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Bones

¡Bienvenidos pasajeros! En mi infancia, algunos de mis recuerdos más preciados son sentarme a ver la televisión con mi papá, y dos géneros eran los más constantes: por un lado, los documentales de la naturaleza, y por el otro lado las series peocedimentales (subgénero que consiste en la resolución de un crimen cada capítulo). CSI, Ley y el Orden, Criminal Minds, debí haber visto al menos un puñado de capítulos de todas y cada una de ellas, pero ninguno fue más especial que Bones. Siempre tuvo, desde nuestro punto de vista, el concepto más creativo, las mejores interacciones entre personajes y un muy buen sentido del humor. Fue de las favoritas de mi papá en su momento, y siempre permaneció presente en mi mente, pues muchos aviones y autobuses tenían capítulos en su catálogo y gracias a varios conocidos terminé por volverla a ver casi completa, de forma esporádica. Este año, aprovechando el streaming, comencé a verla otra vez con mi padre, lo que ha sido una experiencia gratificante, y aunque aún no he terminado este segundo recorrido, en la primera mitad de la serie hay un capítulo tan excepcional que dudo mucho que uno de las últimas temporadas lo supere como el mejor capítulo de Bones.


Titulado “alienígenas en una nave espacial”, el noveno capítulo de la segunda temporada fue escrito por Janet Tamaro y dirigido por Craig Ross Jr., y se transmitió por primera vez en noviembre de 2006. La conformación del elenco principal en ese punto de la serie consistía en Emily Deschanel (Temperance Brennan), David Boreanaz (Seeley Booth), TJ Thyne (Jack Hodgins), Michaela Conlin (Angela Montenegro), Eric Millegan (Zack Addy) y Tamara Taylor (Camille Saroyan). Benito Martínez, James McDonnell, Salli Richardson-Whitfield, Charles Mesure y Julie Ann Emery completan el elenco en papeles secundarios. Como el resto de la serie, este capítulo sigue a un equipo de científicos que asisten al FBI en la resolución de homicidios.


Un parteaguas en la historia de la serie, este capítulo es, sino mal recuerdo, el primero en el que el homicida no es descubierto al final del episodio, y también el primer criminal anónimo con un apodo, que se convertirá en oponente recurrente del elenco, en este caso el secuestrador serial conocido como El Sepulturero, cuyo modus operandi para exigir rescate es de las primeras cosas que distinguen a este capítulo, pues logra capitalizar en un terror existencial del ser humano, el despertar tras ser enterrado vivo.


Iniciaré por la primera parte del capítulo, pues no se habla de ella tan a menudo como de la segunda mitad. El hallazgo inicial de los cuerpos, uno de los sellos distintivos de la serie, no es tan creativo o estrambótico como los de otros capítulos (pues el golpe emocional está en el flash forward a la segunda parte del capítulo), pero sí efectivo para introducir al antagonista central, y celebro que más allá de un accidente inicial, se le dedique suficiente tiempo para resolverse de forma satisfactoria. Tratar con víctimas menores de edad siempre es un asunto delicado, sobre todo cuando un padre de familia tiene una escena emocional; pero creo que en este caso la tragedia es narrada con tacto y madurez, sin explotación emocional, y la revelación final sobre el destino de uno de los niños, aunque agridulce, es uno de los puntos fuertes de la temporada, y un ejemplo de cómo se le puede dar mucha caracterización a personajes muertos, aunque sea en sólo dos escenas.


Sin embargo, la razón por la que este capítulo es tan memorable es por su segunda mitad, en la que los personajes de Brennan y Hodgins son secuestrados por el Sepulturero antes de cerrar el caso, lo que resulta en uno de los capítulos más tensos de la etapa temprana de la serie, pues no sólo vidas presentes están en riesgo, sino que el equipo debe correr una carrera contrarreloj para salvar a sus compañeros. Por supuesto que la trama se beneficia de que la serie lleva treinta capítulos explorando las dinámicas de los personajes, con una amistad sólida, pero este episodio genera una situación de crisis que la fortalece; por ejemplo, creo que no es hasta este capítulo que Cam, incorporada al inicio de la temporada, se integra en definitiva al equipo. También en este episodio es donde la relación entre Hodgins y Angela, que llegó a ser casi tan entrañable como la pareja protagonista, tiene avances muy importantes, entrando a la que creo que es su mejor racha dentro de su fase inicial, con interacciones significativas.


Mientras Booth, Cam, Zack y Angela lidian con la desesperación de la desaparición de sus amigos; las mejores escenas del capítulo siguen a Brennan y Hodgins, atrapados en un coche bajo tierra. Desde el primer momento la serie hizo un buen trabajo mostrando la inteligencia de sus personajes, pero es en tramas como estas, en las que se ven totalmente desprovistos de equipos, que sus cualidades brillan. Sin romper con la atmósfera de calamidad que rodea todo el episodio, los protagonistas tienen algunas de las mayores demostraciones de ingenio, que no dejan de sorprenderme pese a que lo he visto ya tres veces, y emparejar a Brennan con Hodgins, quizá la dupla menos explorada de entre el equipo, da muchas oportunidades para construir nuevas dinámicas; en particular alrededor de él, pues el personaje se encuentra herido, y TJ Thyne ofrece la que es quizá su mejor actuación en el rol. La cinematografía, opresiva en la trama A, abierta en la B, en conjunto con la iluminación producen un excelente juego de contrastes, y en una serie que, por el tamaño del elenco, tiende a reducir a uno o dos de sus miembros a un rol menor en cada capítulo, el clímax logra que todos los personajes jueguen un rol clave en la resolución de la trama, con una estructura y ritmo impecables (dado que involucra al elenco principal, la exposición es mínima), lo que resulta en un final satisfactorio pese a que no se descubre al culpable (la secuencia de resolución fue eliminada y la identidad del Sepulturero cambiada, para poder continuar con el personaje en temporadas siguientes).


Cierro con una observación de cómo este capítulo maneja lo que, en muchos sentidos, es el hilo temático conductor de toda la serie, la tensión entre la religiosidad de Booth y el ateísmo racional de Brennan. Aunque en esta ocasión, dada la trama, los personajes sólo comparten dos escenas significativas, pero el tema de la fe es clave en ambas. La primera tiene un cierto humor negra que roza lo ofensivo, pero es una parte importante del crecimiento de la protagonista, que llega a una resolución sutil, pero bella, en los momentos finales del episodio, encontrando un balance perfecto entre reconocer a los personajes y hallar una reflexión espiritual.








Hasta el próximo encuentro…


Navegante del Clío


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