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Cuestión de tiempo

¡Bienvenidos pasajeros! ¿Cuál fue la última película que los hizo llorar hasta quedarse seco? En mi caso, fue hace unos tres años, que encontré por recomendación una película cuya existencia desconocía. En honor a la verdad, esta semana pensaba cubrir Mean Girls, y el elenco estaba en mi mente, pero por la tarde lagrimee con una película que toca el tema de la paternidad, y al conectar ambas cintas vino a mi memoria esta experiencia muy conmovedora.


Escrita y dirigida por Richard Curtis, la cinta de 2013 fue un éxito moderado en taquilla (gracias a su muy moderado presupuesto), y recibió críticas positivas, si bien algunos encuentran fallas en la lógica de la trama y/o la encuentran demasiado sentimental. La historia sigue a Tim Lake, quien descubre que los hombres de su familia tienen la capacidad de viajar en el tiempo, por lo que usa sus dones para encontrar el amor, ayudar a sus seres queridos y aprender el significado de la vida. El elenco, que combina a veteranos y famosos en ese entonces desconocidos, está encabezado por Domhnall Gleeson (Tim Lake), Rachel McAdams (Mary), Bill Nighy (James Lake), Lydia Wilson (Kit Kat), Tom Hollander (Harry Chapman), Will Merrick (Jay), Lindsay Duncan (Mary Lake), Joshua McGuire (Rory), Richard Cordery (Desmond) y Margot Robbie (Charlotte).


Quizá sea por que me deje llevar por la emoción de la historia, o porque no sea muy bueno para encontrar huecos de lógica en narrativas, pero debo confesar que no encontré muchos problemas con las reglas del viaje del tiempo presentadas por el guion, y salvo un momento que me extrañó, pude disfrutar la historia sin cuestionarme. Es más, creo que una de las limitaciones que trae, por endeble que pueda ser su lógica, produce la mejor escena de la película, y si el resultado de jugar un poco con la lógica es beneficiar la emoción, el ritmo y la trama, yo no encuentro problemas.


La estructura de la película es un elemento que me parece muy peculiar, pues cada segmento tiene un tono distintivo, pero que logran crear armonía unos con otros: la primera parte es la típica comedia de enredos, dónde el protagonista es más inocente, y sus intentos de conseguir citas son los momentos más hilarantes de la cinta. A partir que la presencia del personaje de Rachel McAdams queda consolidada, por un tiempo la cinta se transforma en una comedia romántica tradicional, donde la falta de viajes en el tiempo es compensada con una excelente química entre McAdams y Gleeson. La tercera y cuartas partes, que involucran la relación de Tim con su familia, es la que más pone a prueba el artificio de la trama, y las exploraciones agridulces sobre responsabilidad, decisiones y soltar invitan a la reflexión, mientras que el quinto segmento vuelve redonda la cinta y vuelve explícito su lenguaje.


About time, como es su título original, es un típico ejemplo del estilo de cine británico, y sus diferencias con el norteamericano. Uno que es evidente y a la vez sutil es la paleta de colores, que es mucho más vívida en el cine británico (en términos generales), con el brillo más acentuado, lo que rodea a estas producciones de un aura de nostalgia, atemporal (apoyado en la selección de vocaciones) y casi de cuento de hadas, incluso en los entornos contemporáneos. Otra característica notable es el sentido del humor, mucho más arriesgado, rudo y menos recatado que el norteamericano, pero que por lo mismo tiene el potencial de ser más ingenioso, y en esta película está muy bien logrado, sobre todo en la primera mitad. Finalmente, creo que el ritmo, mucho más aletargado, en una estructura más cercana a los cinco actos que a los tres, es ideal para las historias que no requieren acción para funcionar, pues es muy benéfica para la cinematografía amplia, el diálogo y la contemplación.


Mi compromiso con no dar spoilers, sobre todo con películas no tan conocidas, me impide profundizar en por qué la película tuvo un efecto emocional tan profundo en mí, pero me limitaré a decir que siempre he resonado con historias que involucran el deseo de tener más tiempo con la familia (sea esta viva o fallecida), y la manera en que los minutos finales de la película explotaron el concepto para escenificar de una forma muy sencilla el amor incondicional, el valor de los recuerdos, y también la inevitabilidad del adiós me marcó, pues el sentimentalismo quizá fue un poco explotador, pero lo sentí genuino. El mensaje central, aprender a disfrutar cada día, es uno que ya se ha explorado muchas veces, pero la manera en la que el personaje principal de Cuestión de Tiempo llegó a esta madurez emocional, para mí la realza por encima de otras historias similares, que no cuentan con el elemento sobrenatural a su favor.





Hasta el próximo encuentro...


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