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Scott Pilgrim

¡Bienvenidos pasajeros! En mi reseña del día de ayer, comenté que el tono de la película no me parecía el más adecuado para la trama, y es que muchas veces me cuesta conectar con la energía de Edgar Wright, y tiendo a disfrutar sus películas más convencionales. Sin embargo, existen sus excepciones, y hoy comparto mi opinión sobre una de sus cintas más extravagantes e hiperbólicas, pero que de alguna manera funciona.


Estrenada en 2010, Wright co escribe el guion con Michael Bacall, y dirige uno de los mejores ensambles recientes (muchos de los cuales ganarían reconocimiento y notoriedad), que incluye a Michael Cera ( Scott Pilgrim), Mary Elizabeth Winstead (Ramona Flowers), Ellen Wong (Knives Chau), Kieran Culkin (Wallace Wells), Anna Kendrick (Stacey Pilgrim), Aubrey Plaza (Julie Powers), Brie Larson (Envy Adams), Alison Pill (Kim Pine), Satya Bhabha (Matthew Patel), Chris Evans (Lucas Lee), Brandon Routh (Todd Ingram), Mae Whitman (Roxy Ritcher), Keita Saito (Ken Katayanagi), Shota Saito (Kyle Katayanagi) y Jason Schwartzman (Gideon Graves). Pese a recibir críticas en su mayor parte positivas, fracasó en taquilla, aunque ha recibido un seguimiento de culto en años más recientes, incluyendo un exitoso reestreno.


Clasificada como una comedia romántica de acción, la película se desarrolla en Toronto, mismo lugar donde fue rodada (gran decisión, pues le da una ambientación que la separa de otras locaciones urbanas), sigue a un “perdedor”, a falta de una mejor palabra, que queda prendado de una chica nueva en la ciudad (pese a ya tener una novia, menor de edad), pero para conquistarla deberá vencer a una liga formada por siete de sus exparejas, muchas de las cuales tienen poderes especiales.


Si el concepto suena bizarro, es porque lo es, pero Wright es el director adecuado para esta tarea: gracias a una extensa labor en storyboard, que resalta en el trabajo final, la influencia de la novela gráfica es notable, y el guion aprovecha la naturaleza episódica de la trama para darle una estructura similar a un videojuego, tanto en el ritmo como en la estética (los elementos animados estilo arcade son excelentes); resultando en una película que ha sido descrita por algunos críticos han descrito como transmedial: está basada en un cómic, pero usa a su favor las estrategias narrativas del cine y la dota de un espíritu de “videojuego” más fiel que la inmensa mayoría de adaptaciones de estos, resultando en un estilo híbrido de tres géneros; aumentados por una viva paleta de colores, icónico diseño de vestuario y peinado, un ritmo vertiginoso y un sólido trabajo de efectos especiales, que combina elementos tanto de CGI como live-action.


En ese mismo sentido, la música es un aspecto fundamental para el éxito de la cinta, parte intrínseca de su identidad. Sin ser un musical, la banda sonora de Nigel Godrich marca la pauta del tono con sus fuertes influencias rock, haciendo un trabajo de caracterización más sólido que el del mismo guion; y el segmento de la batalla de las bandas es por mucho mi favorito de toda la película, y en mi opinión donde más brilla el estilo contemporáneo y juvenil de Wright, con pantallas divididas, efectos rápidos y cambios de angulación.


En cuanto a los distintos géneros que la trama sigue, el menos efectivo es para mí el romance, en gran medida debido a que Ramona es el personaje que recibe menos desarrollo (falla que la reciente serie animada supera con creces), pero su exploración dramática en el tercer acto, en paralelo a Knives (una metáfora nada sutil de la liberación de la masculinidad tóxica) le da cierto gravitas a una cinta que, hasta ese punto, no se tomaba mucho en serio. Por otra parte, la acción es excelente gracias a una combinación entre espectáculo (la lucha con los gemelos es el referente inmediato), música, artes marciales e incluso un homenaje final a los duelos de espada del cine clásico (elevado con influencias al anime). Sin embargo, para mí el aspecto más exitoso de la película, que la hace tan fácil de revisitar, es el sentido del humor, uno que normalmente no conecta muy bien conmigo, pero que en este caso logra conectar la inmensa mayoría de los chistes, gracias por un lado a que encajan a la perfección con la estética de la película, que juega con la sátira y el absurdo incluso en su paleta de colores, y por el otro al compromiso de los actores, que caminan la cuerda floja entre una actitud cínica y sarcástica, pero tomándose totalmente en serio el papel, por exagerado que sea.


Absolutamente todos los personajes, incluso los más secundarios, resultan memorables gracias a su diseño y al carisma de los actores, creo que todos brillan en el aspecto cómico de la cinta, con Culkin y Plaza siendo especialmente divertidos con un sentido del humor muy seco; y Brie Larson robando foco en sus relativamente cortas escenas (el cameo de Bill Hader como "la voz" también es excelente. En cuanto a los villanos, algo que disfruté de la estructura narrativa es que cada uno es derrotado de una manera distinta, permitiendo ver facetas diferentes de los personajes (el ingenio, el trabajo en equipo, etc.), pero creo que al que más disfruté, dado que involucra al mejor chiste de toda la película, es al interpretado por Brandon Routh. Mención aparte merece el protagonista, pues creo que el guion toma una decisión consciente de hacerlo explícitamente una persona cuestionable moralmente, si no es que explícitamente antagónica, lo que permite que su proceso de maduración sea evidente, y en sí misma una crítica y comentario a la falta de propósito de la juventud: sin dar muchos detalles, que el arma que le permite al protagonista imponerse en el clímax no sea el del amor romántico es el núcleo de la exploración temática de la cinta, una decisión sin la cual el resto de la trama se desmenuza.


El tratamiento de la cinta del aspecto fantástico es uno genial, innovador pues es raro que se trate en el cine de Hollywood: desde el primer momento se presentan elementos mágicos (usar la mente de alguien como atajo para hacer entregas, por ejemplo, o las habilidades sobrenaturales de algunos personajes) o de ciencia ficción (chips de control mental el más famoso de ellos), en un entorno completamente urbano, que los personajes aceptan con total naturalidad, y que el guion no siente la necesidad de explicar en ningún momento. Los personajes no se encuentran particularmente asombrados por lo que ocurre alrededor de ellos, pero la cinematografía permite que la audiencia sí conserve esa capacidad, y acepte las reglas no dichas de un universo a la vez mundano y maravilloso. No quiero decir más, pues creo que una reseña escrita no le hace justicia a una ejecución que en papel puede sonar simple o incluso absurda, pues este es una de las mejores pruebas de como un estilo visual único y una identidad narrativa bien definida pueden elevar cualquier historia.




Hasta el próximo encuentro...


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