterior. Glee es uno de los mejores ejemplos del síndrome de la cuarta parte, que ha dado mucho de que hablar recientemente si se aplica a franquicias como el UCM: la mayoría de las historias están diseñadas para contarse en una estructura de tres actos, lo que también afecta a las series de televisión, es muy común que la mayoría de los arcos e historias principales se resuelvan al final de la tercera temporada, en la que con frecuencia miembros importantes del elenco abandonan la producción. Aunque en el caso de Glee la mayoría de sus actores continuaron en el show en un rol disminuido, su cuarta temporada sufrió una fuerte crisis de identidad al no poder decidir si enfocarse en los estudiantes que se habían graduado o aquellos que permanecieron en la escuela, siendo el resultado que todos los capítulos tuvieron que dividirse en dos locaciones desconectadas, y rellenar el elenco con una segunda generación que nunca alcanzó la misma popularidad que la primera fue una decisión desafortunada en el largo plazo.


Una crítica que nunca entenderé, por otro lado, es el de las actuaciones. Sí, son hiperbólicas, las caracterizaciones son contradictorias (algo que afecta sobre todo a los personajes adultos) y hay diálogos que no se pueden describir de otra forma más que terrible, pero los hombres y mujeres encargados de llevarlos a bordo logran hacer lo mejor que pueden con el material. A los personajes, en su mayor parte superficiales, se les da la suficiente personalidad para que puedan tener arcos narrativos que se extiendan por temporadas completas, y aunque muchas de sus actitudes son inmaduras, crueles y reprehensibles el elenco le impregna suficiente carisma para que su presencia, y la posibilidad de crecimiento, sea no sólo tolerable sino incluso agradable (resulta paradójico, en ese sentido, que algunos de los "villanos" se volvieron más populares que la pareja protagónica). Aunque no todos los chistes dan en el blanco, este es más un problema de escritura, pues en las seis temporadas los actores tienen un timing cómico casi impecable. La mutable dinámica de grupo es genuina, y creo que se le debe dar mucho mérito al elenco, sabiendo lo que ocurría detrás de escenas, que lograran comunicar de forma creíble la amistad de sus personajes. Sí, la trama es absurda, pero había cierto encanto en lo genuino de esta, sobre todo en las primeras tres temporadas (y en menor medida en la última), con algunos momentos que, pese a las fallas de la serie en su conjunto, me atrevería a colocar dentro de los mejores de la televisión. Aunque hubo algunos intentos en la cuarta temporada donde el intento de provocar shock fue demasiado, cuando la serie se quería poner seria (como su conversación sobre la homosexualidad en la segunda temporada o el episodio de suicidio en la tercera) podía llegar a ser muy efectiva, pues no todo el show es la farsa que quienes no la han visto creen que es. Sobre todo a partir de la segunda temporada, la historia de Kurt (Colfer) se convirtió en el ancla emocional de la serie, y su relación con su padre (Mike O'Malley) es uno de los elementos que más recuerdo, pues este es uno de los mejores padres que he visto en el entretenimiento popular.


El otro elemento más importante para el éxito de Glee, que creo que es la verdadera razón por la que me gusta tanto, es la música. Más allá de lo que haya ocurrido en el set, y si algunos miembros del elenco fueron desaprovechados, no se puede negar que la producción logró encontrar talentos vocales increíbles, y es en los números musicales donde la dirección brilla más, con una planeación cuidadosa de muchas de las coreografías, y un intento de darle propósito narrativo a la selección de canciones (incluyendo algunos capítulos homenaje). Aunque se incluyeron muchos géneros, dos fueron los que con más frecuencia se incorporaron a la serie: el pop, incluyendo el pop-rock, un estilo de música que en lo personal disfruto mucho, y temas de obras musicales, que como sabrán siempre he defendido, y creo que la labor que hizo la serie de acercarlas a un público más amplio a través de la televisión es algo que no se debe demeritar. No todos los números son excepcionales, pero la inmensa mayoría son muy gratos al oído, y hay un puñado que incluso llegan a igualar a las versiones originales, y el sorprenderme de tanto en tanto escuchando en Youtube o Spotify covers del elenco fue lo que me decidió a comentar esta serie.


Otra de las razones por las que Glee ha estado en los últimos días en mi mente es porque me involucré en un debate en twitter sobre si, más allá de su calidad, había dejado una huella cultural. Lo que descubrí en mi investigación posterior, es que la popularidad de la serie ayudó a que más alumnos se inscribieran a programas de arte en sus escuelas, lo que salvó a muchos de la extinción en una era de sequía presupuestal, y muchas asociaciones le llegaron a acreditar a la serie la formación de jóvenes activistas que fueron clave para la legalización del matrimonio igualitario en varios estados del país del norte. El mensaje de Glee es explícito, básico, totalmente desprovisto de matices y sutilezas, pero si puede ayudar a aumentar un poco la empatía en etapas básicas de la formación, creo que ese es un legado positivo.


Mi ranking personal de las temporadas la tendrán el 1° de febrero, pero quiero concluir hablando de por qué, pese a estar consciente de sus muchos defectos, y no tener ningún a quienes la desteten, sigue siendo especial para mí. Salvo un par de capítulos aislados que vi con mi papá, y que recuerdo disfrutar, me perdí su transmisión original, y eso es algo que lamento, pues mi experiencia en secundaria fue una muy difícil, y creo que sentirme identificado con personajes en pantalla habría sido muy útil. Por otra parte, verla hasta varios años después tuvo un enorme beneficio, en tres momentos clave: y es que fue mi novia quien la reintrodujo en mi vida, y el adentrarme de su mano en algo nuevo, que parecía hecho para mí pero que no había descubierto, ayudó a afianzar el inicio de una relación, que siempre es la parte más difícil, y estoy seguro que si no hubiéramos compartido este ritual, lo que hoy tenemos no sería tan fuerte. Después fui yo el que se la mostré al resto de mi familia, y creo que es la única vez que yo introduje un entretenimiento a la dinámica familiar que no fue abandonado por ningún miembro, y que no desató debates sino intercambios y mejor comprensión uno del otro. El tercer momento, la última vez que vi la serie completa, fue cuando decidí enseñarsela a tres amigos de la universidad, en uno de mis momentos de valentía en el que decidí abrazar mis gustos. Uno la abandonó, y otro la terminó por su cuenta, pero con el tercero establecí una dinámica de ver la serie que me ayudó a conservar mi cordura en los primeros momentos de la pandemia, que me afectó gravemente a un nivel psicológico; y si algo tan simple como un programa donde jóvenes cantan y bailan por cuarenta minutos puede mejorar tus relaciones, aliviar tu estrés y hacer que sonrías rememorando al pasado ¿por qué debería avergonzarme de disfrutarla?




Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío



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1 comentario


Glee es la mejor serie que he visto, todo me encantó. La empecé a ver cuando estaba a punto de terminar la tercer temporada, entonces las temporadas sucesivas fueron especiales para mí.

En lo particular, el elenco nuevo de la temporada cuatro me gustó mucho por la dinámica con los personajes antiguos y las historias individuales, es una lastima que cortaran su participación.

Te felicito! Gran análisis de la serie.

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