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Black Bird

¡Bienvenidos pasajeros! Si ayer la publicación versó sobre la memoria lejana, la de hoy nos remonta al pasado lejano, pues comentaremos una de las últimas producciones que es estrenó antes de que Navegante del Clío zarpara: Black Bird.


Estrenada en 2022, la serie de seis capítulos (de hecho, es de las pocas series de streaming que ocupa de manera efectiva este número tan corto de capítulos) se estrenó en Apple TV y fue escrita por un equipo dirigido por Dennis Lehane, con la dirección a cargo de Joe Chapelle, Jim McKay y Michael R. Roskam. Protagonizada por Taron Egerton (Jimmy Keene), Paul Walter Hauser (Larry Hall), Sepideh Moafi (Lauren McCauley), Greg Kinnear (Brian Miller), Jake McLaughlin (Gary Hall), Robert Wisdom (Edmund Beaumont), Joe Williamson (Carter), Tony Amendola (Vincent Gigante), Melanie Nicholls-King (Amelia Hackett) y Ray Liotta (James Keene). Muy bien recibida por la crítica, fue nominada a cuatro premios Emmy, de los cuales ganó dos (incluyendo Actor de reparto para Hauser).


Basada en hechos reales, la historia sigue a un condenado por narcotráfico (Egerton) al que se le ofrece un indulto si logra obtener suficiente información de un presunto feminicida (Hauser) antes del juicio de apelación de este. En ese sentido, la mayor virtud de esta serie es la construcción de tensión, pues construye de manera metódica los desafíos y plazos de la historia (en un estilo conocido como "bomba de tiempo") para que cada escena esté cargada de tensión (de hecho, los dos personajes no se conocen hasta el final del segundo capítulo, en una excelente construcción de anticipación).


De hecho, la relación entre ambos personajes es tan poderosa, que creo que la serie sufre cuando no está ninguno de los dos en pantalla. Si bien en la subtrama policial radica casi todo el empuje narrativo en la primera parte, y tiene grandes escenas en la última, en la parte de en medio parece casi una obligación contractual, y es muy fácil ver como podría reestructurarse en una película. Pese a esas fallas, creo que la serie es muy efectiva al llenar cada escena de intriga, e incluso duda por momentos, y la investigación de los detectives es clave para la construcción del antagonista central.


La dirección es aparentemente sencilla, pero ideal para el género al que la miniserie pertenece: salvo una aterradora secuencia de motín en el cuarto capítulo, la trama se siente más cómoda cuando se concentra en el diálogo y la anticipación del peligro, con una cinematografía y encuadre mucho más íntimos. De hecho, no muestra ningún cuerpo ni homicidio (pese a descripciones vívidas en diálogo), logrando mantener el horror de los hechos sin glorificar la violencia, A nivel técnico, cuando no se concentra en primeros planos de los personajes, la dirección muestra las locaciones como espacios desolados y desesperanzadores, a lo que contribuye una pálida paleta de colores y una sutil pero tensa banda sonora.


El mejor elemento de la miniserie, por mucho, son las actuaciones, de primer nivel, algo fundamental pues la historia depende del diálogo y las expresiones. Si bien casi todas las interpretaciones son contenidas, por las necesidades de los personajes, no muy expresivos dada sus ocupaciones y lugar en la historia, la atención al detalle en sus microexpresiones es precisa (Kinnear, McLaughlin y el fallecido Liotta son especialmente buenos en esto). Sin embargo, los que merecen el mayor mérito son los dos papeles protagónicos, con su eléctrica química: Taron Egerton logra mucho en el papel protagónico, que debe ser a la vez carismático y temeroso, astuto y carcomido por la culpa; mientras que Paul Walter Hauser da una de las mejores interpretaciones en el género como un peligroso antagonista, de voz suave y manierismos torpes, pero que deja revelar su verdadera naturaleza en momentos selectos, sobre todo en el trabajo actoral con los ojos, que quita el sueño al espectador.


Aunque en muchos sentidos Black Bird es un íntimo estudio de personaje, creo que tiene relevancia temática a un nivel macro: la ineficacia policiaca, la casi arbitrariedad al asignar condenas e impugnaciones, así como la injusticia y corrupción en el sistema carcelario son claves para construir tensión y atmósfera, pero creo que la serie realiza importantes comentarios sobre la salud mental (explorada de distinta manera tanto en el protagonista como en el antagonista) y, a través de flashbacks paralelos a otros personajes, una fuerte crítica a la ineptitud de los sistemas familiares del Estado.


El final de Blackbird es uno agridulce, que deja a la audiencia cuestionándose que se necesita para alcanzar la verdadera justicia, y si nuestras acciones son suficientes para alcanzar la redención, y aunque no ofrece respuestas definitivas, creo que las decisiones creativas que toma (un tanto limitadas por los hechos reales) son satisfactorias en un sentido poético y resulta en un drama/thriller que, impulsado por dos poderosas interpretaciones, es de las mejores continuaciones del legado de historias inconclusas como Mindhunter actualmente disponibles.






Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío

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