Corazón valiente
- raulgr98
- 10 jul 2024
- 3 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! Ayer se publicó en línea el primer trailer de Gladiador II, y me di cuenta de lo mucho que extraño el cine épico, que otrora dominó Hollywood. Por eso, el dia de hoy comento uno de los ejemplos más emblemáticos de finales del siglo pasado: Braveheart, que logró ser un pilar de la cultura cinematográfica.
Escrita por Randall Wallace, la cinta de 1995 es dirigida y protagonizada (en el papel de William Wallace) por Mel Gibson, quien comparte elenco con Patrick McGoohan (Eduardo I), Sophie Marceau (Princesa Isabelle), Catherine McCormack (Murron), Brendan Gleeson (Hamish), Angus Macfadyen (Robert Bruce), David O'Hara (Stephen) y Peter Hanly (Príncipe Eduardo). un éxito financiero; ganó cinco premios de la Academia de un total de diez nominaciones, incluyendo Mejor Película y Mejor director.
Basada en la vida de William Wallace, el héroe nacional de Escocia, quien de por sí ya es una figura semi-mítica por la falta de fuentes confiables; la película es una muestra de lo que he comentado siempre que comentamos un guion de este género, que la exactitud histórica pasa a segundo plano cuando se trata de construir una narrativa fuerte. Tomando los elementos más básicos de la biografía, la cinta usa al personaje como vehículo para tocar temas de rebelión y libertad, siendo efectiva en mostrar porque la figura se volvió legendaria para su país de nacimiento.
Con casi tres horas de duración, no es una película de un ritmo al que las audiencias modernas estén acostumbradas, sobre todo por un prólogo extendido, pero una vez que la trama arranca, en ningún momento suelta la tensión, con una estructura que permite balancear extensas secuencias de acción sorprendentemente violentas con intriga política, traición y momentos emotivos. Además de la exploración de la libertad como concepto, para lo que el guion aprovecha la estructura del cine patriótico, la historia es arquetípica del héroe trágico de la mitología clásica, contrastándola con las figuras de los personajes políticos; mezquinos, avariciosos y traicioneros, a través de los cuales Gibson enarbola su crítica política.
Mel Gibson no es santo de mi devoción, pero es innegable su talento detrás de cámara, su uso de la toma amplia permite regodearse en las locaciones, con un diseño de producción y de vestuario que no es para nada históricamente correcto, pero es icónico, y realza la empatía del espectador hacia los escoceses manipulando sus propios prejuicios (estos son retratados como más unidos a la naturaleza, tecnológicamente muy inferiores a los ingleses). La dirección no titubea al mostrar la crudeza de la guerra, y el desenlace de la cinta es el balance perfecto entre cruel e inspirador. Las secuencias de las batallas de Stirling y Falfirk están excepcionalmente montadas, y gracias a una impecable banda sonora de James Horner, han pasado la prueba del tiempo y se han sumado a la galería de mejores batallas a gran escala de la historia del cine.
El trabajo de Gibson frente al escenario también es más que aceptable, y gracias a su decisión de canalizar el estoicismo, fortaleza y liderazgo que Charlton Heston y Kirk Douglas hicieron famoso, entrega la que en mi opinión es la mejor actuación de su carrera como un protagónico al que es muy fácil seguir. De los otros personajes, creo que los femeninos dejan mucho que desear, quizá mi mayor crítica al guion (bien interpretadas, considerando el poco material que se les da), pero el rey Eduardo es un gran villano, diseñado para ser el completo opuesto de Wallace, tanto en virtudes como en defectos; mientras que Robert Bruce, en una historia que aprovecha muy bien la escritura arquetípica, resalta como el más moralmente complejo de todo el elenco. Sin embargo son Hamish, el irlandés y el resto de la tropa de Wallace los que para mí son los mejores personajes de la cinta, gracias al tiempo que se le dedicó a volver a "la tropa" personajes con personalidad y motivaciones bien construidas, y es a través de ellos que las victorias y las derrotas logran su impacto emocional.
Corazón Valiente no revoluciona el género al que pertenece, pero es un punto medio entre el tono y ritmo de Espartaco, y el espectáculo de Gladiador; y al ubicarse en la Edad Media, logra ser más cercana a las sensibilidades occidentales sin perder el elemento clásico. Hay más de mito que de realidad en William Wallace, y la adaptación a la pantalla de su leyenda es una prueba de cómo la narrativa puede construir titanes.
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
Comentarios