El hombre invisible
- raulgr98
- 30 oct 2024
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! El día de ayer revisamos los orígenes de un monstruo clásico del horror, pero para la película de esta semana quiero comentar sobre las virtudes de la reinvención en uno de los remakes más exitosos que he visto.
Estrenada en 2020, y una de las últimas películas que vi antes de la pandemia, la cinta es escrita y dirigida por Leigh Wanell; y pese a tomarse muchas libertades con el material, es técnicamente un reboot de la película de 1933. De un presupuesto sorprendentemente pequeño (siete millones de dólares), la recaudación fue bastante buena, con reseñas en su mayor parte positivas. El elenco, casi todos emanados de la televisión, está integrado por Elisabeth Moss (Cecilia Kass), Oliver Jackson-Cohen (Adrian Griffin), Aldis Hodge (James Lanier), Storm Reid (Sid Lanier), Harriet Dyer (Emily Kass) y Michael Dorman (Tom Griffin); y sigue a una sobreviviente de abuso doméstico que es acosada y perseguida por una entidad misteriosa.
La característica principal de la película es la maestría con la que construye suspenso, gracias a una dirección deliberada que, alternando entre tomas amplias y cerradas en un experto juego de angulación, logra producir una sensación de tensión e incomodidad incluso antes de que aparezca el titular hombre invisible, la escena inicial (el escape de Cecilia de casa de su abusador) podría ser una película corta por sí misma, pues posee una estructura propia muy sólida. Aunque la mayor parte de la película tiene un ritmo más lento y metódico, cuando es tiempo de las escenas de acción (en particular la persecución en el psiquiátrico y la excelente pelea uno a uno en la casa) estas se distinguen por su crudeza y brutalidad. También, sin caer en spoilers, le debo dar crédito a la película por adelantar la confrontación climática, permitiendo que la resolución sea una más sutil e interesante, que refuerza de manera más efectiva los temas de la cinta.
Cuando la original estaba más cercana a la fantasía, con el origen de la invisibilidad siendo un suero, esta película opta por un acercamiento de ciencia ficción, dedicando tiempo a explicar la tecnología detrás de la fuerza antagónica, una que es ligeramente futurista pero comprensible a ojos modernos. Esto provoca que toda la narrativa esté rodeada de una atmósfera de realismo, que permite (al menos en mi opinión) que el horror se sienta mucho más cercano al espectador. La construcción de sustos es metódica, muchas veces sutil, sobre todo en el primer acto, jugando con elementos tanto del subgénero de "casa embrujada" como del terror psicológico, pero cuando tiene golpes de efecto estos son súbitos y efectivos, gracias a un conjunto de efectos especiales muy bien logrados, de una complejidad muy loable (sobre todo en las escenas de acción) considerando las limitaciones financieras. Los jumpscares son pocos, pero cuando se realizan, gracias al buen trabajo de anticipación, son algunos de los mejor logrados de las últimas décadas (en particular uno que involucra un bote de pintura, en el que aún pienso hoy en día).
La invisibilidad es un poder que siempre se ha prestado para actos moralmente cuestionables, y aunque la película original (quizá por las inquietudes de la época) se concentró en el asesinato, el espionaje y el sabotaje; la habilidad posee un cariz perturbador, sobre todo en lo referente a la violencia sexual, que no había sido explotado lo suficiente. Esa cualidad, que el guion de Whanell explota con maestría, es lo que hace que considere a esta reimaginación del concepto superior a sus antecesoras: el tema del abuso doméstico es uno presente desde la primera secuencia, que agrega capas adicionales de complejidad al explorar la disparidad en las relaciones de poder más allá del género; pero el hombre invisible como metáfora del trauma de los sobrevivientes es muy pertinente. La progresiva paranoia de la protagonista es algo con la que muchas víctimas de violencia pueden empatizar pero creo que el antagonista central permite diagnosticar un problema mayor en la sociedad: a un nivel general, la idea de que a las víctimas no se les cree en muchas ocasiones, ni siquiera en círculos de confianza; pero a un nivel íntimo, explora el concepto de "gaslighting", es decir, como la víctima puede ser manipulada al grado de creer que la violencia es imaginada, o provocada por ella misma de una manera pertinente para las audiencias contemporáneas.
Un guion inteligente y una dirección compleja son claves para el éxito de esta película, pero la historia se eleva por un excelente elenco. Elisabeth Moss da la que en mi opinión es una de las mejores interpretaciones del género de horror en un rol polifacético, que permite generar una profunda empatía y a la vez cuestionar sus decisiones, y esa interpretación es clave ya que pasa muchas escenas sola, y en su actuación descansa el peso dramático. Sin embargo, creo que el elenco de soporte también es sólido, con Michael Dorman como un excelente antagonista secundario, con más complejidades de las esperadas, y el personaje de Aldis Hodge ofreciendo un necesario balance de un ejemplo positivo de masculinidad; sin embargo es la actuación antagónica de Jackson-Cohen la que merece más reconocimiento del elenco secundario, pues logra encontrar el balance entre ser en extremo perturbador, pero lo suficientemente carismático para entender porque la protagonista inició una relación con él, y hacer dudar a la audiencia de su cualidad moral.
No quiero hablar mucho más de la película, creo que la atmósfera y las actuaciones son suficiente para elevarla por encima de los desafortunados clichés alrededor del género, pero quiero concluir invitándolos a la reflexión sobre la cualidad de los remakes y reinvenciones: más veces de las que no, son estrategias capitalistas estériles pero hay ocasiones en las que, si se confía en el talento adecuado, se puede crear arte importante que trasciende a la versión original.
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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