El laberinto del fauno
- raulgr98
- 7 feb 2024
- 5 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! Una de las críticas más comunes que he lanzado contra algunas películas es que no logran hacer un buen balance de los distintos elementos que la componen. Sin embargo, el día de hoy revisamos el ejemplo contrario: una cinta cuyas dos historias funcionan por sí mismas, pero son elevadas al ser narradas en conjunto. En la España de 1944, una niña entra a un misterioso laberinto y descubre que es la reencarnación de una princesa mágica, pero para volver a su tierra debe superar tres pruebas y la vigilancia de su padrastro, un general franquista.
Escrita y dirigida por Guillermo del Toro, la cinta de 2006 fue la que despegó la carrera del director, estableciendo el récord de ovación en Cannes y siendo nominada a seis premios oscar (incluyendo mejor guion original y mejor película en lengua extranjera), ganando tres: Diseño de producción, Cinematografía y Maquillaje. Es protagonizada por Ivana Baquero (Ofelia), Sergi López (Vidal), Maribel Verdú (Mercedes), Doug Jones (cuerpo) y Pablo Adán (voz) como el Fauno/Hombre pálido/Narrador, Alex Angulo (Ferreiro), Ariadna Gil (Carmen) y Roger Casamajor (Pedro).
Lo primero que debo reconocer es la maestría técnica demostrada por Del Toro, que se refleja de mejor manera en cómo el diseño de producción logra comunicar con fidelidad la decadencia de ambos mundos, pero dando a cada uno de una paleta de colores muy distintiva que consigue no sólo darle identidad propia a la fantasía del realismo, sino en la segunda parte a los estadíos intermedios entre uno y otro. Asimismo, la combinación de locaciones y sets da una vibra atemporal a la cinta y le permite oscilar entre el naturalismo y el surrealismo de forma orgánica.
El elenco, en su totalidad de habla hispana (pues aunque Doug Jones terminaría siendo doblado, aprendió sus líneas en el idioma original para que el trabajo vocal de Adán empalmara con su movimiento bucal), es excelente, volviendo memorables incluso a los personajes secundarios. Muchas alabanzas se han dado hacia el trabajo de Ivana Baquero (una excelente actriz infantil) y Sergi López, así como de Maribel Verdú, quien tiene quizá el rol más complejo de la cinta, pero la última vez que a vi quedé absorto por la historia del doctor Ferreiro, y si su subtrama funciona es en gran medida por una poco apreciada interpretación de Alex Angulo.
Abordando primero el aspecto de "mundo real" de la cinta, creo que situarlo una vez terminada la Guerra Civil Española fue una decisión de guion muy acertada, pues no sólo contribuye a la atmósfera desoladora de la primera mitad, sino que al haber terminado ya la guerra permite que los personajes se cuestionen el por qué seguir luchando si ya no hay esperanza, al menos aparentemente. En ese sentido, la dirección de Guillermo del Toro en ningún momento invisibiliza la crueldad de la época, mostrando ejecuciones y torturas con una brutalidad efectiva precisamente por ser contenida, y en ocasiones implícita. En ese sentido, el personaje del capitán Vidal es un antagonista muy bien construido, desde detalles recurrentes como su reloj, hasta lo metódico de sus rituales, mostrando al mal como algo mecánico, casi inexpresivo, pero aun así dotándolo de personalidad y motivación, siendo el momento en el que finge degollarse a sí mismos una de las miradas más interesantes a su psicología por la ausencia de diálogo.
En cuanto al lado mágico, siguiendo las inclinaciones del director, la película es un muy buen ejemplo de fantasía oscura, subgénero que se encuentra en las fronteras con el horror, en el que lo sobrenatural no es algo de lo que asombrarse sino algo a lo que temer. Para conseguir esto, el equipo de producción diseñó criaturas con maquetas y maquillaje (muy pocos efectos digitales), que encontraran el balance entre lo grotesco y lo humano. El trabajo corporal de Jones en sus dos papeles es notable, pues el movimiento que da a los seres roza lo antinatural, casi como marionetas, lo que ayuda a la audiencia a pensar que está en una versión retorcida de un cuento de hadas. Tomando inspiración del folclor británico y grecolatino, aportando sus propias ideas, los personajes de Del Toro se encuentran entre lo extrañamente bello (su propia versión de las hadas), lo atemorizante (el hombre pálido, siendo la secuencia que protagoniza la más memorable de la cinta, por las implicaciones que tiene) y lo intermedio, un fauno que parece tener buenas intenciones, pero en el que nunca confías del todo.
He visto muchos análisis que intentan establecer similitudes de ambas tramas en una relación 1:1, con personajes paralelos y significados alegóricos, y aunque son sin duda interesantes, creo que es más importante comprender las conexiones en un nivel estético y narrativo. Por ejemplo, no es casualidad que los rebeldes se oculten entre los árboles (lo más mágico del mundo real) o que la llave y el cuchillo de Ofelia tengan su símil en la historia de Mercedes. Sin embargo, la más interesante y evidente de todas es como la comida es un rasgo fundamental en el guion: en el mundo de fantasía, la primera prueba es vencer a un sapo que envenena el árbol que habita al comer demasiado, y en la segunda el hombre pálido gobierna sólo sobre un suculento banquete. Una cena similar aparece en la mesa del capitán Vidal en una escena anterior, quien tiene una bodega llena pero obliga a los habitantes a vivir de raciones, incluso robándoles un par de conejos que, cómo revela la escena, son demasiado chicos para ser de algún sustento. De esta manera, el exceso en general, representado por la comida, es la encarnación del mal y una crítica evidente a las élites y el poder.
Mucha discusión en redes gira en torno a un final, que muchos creen abierto, lo cual indica que en realidad es incomprendido. Aún más, creo que si el desenlace es real o una ensoñación no tiene relevancia para la historia (aunque todo apunta a que sí es real), pues incluso si es falso es consecuente con los temas de la película: la narración inicial establece la pérdida de memoria como el principal castigo, no la muerte, y Vidal aunque un valiente en lo que concierne a su propia vida, está obsesionado con la idea de legado. ¿Se puede vivir para siempre? Esta es una interrogante que el guion arroja desde el cuento de la rosa de la inmortalidad (cuya moraleja tiene una complejidad filosófica interesante), y se responde al retomar la idea del legado, que para Del Toro es el efecto que dejamos en las personas, las marcas "sólo visibles para quien sepa donde mirar" como dice la narración final. Dos personajes parecen morir al final de la cinta, y las tomas finales alrededor de ellos proporcionan toda la información sobre la respuesta al tema de la cinta, con independencia de si creemos o no en la fantasía).
Cierro con el que considero el otro tema importante de la película, y uno no tan explorado como el del tiempo y el recuerdo: la responsabilidad civil. La tercera prueba no tiene nada que ver con un banquete y un monstruo, como las dos anteriores, sino con la inocencia y la violencia. Sin embargo, el detalle más importante es que antes del clímax, el fauno hizo a Ofelia prometer que lo obedecería sin protestar, un paralelismo a la manera en la que Vidal espera que quienes lo rodean (subalternos, familiares, civiles) se comporten, y que el doctor cuestiona al final de su subtrama. Condenar el obedecer por obedecer, y dejar en claro que el no hacer lo correcto no se puede esconder detrás de pretextos, es una lección que todos debemos tomar en cuenta, pues la lealtad mal entendida es aún más peligrosa que la rebeldía.
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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