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El crimen del padre Amaro

La recomendación de hoy está dedicada a Víctor Muro Velázquez, gaffer en esta producción, que su espíritu encuentre descanso, su familia consuelo y sus conocidos justicia.


¡Bienvenidos pasajeros! En un ligero cambio de planes, y aprovechando que he tenido discusiones recientes sobre la guerra cristera, esta semana conversamos sobre una de las cintas más aclamadas, pero también más controversiales, del Nuevo Cine Mexicano.


Estrenada en 2002, la cinta es dirigida por Carlos Carrera y escrita por Vicente Leñero; protagonizada por Gael García Bernal (padre Amaro), Ana Claudia Talancón (Amelia), Sancho Gracia (padre Benito), Angélica Aragón (Sanjuanera), Andrés Montiel (Rubén), Gastón Melo (Martín), Luisa Huerta (Dionisia) y Damián Alcázar (padre Natalio). Un gran éxito en taquilla (la película mexicana con mejor recaudación al momento del estreno), pese a la polémica e intentos de censura gozó de una gran recepción crítica, ganando nueve premios Ariel y siendo nominada al Oscar a Mejor Película Extranjera.


Desarrollándose en una pequeña comunidad rural de México, el protagonista de la historia es un sacerdote recién ordenado que lentamente se ve involucrado en una relación prohibida con una joven de la comunidad, iniciando un camino de corrupción. Dada esta sinopsis, no es difícil imaginar porque la iglesia católica hizo todo lo posible para impedir el estreno, pues como parte de la coyuntura de investigaciones sobre abusos eclesiásticos, está visión cruda con una dirección naturalista del control religioso en algunas comunidades, sobre todo rurales.


Sin embargo, una historia no puede subsistir sólo de escándalo, por lo que creo que el éxito de la serie se debe a un excelente trabajo de caracterización del protagonista, interpretado por García Bernal con una inocencia inicial que permite empatizar con él antes de su regresión, casi como una seducción (ad hoc a los temas de la historia). No me detendré en el aspecto erótico de la película, cuya naturaleza grotesca es evidente en todo momento, pues me parece el elemento menos interesante de la película, tristemente opacado por la discusión sobre las escenas sexuales.


El mejor elemento de la película es como retrata el complejo sistema político social de la iglesia católica mexicana, desde los elementos retratados de forma más positiva (como el padre Natalio, perseguido por sus posibles vínculos con guerrilleros y socialistas, lo que ayuda a contextualizar la historia) y otros más negativos (la doble moral en lo que respecta a la sexualidad). Quizá de todos el aspecto más cautivante es la relación con el crimen organizado, que durante casi toda la película está rodeada de un área de ambigüedad (¿el hospital es sólo un esquema de lavado de dinero o en verdad es una ayuda necesaria a la comunidad?) Esta compleja relación entre pobreza, poder y criminalidad podría ayudar a explicar por qué el crimen está tan arraigado en algunas regiones del país. Un último elemento político-social es la influencia que tiene la iglesia como poder (la del obispo es la última palabra y la autoridad política es intrascendente en la narrativa), contrastado sobre todo con dos elementos: la modernidad liberal, representado en un periodista que funge como rival del protagonista, y el paganismo mágico de los elementos periféricos de la comunidad, a los que la iglesia rechaza pero tolera más que a los críticos.


Aunque no llega al extremo gráfico de otras cintas como Canoa, es claro que los personajes del mundo de la cinta viven en una realidad donde la violencia, incluyendo la psicológica y la sexual, han sido naturalizados. El tercer acto, que ha regresado al análisis en tiempos recientes en cuanto a los derechos reproductivos, muestra en un final muy crudo que no hay una intención genuina de resolver las problemáticas, sino asignar la responsabilidad a aquellos agentes considerados "nocivos" para el sistema. La última toma, enfocada en el padre Benito (con Sancho Gracia robando casi toda la película) es la mejor muestra no sólo de la corrupción social, sino de la doble moral, pues el guion no ignora que el juzgador es tan pecaminoso como el juzgado.


Lo último que quiero comentar es que la película está basada en una novela portuguesa del siglo XIX. Puesto que no la he leído, no puedo opinar del proceso de adaptación; pero debo decir que el hecho que su estructura básica pudiera ser trasladada con facilidad al México del siglo XX habla de la universalidad de los temas, y la mayor muestra de solidez del guion es como logran tomar una historia que no pertenece al contexto nacional y transformarlo en una compleja cosmovisión que sólo tiene sentido en nuestra realidad.






Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío

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