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Alien

¡Bienvenidos pasajeros! En esta publicación un poco tardía regresamos al origen de la franquicia Alien con la primera entrega, titulada en Latinoamérica como "El octavo pasajero" y aún hoy considerada una de las mejores películas de horror y ciencia ficción jamás realizadas (la secuela, igual de icónica, ya fue cubierta en este espacio).


Estrenada en 1979, la cinta es dirigida por Ridley Scott y escrita por Dan O'Bannon, con un pequeño elenco integrado por Sigourney Weaver (Ripley), Tom Skerritt (Dallas), Ian Holm (Ash), Yaphet Kotto (Parker), Veronica Cartwright (Lambert), Harry Dean Stanton (Brett), John Hurt (Kane), Helen Norton (voz de Madre) y Bolaji Badejo (Alien). Aunque tuvo una recepción crítica inicial mixta, fue un éxito en taquilla y fue nominada a dos premios Oscar (ganando Mejores Efectos Visuales). Retomando la estructura de los relatos de casa embrujada (personajes atrapados en un espacio confinado), la historia sigue a la tripulación de la nave Nostromo, que tras un misterioso accidente descubre que un extraño ser ha encontrado su camino en la nave.


Muchos olvidan que la criatura tarda mucho tiempo en aparecer en pantalla, y el ritmo en el primer tercio de la película es bastante lento. Sin embargo, creo que esta es la mayor virtud del guion: no sólo ayuda a la audiencia a familiarizarse con el Nostromo como locación y los personajes, sino que ayuda a construir ambientación. La nave ya es un espacio oscuro y decadente antes de que la tripulación entre en contacto con la criatura, lo que junto con una cinematografía que aprovecha muy bien los espacios sombríos, genera incomodidad en el espectador. Incluso una vez que el monstruo se involucra en la trama (después de un shock inicial que es para mí la escena más icónica del cine de horror), la dirección muestra bastante mesura al no convertir la cinta en un espectáculo de acción, limitando las apariciones del alien (no se ve completo hasta el tercer acto) en favor de construir expectativas con la cinematografía, cargar cada escena en corredores de tensión y construir de manera metódica y deliberada los sustos, usando como recurso lo que la audiencia no puede ver (ruidos, sombras y una excelente secuencia que involucra sensores de rastreo) más que lo que sí ve.


El elenco es excelente, y pese a que cada uno de los personajes (salvo uno) tiene relativamente pocos minutos en pantalla, el ensamble es memorable. El diálogo es ingenioso y ágil, creando dinámicas complejas entre la tripulación (hay amistades, rencores, alianzas, etc.), que en conjunto con la química de los actores vuelve a la historia inmersiva, es sumamente creíble que la tripulación lleva años trabajando juntos. Sigourney Weaver e Ian Holm, por razones obvias para los que han visto la película son los que dejan una impresión más memorable, y la actuación de Veronica Cartwright fue muy alabada en su época, pero todo el elenco es sólido y creo que en particular Yaphet Kotto es infravalorado. Sin embargo, la que para mí es la clave del éxito de estos personajes (y por lo tanto de la película) es que aunque toman decisiones erradas producto del miedo y la falta de información, no se trata de un grupo idiota y en todas las escenas toman una decisión lógica basada en el contexto en el que se encuentran.


El diseño de producción es espectacular para construir atmósfera, sin llegar a ser excesivamente complejo. Más allá de la criatura, el set más complejo es la nave estrellada en el planeta lejano (Scott usó niños vestidos de astronautas para lograr comunicar la escala de la maquinaria) que cumple su labor de introducir sutilmente elementos de trama y dar al espectador el primer susto de la película. Sin embargo, el elemento más importante a nivel visual es que genera interrogantes que la cinta nunca responde, y mantener el aura de misterio alrededor de la vida alienígena aumenta la sensación de horror. Los efectos especiales, en su mayor parte prácticos (incluyendo un impresionante androide) ayudan a aterrizar la película con una crudeza incómoda que le ha permitido a la película conservar su vigencia.


En ese mismo sentido, aunque gran parte del crédito del éxito de la película se debe al guion y la dirección, el principal responsable del estatus de la película es H.R. Giger, quien diseñó a las criaturas. El alien, llamado posteriormente xenomorfo, es quizá el monstruo más famoso surgido en el cine y esto se debe a que todos sus elementos (en las tres fases presentadas en la película) están diseñadas para incomodar: la falta de ojos elimina la posibilidad de la criatura de transmitir emociones o empatía, la piel fría y ondulada parece artificial, casi mecánica, y elementos como la doble mandíbula y sobre todo la sangre ácida implican precisión y poder el matar. Las similitudes con símbolos fálicos en el diseño son intencionales, y el guion no es sutil al comparar visualmente la violencia del alien con la violencia sexual (hay metáforas explícitas de violación, acoso y partos obligados), que el personaje principal sea una mujer mencionada en diálogo como sexualmente activa (tiene una hija y sostiene una relación con uno de sus compañeros), el antagonista humano tenga una caracterización similar al de un depredador sexual (posee pornografía y su método de asesinato es la asfixia) y la primera víctima sea un hombre (lo que vuelve aún más perturbadora la secuencia, pues la violación a hombres no era algo común en el cine de la época), permite un análisis interesante sobre las metáforas de la cinta (el clímax sucede con el personaje en ropa interior, empoderándola en su momento más vulnerable).


Aunque la connotación sexual es clara, el otro gran tema de la cinta es el conflicto de clases. Los personajes en su mayor parte pertenecen a la clase obrera (por especializada que parezca) con el diseño de vestuario una referencia a los camioneros del Estados Unidos medio, y un equipo claramente anticuado, y el diálogo los pone quejándose constantemente de la falta de beneficios económicos por su trabajo (salvo por el agente corporativo y el oficial científico, quienes gozan de un claro mayor estatus social). Aunque el alien es el responsable material de todas las tragedias de la trama, un punto evidente del guion es asignar responsabilidad a la anónima corporación para la que los personajes trabajan, que no le da el mayor valor a la vida humana, que considera prescindible en favor del desarrollo científico y la ganancia económica).


Si se analizan en conjunto los dos temas, así como el diseño de producción, la intención de Ridley Scott y su equipo es evidente: para esta cinta, es el mismo capitalismo el que deshumaniza tanto a la clase obrera como a las mujeres. El resultado es una película más compleja de lo que se le da crédito, que triunfa porque además es una de las más efectivas piezas de tensión y claustrofobia que Hollywood jamás creó.






Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío

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