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El prisionero de Azkaban

¡Bienvenidos pasajeros! No es esta la primera vez que toco el tema de Harry Potter en este espacio, pero considerando que he dedicado la sección de películas a Narnia y el Señor de los Anillos, y he reseñado Percy Jackson, me parece necesario cubrir otro de los pilares de la fantasía moderna en lengua inglesa. Sin embargo, al contrario que con otros ejemplos, no me siento cómodo cubriendo una franquicia completa, pues hay algunas películas que no disfruto, y procuro mantener este espacio positivo en la medida de lo posible. Por eso, el día de hoy reseño únicamente la película que me parece mejor lograda de la saga: El prisionero de Azkaban.


Estrenada en 2004, la tercera entrega de la serie de fantasía fue escrita por Steve Kloves y dirigida por Alfonso Cuarón. Al elenco de las dos películas anteriores: Daniel Radcliffe (Harry Potter), Rupert Grint (Ron Weasley), Emma Watson (Hermione Granger), Robbie Coltrane (Rubeus Hagrid), Alan Rickman (Severus Snape), Tom Felton (Draco Malfoy) y Maggie Smith (Minerva McGonagall), entre otros, mientras que las nuevas incorporaciones consisten en Gary Oldman (Sirius Black), Timothy Spall (Peter Pettigrew), David Thewlis (Remus Lupin) y Emma Thompson (Sybill Trelawney), con Michael Gambon reemplazando por primera vez al fallecido Richard Harris en el rol de Albus Dumbledore. Un éxito comercial pese a ser la que menos recaudó de las ocho originales, tuvo una extraordinaria recepción crítica y fue nominada a dos premios Oscar.


En esta cinta, el mago Harry Potter y sus amigos se preparan para volver al colegio, cuando se entera que un peligroso criminal, Sirius Black, cómplice del asesino de sus padres, ha escapado de prisión; por lo que la escuela será custodiada por monstruosos guardianes que despiertan los miedos más profundos del muchacho. En esta película, Cuarón toma las riendas de la historia del director Chris Colombus, en lo que resultó un cambio sin retorno en cuestión de tono y atmósfera.


Uno de los elementos en los que esta adaptación se distinguió de sus predecesoras es que es la primera película que se atreve a realizar cambios sustanciales al libro, incluyendo remover subtramas enteras como la de la copa de Quidditch. Algunos son más afortunados que otros (sé que algunos lectores les pareció demasiado la secuencia extendida del autobús noctámbulo, y creo que la omisión de algunas revelaciones clave en el tercer acto son desafortunadas), pero a cambio hay una comprensión muy profunda de los personajes, y centrarse en el proceso de maduración de Harry, confiando en que la audiencia esté lista para dar el salto con él, resulta en una experiencia que la mayoría de los fanáticos han descrito como satisfactoria.


Parte de los cambios que realiza Cuarón a la historia, es realzar el elemento de misterio, parte fundamental del espíritu de los libros, a lo largo de toda la cinta. Si bien la versión literaria ofrece pistas sutiles a lo largo de la trama, la mayoría de las revelaciones están contenidas en un tercer acto que, en honor a la verdad, está muy bien escrito. Sin embargo, Cuarón lo eleva a un nivel superior al añadir elementos inexplicables (usando a la perfección el nuevo recurso del Mapa del Merodeador) que elevan la intriga y vuelven más satisfactorias las revelaciones.


A un nivel meramente técnico, Prisionero de Azkaban presenta sin lugar a dudas la dirección más creativa de toda la saga, con movimientos de cámara ligeramente temblorosos o torcidos, diseñados para producir incomodidad en el espectador y recursos estilísticos como el uso de reflejos; así como planos secuencia muy bien trabajados, por lo general jugando con cambios en la locación, que acompañados de recursos como la alteración de la distancia, el enfoque y la perspectiva sin hacer cortes (la mayoría de las secuencias son de seguimiento), permite narración a múltiples niveles, y proporciona al espectador información sobre el estado emocional de los personajes sin necesidad de que el guion sea explícito.


