El fusilado
- raulgr98
- 19 nov 2024
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! La narrativa histórica puede muchas veces no ser el fin, sino una herramienta para ayudar al escritor a cumplir otros objetivos. Tal es el caso de la recomendación de hoy, muy ad hoc, con las fechas, un cuento de la Revolución Mexicana que trasciende el contexto en el que transcurre.
Compuesto incluso antes de que finalizara el movimiento armado, el relato breve (nueve páginas en mi edición); ya muestra un fuerte hartazgo de la lucha. En él se recrean en primera persona los últimos momentos de un revolucionario capturado y condenado a muerte, pero los acontecimientos toman un segundo plano en comparación con el desarrollo de las ideas del autor.
Hay muy poca información para determinar donde y alrededor de quién transcurre la historia: el narrador en primera persona permanece anónimo, y se dan pocos detalles de su vida más allá de sus relaciones y su condición de jefe; aunque la descripción del entorno indicaría una ubicación rural, el lenguaje del protagonista es urbano y elevado (usa términos como "newtoniano", por ejemplo). Quizá con suficientes conocimientos de geografía se pueda delimitar a un puñado de posibilidades la ubicación del cuento, pero me parecería un ejercicio innecesario, la ambigüedad e impersonalidad le permite a la narración por un lado ser identificable para un número amplio de lectores, y por el otro refuerza uno de los temas: la intrascendencia del mundo físico.
Pues el autor, José Vasconcelos, uno de los escritores más asociados al concepto de "intelectual" de la primera mitad del siglo XX mexicano usa la narración como vehículo para explorar ideas filosóficas sobre el tiempo, la estética y la memoria y el legado, aprovechando la situación del condenado (quizá un álter ego suyo) para inducirle una epifanía. Eso no significa que la trama carezca de elementos que analizar: creo que la caracterización del protagonista es interesante, y aunque su relación con las mujeres de su vida, que tiene mucha presencia en la primera mitad antes de desaparecer, está subdesarrollada, encuentro en la trama una ironía trágica en extremo bien lograda: el ejecutor a punto de ser ejecutado, un fuerte reconocimiento del ciclo de violencia.
Para muchos lectores, el elemento más notable del cuento es la segunda parte, posterior a la ejecución, pues gracias a un giro fantástico (que, como he escrito con anterioridad, no está fuera de lugar en el género histórico) el espíritu inmaterial de su protagonista se replantea su relación con el concepto de realidad, y es en donde las ideas del autor son compartidas a profundidad. Esta subversión de la expectativa del lector, sin embargo, es aunque inesperada bien recibida gracias a una estructura muy bien planteada: con una casi total ausencia de puntos y aparte, la redacción sigue un formato libre, afín al hilo de pensamiento, lo que casi desde la primera oración prepara al lector para un tono filosófico, y la relación con el tiempo es compleja: aunque hay grandes secuencias en tiempo presente (lo que le da tensión a la persecución y captura), hay un cambio brusco al pasado, lo que sólo al llegar al desenlace cobra sentido, pues el narrador se encuentra en un estadío trascendente (incluso hay un pequeño momento de humor relacionado con unos espiritistas), por lo que su percepción del tiempo es no lineal, lo que justifica narrativamente el cambio de voz.
El postulado central del autor, en boca de su personaje, tanto antes como después de la muerte de éste, es que la actitud que se toma ante momentos trascendentales de la vida repercute en la memoria, e incluso en el mundo físico; y con esto quiero cerrar; pues este es uno de los ejemplos más claros de como una obra literaria es un reflejo no sólo de la cosmovisión de su autor, sino que puede usarse como soporte de un código ético y/o una plataforma política. Para Vasconcelos, lo que el concibe como "elevada fantasía" es una ley suprema, superior a la física y sólo equiparable a la de la estética. El cuento no define del todo lo que significa "fantasía elevada", pero lo asocia con un nivel de verdad que puede superar a lo mundano de lo real. En los párrafos finales de El fusilado, José Vasconcelos proclama sin miramientos por un lado que "lo ruin y mediocre no subsiste" y por el otro que "lo hermoso y noble revive sin cesar", en un contexto en el que su protagonista puede ver tanto el pasado como el porvenir. Hay una ensoñación con inmortalizar las glorias pasadas ante un futuro nebuloso y estas dos oraciones, ya sea las interpretemos en un sentido de elevar el espíritu como de reescribir la Historia (apelando tanto a seguidores como a críticos del pensador), lo que no puede negarse es que, para bien o para mal, este cuento encapsula lo que un lustro más tarde sería el núcleo del proyecto educativo, social y político del escritor-político.
Título original: El fusilado
Autor: José Vasconcelos
Año de publicación: 1919
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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