El barbero de Sevilla
- raulgr98
- 26 nov 2024
- 3 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! El día de hoy quiero hacer algo diferente, háganme notar en los comentarios si fue de su agrado. Con anterioridad hemos revisado obras de teatro, y también musicales, pero hay un tercer género que nunca he tratado. El día de hoy cubro la primera ópera que vi representada en un escenario, cuyo libreto también leí.
Basada en la comedia francesa del mismo nombre de 1775 (me parece irónico que ni la ópera ni el material que la origina son españolas), la obra es una de las más famosas de la Historia, con dos secuelas (la primera de ellas, quizá aún más famosa que la original, con música a cargo de Mozart). Desarrollándose en el siglo XVII, la historia sigue los esfuerzos del Conde de Almaviva para conquistar los amores de la joven Rosina, aliándose con este fin con el astuto barbero Fígaro, enfrentándose al severo y ambicioso guardián de la joven, el médico Bartolo.
Puesto que la sección de hoy es sobre literatura, no me centraré tanto en el elemento de la música. Me limitaré a decir que, incluso aunque no sea un género muy popular, estoy seguro que todos ustedes han escuchado en otros medios la apertura, o alguna de las áreas, pues se han convertido en iconos del género. La música, en mi opinión, complementa muy bien el tono jocoso de la historia, pero también ancla emocionalmente el elemento romántico, siendo una de sus características la versatilidad, pues los requerimientos vocales del elenco han cambiado a lo largo de los dos siglos de representaciones (el papel de Rosana, por ejemplo, escrito para una contralto, ha sido frecuentemente interpretada por una soprano).
La estructura de la obra es una más sencilla que muchas de las que hemos cubierto anteriormente en este espacio, pues consiste únicamente en dos actos, de dos escenas cada uno. De estas, la primera es en el exterior de la casa de Bartolo y Rosana, el resto transcurre en el interior. Sin embargo, el libreto da suficientes indicaciones de las características de las tres habitaciones para darles identidad propia y aún así preservar la libertad creativa de los directores para el diseño. En ese mismo sentido, la relativa falta de movimiento en el montaje permite un mayor énfasis en el diálogo y en la música, que se complementan para dar la ilusión del paso del tiempo.
Pese a las diferencias en estilo y estructura, El barbero de Sevilla, desde su mismo subtítulo (la precaución inútil) me remite temática y simbólicamente a la típica comedia de enredos shakespeariana, en la que la trama se mueve hacia adelante por las trampas astutas de un pícaro, en beneficio o perjuicio del protagonista, llegando al clímax cuando se aclaran los múltiples malentendidos producidos a lo largo de la trama. Como género, la obra pertenece a lo que se conoce como ópera buffa (cómica), caracterizada por situaciones cotidianas, dialectos locales y una música mucho más alegre, en la que los directores vocales priorizan la dicción (pues el libreto cuenta con múltiples juegos de palabras) sobre la potencia en el repertorio. Para lograr este efecto, El babero de Sevilla recurre a múltiples trucos narrativos, comenzando por caracterizaciones un tanto estrambóticas por parte del elenco, pasando por un sinfín de situaciones hilarantes, que involucran no una, sino dos falsas identidades, una embriaguez fingida, alucinaciones y varios sobornos, con una última escena involucrando una escalera que logra a la vez ser tensa y contar con un potencial cómico ilimitado.
Algunos personajes (Berta, Fiorello, Ambrogio) existen principalmente como alivio cómico, papel que logran a la perfección, pero todos, incluso los mudos como el notario, tienen momentos físicos o verbales para brillar. Bartolo es un gran antagonista central, pues pese a no tener mucha complejidad como personaje, y ser víctima de la mayoría de los engaños, tiene la suficiente presencia e inteligencia para servir como fuerza antagónica, con una excelente química con Basilio, quien sirve dentro de la trama como su ridiculizado secuaz. Me gusta que, al menos para estándares de la época, Rosina cuenta con independencia y un rol activo en la trama, encontrando ella la solución a varios de los enredos, y su romance con el Conde está muy bien construido, enlazado al tema de la obra (mientras que Bartolo sólo desea desposar a su protegida por la dote, el Conde se involucra en la intriga pues desea conquistarla sin usar su posición de noble como recurso). Sin embargo, como es usual entre los pícaros del teatro, es Fígaro quien roba toda la obra, caminando con habilidad una delgada línea entre las travesuras y engaños (movidos en gran medida por un interés personal), y un genuino cariño por los personajes, resultando en una interpretación en extremo carismática.
Título original: Il barbiere di Siviglia, ossia L'inutile precauzione
Autor: Gioachino Rossini (música), Cesare Sterbini (libreto)
Año de publicación: 1816
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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