En ese sentido, creo que la película tiene algunas de las mejores interpretaciones de la saga, y es claro que Cuarón y su equipo fueron los primeros en tratar a los actores infantiles como adultos, exigiendoles un mayor nivel de emoción. En particular con el personaje de Harry, el guion decide reemplazar el shock e impotencia de la versión literaria por una furia que le exige más a Radcliffe, pero que el actor logra balancear con los puntos de trama arquetípicos de una historia de maduración. En cuanto a los personajes adultos, Spall, Thewlis, Thompson y en especial Oldman son excelentes incorporaciones al elenco, pues en ellos descansan no sólo momentos de humor, sino la fuerza de las revelaciones, pues las revelaciones en esta película están impregnadas de nostalgia, arrepentimiento, y una tragedia que los actores logran respirar. En cuanto a los veteranos, algunos no tienen mucho que hacer, y es claro que a Gambon le está contando adaptarse al personaje, pero creo que Rickman ofrece en esta cinta su mejor actuación como el personaje de Snape, y la más cercana al libro.


Muchos han comparado Prisionero de Azkaban con una película de terror, y esto se debe en gran medida al excelente trabajo con efectos especiales, tanto prácticos (como el inflamiento de tía Marge, que no puedo creer que no sea CGI) como digitales. Esta historia es, de toda la franquicia, la que más depende del diseño de criaturas, y el equipo de efectos logró un trabajo espectacular al caminar la línea entre el asombro de las primeras películas (ejemplificado en la majestuosidad de Buckbeak) y una sensación creciente de peligro (con un hombre lobo y un perro terroríficos) y unos dementores que son la encarnación misma del miedo.


Asimismo, creo que el uso extenso de locaciones reales en lugar de sets ayuda al tono de la historia, pues los personajes se sienten más pequeños en el mundo y la atmósfera más fría, lo que ayuda a producir el sentimiento carcelario que el castillo de Hogwarts necesita adquirir. Cuando se vuelven a ocupar maquetas o interiores, el diseño de producción se recrea en rejas, pasadizos y lugares abandonados; lo que permite que la locación adquiera un tono gótico y oscuro, sin perder la consistencia estética.


La paleta de colores es el cambio más evidente, pues realza el tono oscuro de la película y el miedo de los personajes, además de jugar con claroscuros para crear una sensación ominosa en el espectador, y prepararlo para posibles sobresaltos. Por primera vez en la franquicia la atmósfera parece indicar un peligro de muerte real en los personajes, lo cual le da peso a cada escena en la que el nombre de Sirius Black es mencionado. Aunque algunas de las secuencias de acción (sobre todo el clímax en la Cabaña de los Gritos, y las apariciones de los dementores) son serias por completo, Cuarón equilibra una historia más madura, que explora temas de aislamiento, abandono y traición; con momentos de humor bien logrados, y otras secuencias de acción que se atreven a ser divertidas, logrando un buen balance de tonos. En ese mismo sentido, creo que la música de John Williams está infravalorada pues casi no usa los temas de las películas anteriores, pero los reemplaza con una música que oscila entre lo tétrico y lo divertido por su variedad en la instrumentación, además de ofrecer la que considero la más hermosa composición de la saga con A Window to the Past, que encapsula a la perfección el sentimiento de añoranza, pero que en su orquestación completa adiciona de manera impecable el triunfo y esperanza de escenas como la del hechizo Patronus.


Finalmente, no me extenderé en esta parte, por si alguno de ustedes lectores no ha visto la película, pero puedo afirmar sin lugar a dudas que esta película contiene el mejor uso de viaje en el tiempo que he visto en un blockbuster, pues combina reglas claras con una estructura bien planteada y maestría detrás de la cámara.




Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío

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1 comentario


¡Excelente análisis! No puedo negar que después de leer la reseña me dieron ganas de volver a ver la película, a pesar de que es la que menos disfruto de todas.

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