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Lluvia de hamburguesas

¡Bienvenidos pasajeros! Súbitamente, me desperté con la noción de que no he cubierto una película animada en muchos meses, y por un lado quería retomar este medio, que creo es el que tiene más libertad creativa en el cine, pero por el otro no quería hablar de uno de los grandes estudios que ya he cubierto en mayor o menor medida. Repasando una lista que encontré en internet, recordé Sony Pictures Animation, casa productora de la que muchos se burlan al afirmar que sus únicos buenos aportes al cine han sido las dos películas de Spider-verse, y la reciente Mitchells vs the Machines, pese a más de dos décadas de existir. Sin embargo, yo todavía recuerdo uno de sus primeros esfuerzos, que considero uno de sus mejores esfuerzos.


Escrita y dirigida por Phil Lord y Christopher Miller, la cinta de 2009 cuenta con el talento vocal de Bill Hader (Flint Lockwood), Anna Faris (Samantha Sparks), James Caan (Tim Lockwood), Neil Patrick Harris (Steve), Andy Samberg (Baby Brent), Mr. T (Earl Devereaux), Benjamin Bratt (Manny) y Bruce Campbell (Alcalde Shelbourne). Un éxito en taquilla, con mucha permanencia después de un mal estreno, gozó de una excelente recepción crítica pero fue ignorada casi por completo en la temporada de premios, en parte porque 2009 fue un año en extremo competitivo para el género, con estrenos como Up, Coraline, La princesa y el sapo y el Fantástico Señor Zorro, sin contar las aportaciones internacionales.


Con un concepto vagamente inspirado en un libro infantil del mismo título, pero reinventado en una mordaz crítica de la sociedad de consumo, la historia sigue a un joven inventor en una isla remota que diseña una máquina capaz de convertir el agua en comida. Cuando un accidente envía la máquina a la atmósfera, la comunidad se hace famosa por sus “lluvias de comida”, que pronto salen de control por la falta de mesura.


Comenzaré hablando del aspecto que menos me gusta de la película, y que pudo ser responsable de su falta de competitividad el año que se estrenó: aunque no tengo muchas cosas que objetar a la animación en cuanto a fluidez del movimiento, nunca me han gustado los diseños de personaje: si bien creo que funcionan cuando hacen muecas (y los ojos del personaje de Tim es un recurso humorístico excelente), la redondez de sus rostros me parece demasiado simplona, y no son ni realistas ni una caricatura estilizada, sino un punto intermedio con el que nunca terminé de conectar.


En lo que el aspecto visual funciona increíblemente bien es en el uso del color, pues el juego de saturación y desaturación es excelente para contrastar la fantasía del “realismo” del inicio, pero también informa sutilmente sobre los cambios de tono. La película aparenta centrarse en la “diversión” de los colores brillantes, y aunque sin duda hay secuencias que logran capturar la capacidad de asombro incluso del espectador adulto, el juego de iluminación es más complejo, y los momentos oscuros son igual de memorables. Al excelente balance tonal se le suman una grandiosa banda sonora a cargo de Mark Mothersbaugh y un ritmo frenético pero deliberado que hace maravillas por extender el metraje de noventa minutos y dejar que el desarrollo de los personajes tenga tiempo para respirar sin detener la trama.


El elenco es excelente, pues el equipo creativo encontró intérpretes que son comediantes natos (Hader, Faris, Harris, Samberg) pero que tienen la versatilidad para que los momentos emocionales tengan impacto, sobre todo James Caan, quien aporta mucho gravitas al elenco. Las dinámicas entre los personajes son excelentes, con un romance central sólido y amistades bien delineadas; explotando al máximo un guion ingenioso resultando en probablemente la película animada más divertida de ese año, pues recurre a un repertorio amplio de juegos de palabras, gesticulación, dobles sentidos y humor físico, pero sin descender en lo vulgar.


La película combina una miríada de referencias para construir una identidad propia, y este ejercicio creativo es notable sobre todo en un excelente tercer acto, que satisface varios chistes recurrentes a la vez de servir como una excelente parodia/homenaje a las películas de desastre que causaban furor en la época, con una secuencia de acción más compleja de lo que se podría esperar en una película familiar, pues su montaje funciona en múltiples niveles e involucra a casi la totalidad del elenco.


En cuanto al desarrollo temático de la película, con lo que quiero concluir, este también funciona en más de un nivel. Desde una perspectiva macro, creo que el guion es bastante ácido y mordaz en su crítica a la sociedad de consumo y como el exceso de ambición, encarnado en un excelente villano interpretado por Bruce Campbell, es una fuerza autodestructiva. La glotonería, además de un recurso dramático, es una metáfora del exceso en términos generales y me parece fascinante, por los paralelismos a la historia humana, como una tecnología bienintencionada, que podría resolver un problema serio como el hambre global, es apropiada por el poder y trastornada hasta caer en la depravación, pues el pueblo se convierte en poco más que una trampa turística, pues después de un severo periodo de crisis (una crítica más al sistema que ignora las comunidades pequeñas), la comunidad no sabe manejar la nueva bonanza (varios chistes siguen este comentario, incluyendo uno recurrente sobre el personaje de Manny, que fue divertido en su momento, pero se ha tornado bastante oscuro considerando la condición migratoria). A un nivel micro, creo que el personaje de Flint, pese a su caracterización estrambótica, es uno con el que es muy fácil empatizar, pues su sentimiento de inferioridad, necesidad de ser aceptado y problemas de comunicación son muy humanos, en particular una tensa relación con su padre, problemática pese al evidente amor por parte de ambos (algo común en muchas familias) y la manera ingeniosa en que esa subtrama se resolvió resultó en una secuencia conmovedora, demostrando la maestría del guion para balancear lo humorístico con lo dramático.


Se dice que hasta un reloj roto da bien la hora dos veces al día, y espero que esta película, sumada a los éxitos recientes de un estudio comúnmente vilipendiado sirva como evidencia de que buen arte puede surgir de cualquier parte, si se le da la oportunidad a los narradores, y que prejuzgar una cinta por quien la financia es un muy grave error que cierra la puerta a nuevas experiencias.





Hasta el próximo encuentro…


Navegante del Clío

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