Rent
- raulgr98
- 29 jul
- 5 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! Hay canciones tan buenas que trascienden el medio para el que fueron escritas, y adquieren una vida y legado propios. Seasons of love es una de ellas, y con justificada razón, pues es una reflexión muy hermosa sobre la vida, y como ésta se mide en el impacto que dejamos en las personas. Escuchada en graduaciones, desfiles y funerales; adaptada por cantantes como Stevie Wonder y programas como Glee y The Office; es una de las canciones más importantes de la historia del teatro musical, pero tiende a eclipsar la obra que la generó, de la que hablaremos el día de hoy.
La gran obra de Jonathan Larson, quien falleció la noche antes del pre-estreno (lo que motivó al elenco a modificar de imprevisto la estructura de la obra, moviendo Seasons of Love al inicio del segundo acto como homenaje al compositor, lugar que retiene en montajes posteriores), la obra sigue la vida de ocho jóvenes (el documentarista Mark, el músico Roger, la stripper Mimi, el maestro Tom, la percusionista drag Angel, la actriz Maureen, la abogada Joanne y el casero Benny) durante un año en el East Village (Nueva York), lidiando con la pobreza, la drogadicción, la sexualidad y sobre todo la creciente crisis del VIH-SIDA, reflejando los miedos y experiencias del propio Larson, quien vio a muchos de sus amigos morir jóvenes por la epidemia (él mismo fallecería a los treinta y cinco, pero no de la enfermedad, sino de un problema cardiaco). Una de las obras más longevas de Broadaway, fue nominada a diez premios Tony, de los cuales ganó cuatro, Mejor musical, actor de reparto para Wilson Heredia y dos premios póstumos para Larson por libreto y banda sonora.
Un montaje que sólo puede ser descrito como ecléctico, que tardó seis años en completarse, en el que las inspiraciones del Nueva York contemporáneo y la ópera italiana del siglo XIX se combinan (está basada en un original de Puccini); y la energía del musical es acreditada como clave para atraer a la juventud al teatro de nuevo, pues la dirección tomó inspiración de los videos musicales. El set logra el equilibrio entre minimalista y barroco, con un fondo sobrecargado, pero casi sin elementos distintivos, resultando en un escenario tan caótico como la vida de sus protagonistas, sin cambios escénicos, pues las transiciones se logran con un excelente diseño de iluminación. Otras incorporaciones importantes a nivel visual es la presencia de los músicos arriba del escenario, con instrumentos como guitarras eléctricas y baterías, y una coreografía frenética y compleja, que logra dar énfasis a la juventud e incertidumbre de los personajes.
La energía de la trama es infecciosa y logra balancear el fuerte elemento trágico de la obra (cuatro de los ocho protagonistas tienen VIH o SIDA) con un gran sentido del humor, con el que conecté mucho, que permite que la desesperanza nunca sea demasiada para romper al espectador, y un clímax que, si bien agridulce, es reconfortante de alguna extraña manera. Los miedos existenciales de los personajes de no lograr dejar un impacto tras la muerte son un gran eje temático, que apela a muchos de nosotros, incluso aquellos que no tienen aspiraciones artísticas. El aspecto de las penurias económicas y la crisis de los "homeless", así como la drogadicción permanecen más en el fondo, pero son abordados de una forma abierta, solidaria y polifacética.
El elenco de la obra es pequeño en comparación con otras producciones de la época, pues por deseos del creador, el ensamble sólo está integrado por siete personas, quienes interpretan a todos los personajes secundarios, resultando en sólo quince personas en el escenario. Sin embargo, gracias a la coreografía y la dirección, el montaje logra convertir el escenario en una Nueva York llena de vida, en la que coexisten vagabundos, vendedores, bohemios y policías (quienes, para mi sorpresa, no fueron caracterizados todos de forma negativa). Al principio, creí que no iba a poder conectar con la trama de la historia, pues el estilo de vida bohemio, con el que se identifica la mayoría de los protagonistas, es uno que yo no comparto, pero grata fue mi sorpresa cuando descubrí a ocho personajes polifacéticos, que más allá de la edad y ciertas afinidades ideológicas son radicalmente distintos tanto en sus motivaciones como en sus conflictos y defectos (incluso vienen de distintas clases sociales, lo que informa su caracterización), y el libreto no tiene miedo de condenar algunas de sus tendencias más destructivas sin que por esto pierdan carisma. Cada miembro de la audiencia conectará con un personaje distinto de Rent más que con otros, pero es la química y dinámica grupal la que eleva toda la historia, con arcos de desarrollo sólidos (en particular el de Benny, quien es uno de los mejores antagonistas del teatro musical, sin descender a la villanía); y tres relaciones románticas que se toman su tiempo para construirse (en ese sentido, si bien el teatro siempre ha sido mucho más abierto que otros medios, celebro la total naturalidad con que se aborda que dos de dichos romances sean LGBT).
Concluyo, como es usual, con mi opinión de la banda sonora, más allá de su tema más icónico. Con influencias del rock y del pop, las canciones son en extremo contemporáneas, y pese a no ser cantado en su totalidad tiene un número impresionante de canciones, sumando cuarenta y siete. Muchas de ellas duran poco más de un minuto, pero son utilizadas de forma experta para dar exposición y reflejar el paso del tiempo de una forma orgánica y atractiva al espectador (los voice mail son un gran ejemplo de esto). De los números más extensos, no es de sorprender que Take me or leave me sea la segunda canción más popular de la obra, puesto que tiene el mejor ritmo, y pese a ser una canción de ruptura es sorprendentemente empoderadora. Mi personaje favorito fue sin duda Roger, y es quizá por eso que gravité hacia sus solos, One song glory conectó en especial conmigo. Without you y el reprise de I'll cover you son también excepcionales, mientras que What you own es más relevante incluso hoy que en el momento de su composición y Goodbye love es probablemente la pieza más compleja de toda la obra, musicalmente hablando. Por último, no se puede menospreciar el gran impacto emocional que tuvieron Will I? y Your Eyes dentro de mí, dejándome la primera al borde de una crisis y la segunda construyendo un poderoso clímax.
Dejar algo detrás de nosotros es una de nuestras motivaciones fundamentales como especie, motiva aspectos de nuestra vida que van desde la religión hasta el arte. Puede ser nuestra principal fuente de angustia, pero también nuestro mayor consuelo. Rent, en ese sentido, es un musical importante pues nos recuerda que no tenemos forma de saber la huella que dejaremos, pero que nuestro impacto puede ser mayor del que creemos.
Año de estreno: 1996
Música: Jonathan Larson
Letras: Jonathan Larson
Libreto: Jonathan Larson
Dirección: Michael Greif
Elenco original:
Anthony Rapp (Mark Cohen)
Adam Pascal (Roger Davis)
Daphne Rubin-Vega (Mimi Márquez)
Jesse L. Martin (Tom Collins)
Wilson Jermaine Heredia (Angel Dummott)
Idina Menzel (Maureen Johnson)
Fredi Walker (Joanne Jefferson)
Taye Diggs (Benjamin Coffin III)
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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