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El hobbit: la desolación de Smaug

¡Bienvenidos pasajeros! Esta semana continuamos con lo que es, en esencia, una defensa de la trilogía del Hobbit con la cinta que es casi universalmente conocida como la mejor entrega, incluso con los detractores de estas películas, quizá por el tono más oscuro.


Estrenada en 2013, la cinta es de nuevo dirigida por Peter Jackson, quien escribió el guion con Fran Walsh, Philippa Boyens y Guillermo del Toro. Un éxito en taquilla (aunque no a los niveles de la entrega anterior), y gozó de buena recepción crítica, incluyendo tres nominaciones a los premios Oscar. Gran parte del elenco de la película anterior continúan, integrándose Luke Evans (Bardo), Benedict Cumberbatch (Smaug), Orlando Bloom (Legolas), Evangeline Lilly (Tauriel), Lee Pace (Thranduil), Stephen Fry (gobernador), Mikael Persbrandt (Beorn), Lawrence Makoare (Bolg) y Ryan Gage (Alfrid).


La parte media de la película, pero en muchos sentidos un clímax adelantado, la película cubre el último estrecho del viaje a la Montaña Solitaria (con Bilbo ya aceptado como parte vital del grupo) y el intento de reconquistarla de las garras de Smaug el Terrible, el malvado dragón que la custodia, mientas hombres y elfos se involucran en el conflicto persiguiendo sus propios intereses.


No me detendré mucho en los aspectos técnicos de la película, pues comparte muchos de los defectos y virtudes de su predecesora. Howard Shore sigue siendo uno de los mejores elementos de las historias de la Tierra Media, con el tema de la Ciudad del Lago especialmente memorable; y el diseño de producción brilla al contrastar de forma inmediata las distintas culturas de los personajes; pero el más impresionante logro técnico es el trabajo de efectos especiales en el dragón Smaug, una combinación de Motion capture y CGI, resultando en un personaje hecho a computadora imponente, vívido, que rivaliza con otras creaciones como Davy Jones, los personajes de Avatar o el propio Gollum (logro impresionante considerando que es por mucho el menos humanoide de los mencionados).


Puesto que concuerdo con la opinión mayoritaria, considero más interesante, y justo, comenzar con los elementos de la película que no me gustaron. Si en la primera cinta mencioné que tiene algunas de mis escenas favoritas de Tierra Media (el juego de los acertijos quizá el referente inmediato), esta película tiene la secuencia que menos me gusta de las seis, y es el escape de los dominios élficos por una razón sencilla: no creo que sea una buena adaptación del que es mi capítulo favorito del libro. La versión literaria es la prueba definitiva de la astucia de Bilbo, y uno de sus momentos más heroicos precisamente por la falta de violencia; y aunque elementos de eso sin duda están presentes, rápidamente desciende a una secuencia de acción demasiado larga y abrumadora, con momentos que rayan lo absurdo, y la mejor muestra de los errores narrativos producto de dividir un libro tan corto en tres.


Otro elemento en el que estoy mixto es en el trabajo con los enanos: creo que es la película en la que mejor funcionan como grupo, y los pequeños momentos humorísticos son excelentes; y personajes como Oin y Glóin reciben una muy necesaria caracterización, por pequeña que sea; pero en general esta es la película donde creo que los enanos secundarios tienen menos momentos individuales para brillar: separarlos para el clímax es una decisión con la que no estoy de acuerdo, y aunque creo que es acertado profundizar en Fili y Kili, dado su rol en la tercera película, el romance del segundo con Tauriel es forzado (aunque debo aclarar que, en lo individual, no tengo ningún problema con el personaje de la elfa, creo que tiene aspectos interesantes).


Creo que estoy siendo más negativo con la película, ¿cómo es que es la mejor de las tres? Para empezar, es por mucho la película en la que Thorin y Bilbo están en los mejores términos la mayor parte del metraje, y eso permite que la química entre Martin Freeman y Richard Armitage, los dos mejores miembros del elenco, brille. Superada la parte inicial de su arco de personaje, Bilbo puede cumplir un rol más proactivo en la trama, y la ausencia de Gandalf del grupo principal lo obliga a profundizar sus dinámicas con el resto de la compañía. La cinematografía, con una paleta de colores más oscura, pero a la vez más rica, también influye en que, al menos en lo que al lenguaje visual concierne, sea la que más se asemeja al señor de los anillos.


Los personajes nuevos también son buenas incorporaciones al elenco (Legolas, contrario a la opinión popular, en esta entrega me parece usado con moderación), siendo los que más destacan Stephen Fry como un efectivo villano secundario, el siempre excelente Benedict Cumberbatch imponente como Smaug; pero sobre todo Luke Evans y Lee Pace. El segundo como el rey Thranduil se permite jugar con un concepto ausente de la trilogía original: un elfo moralmente ambiguo, con fascinantes resultados, pues logra ser peligroso sin perder los atisbos de humanidad; y el primero como Bardo (quien dicho sea de paso, es de mis personajes favoritos del libro original) es excelente, un líder natural, precavido pero empático, y su rol extendido ayuda a justificar su rol en la tercera película, que en el libro es un poco anticlimático.


Aunque tiene muy poco que hacer en la trama, Beorn está muy bien logrado a nivel visual, aportando un buen inicio de la película, mientras que la subtrama de Gandalf (sobre todo en la versión extendida de la película) funciona muy bien como hilo conector entre las dos trilogías, proporcionando a la audiencia contexto e información de la que antes solo disponían los lectores de los libros. Sin embargo, igual que con la película anterior, la cinta vale la pena aunque sólo sea por ver secuencias icónicas, como las arañas del bosque negro y sobre todo la conversación entre Bilbo y Smaug, una de las mejores escenas de la trilogía, dirigida de forma excelente, y con buen uso de la locación y la tensión. Sin embargo, tras reflexionarlo llegué a la conclusión que lo que más me gusta de esta historia es el clímax, pues incluye uno de los pocos cambios de adaptación que creo, son mejores que el libro: ver a los enanos combatir a Smaug en una secuencia extendida fue muy satisfactorio, volviéndolos más dignos de la aventura y el guiño al mote de “el dorado” que posee el dragón en el libro.


Cierro con una breve nota al pie: las canciones originales de las películas de Tierra Media de Peter Jackson son excelentes, y esta película no es la excepción, creo que I see Fire es la canción de Ed Sheeran que más me gusta, y fue escrita para los créditos de esta cinta.




Hasta el próximo encuentro…


Navegante del Clío



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