El extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde
- raulgr98
- 2 ene 2024
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! En la narrativa, los personajes espejo, tanto los que tienen paralelismos claros como los que sirven como contraste, han sido una constante. Aunque pueden ser por entidades separadas, un juego muy interesante que escritores han encontrado es que el alter ego sea una parte del mismo personaje (véase casi todas las historias de superhéroes), siendo el concepto del doble apropiado posteriormente por la psicología (consciente e inconsciente en Freud, máscara y sombra en Jung, etc.) Quizá el ejemplo más conocido del doble en la cultura popular es paradójicamente uno de los textos más incomprendidos en cuanto a adaptaciones: el dr. Jekyll y mr. Hyde.
La novela corta, de sólo diez capítulos, no es un relato de horror como la estética de las películas ha hecho creer, sino un misterio que tiene más similitudes con la estructura de Conan Doyle (un investigador, una serie de acontecimientos en apariencia inexplicables y las respuestas presentadas después del clímax) que con Shelley, Stoker o James, los escritores góticos con los que se le ha comparado (esto no quiere decir que no evoque ciertos elementos de terror, pero no son los preponderantes en la historia), y la influencia gótica se deja ver en la descripción de la casa del personaje titular, dónde transcurren algunos de los pasajes más memorables, y que refleja la dualidad del mismo a través de sus dos entradas (la delantera, Jekyll, y la trasera, Hyde). El personaje principal es un abogado de nombre Utterson (asimismo dual, pues es a la vez rígido y tolerante, severo pero compasivo), quien ve sus días trastornados cuando un misterioso individuo, Edward Hyde, entra en la vida de su amigo y cliente, Henry Jekyll, con una conexión imposible de entender.
El ritmo de la novela es muy ágil, y Stevenson logra crear intriga a través de dos factores: la descripción del propio Utterson, aunque detallada, ofrece más interrogantes que respuestas, y mucha de la información presentada al lector (incluyendo los dos últimos capítulos, que ofrecen la solución del misterio), son testimonios de segunda mano, lo que siembra dudas sobre si son exagerados o prejuiciosos. Por lo tanto, el lector anticipa el primer encuentro entre el abogado y Hyde, y sus subsecuentes interacciones con Jekyll producen una ansiedad por entender en el lector tan fuerte como en el personaje principal. Aunque la violencia, sobre todo verbal, una falta a la moral de la época, es recurrente en el texto, sólo se produce un homicidio, pero es precisamente la sensación constante de peligro, sin concretarse nunca, lo que causa el efecto de paranoia. Por desgracia, entré a este texto sabiendo la solución de los acertijos, por lo que no podría opinar de su efectividad para lectores neófitos, si es una total sorpresa o las pistas son tan obvias como me resultaron a mí, pero puedo decir que la atmósfera, la sinceridad de la narración, y la construcción de personajes secundarios cuyo destino desconocía fueron suficientes para mantenerme atrapado, pese a conocer el final.
En este punto lectores, les quiero proponer un ejercicio de pensamiento antes de que continúen. Imaginen por un momento al doctor Jekyll y al señor Hyde, uno al lado del otro. Quizá influidos por las adaptaciones en cine y televisión, quizá por la relación Bruce Banner/Hulk, que se inspiró en la novela, pero estoy seguro que incluso aquellos que la han leído, aunque sea por un momento, imaginarán al segundo ya sea como una mole inmensa, monstruosa o como un caballero fornido, peligroso y seductor; mientras que al primero sin lugar a dudas lo recrearán como el estereotipo del científico: tímido, quizá tartamudo o jorobado, enclenque, débil. Nada más alejado de la realidad, pues las descripciones de Stevenson, pese a desafiar el imaginario, tienen más lógica desde una perspectiva sociológica: si Jekyll es la cara que damos al mundo, el doctor es el paragón del hombre perfecto: alto, fuerte, rico, elegante, de cierta manera agraciado; mientras que Hyde, la parte que se intenta ocultar del mundo (su nombre es homófono de hide, esconder), es repulsivo pero no de una forma tradicional: es pequeño, delgado, retorcido, taimado, y no hay nada evidente en su rostro que lo delate como malvado, pero que aun así resulta grotesco a quienes lo ven. La explicación (Hyde es pequeño porque Jekyll no lo ha alimentado) es muy lógica, y no creo que sirva como reflejo exclusivo del bien y del mal, pues que forma y tamaño adoptaría cada faceta del ser humano dependería del individuo, y que partes de su naturaleza ha procurado.
Algunos críticos han establecido un paralelismo entre la aflicción de Jekyll y la adicción, tomando como argumento los pasajes en los que describe el terror que le produce depender del suero, y la inevitabilidad de volver a consumirlo. Aunque es posible que Stevenson tuviera esto en mente al redactar, la metáfora no es exacta, pues en la vida real los que padecen adicciones son víctimas de una enfermedad, mientras que el personaje de la novela es totalmente responsable de sus actos. Y en esto radica la principal incomprensión de la historia, pues el extraño caso no es del conflicto entre el bien y el mal, sino de naturaleza contra sociedad: Jekyll, incluso siendo él mismo, siente los impulsos primitivos de hacer el mal, se siente torturado, pero no es "bueno" en una concepción maniquea del término. Su uso de Hyde no es en un intento de purgar sus instintos, sino de abrazarlos en la impunidad, y si detiene su mano como Jekyll no es por virtud, ni siquiera por fuerza de voluntad ante la tentación, sino por cobardía ante la ley y la sociedad. La visión de la naturaleza humana de Stevenson, por lo tanto, es muy similar a la de Hobbes: el hombre es malo por naturaleza, y son las normas impuestas por la sociedad la que lo obligan a comportarse.
Puede parecer una lectura pesimista del mundo, con la que los lectores pueden o no estar de acuerdo, pero quiero cerrar con una nota esperanzadora: Sí, Extraño caso afirma que la maldad radica en el interior de todos nosotros, pero si algo une a Jekyll y a Hyde no es su perversión, sino su debilidad. El desenlace de la novela, y el triunfo de la devoción y la lealtad mostrada por Poole y Utterson, respectivamente, muestran que es posible imponerse a los demonios internos, y en esta lucha radica la verdadera humanidad.
Título original: Strange case of Dr. Jekyll and Mr. Hyde
Autor: Robert Louis Stevenson
Año de publicación: 1886
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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