El príncipe de Egipto
- raulgr98
- 28 mar 2024
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! El día de hoy, para conmemorar la semana santa, les presento una de mis películas animadas femeninas, y de las mejores adaptaciones bíblicas que ha hecho uno de los grandes estudios.
Dirigida por Brenda Chapman, Steve Hickner y Simon Wells, escrita por Philip LaZebnik, la cinta de 1998 adapta la primera parte del libro del Éxodo, integrando su elenco Val Kilmer (Moisés), Ralph Fiennes (Ramsés), Michelle Pfeiffer (Séfora), Sandra Bullock (Miriam), Jeff Goldblum (Aaron), Danny Glover (Jetro), Patrick Stewart (Seti), Helen Mirren (Tuya), Steve Martin (Hotep), Martin Short (Huy) y Ofra Haza (Jocabed). De un éxito taquillero indiscutible (por años fue la película animada no-Disney que más recaudó por años) y ganó un Premio Oscar. Esta reseña se dividirá en tres secciones: el análisis de la película, mi opinión de como maneja la religión, y la música.
Hasta donde recuerdo, esta es la única película del catálogo de Dreamworks que utiliza en su mayor parte con animación tradicional. El resultado es un diseño de producción con líneas más duras que su principal competidor en la época (el Renacimiento Disney), lo que le da una estética única. Muchas de las tomas, sobre todo las panorámicas, parecen cuadros, y en la recreación de los monumentos egipcios hay cierta tridimensionalidad que los vuelve majestuosos, pero inhumanos a la vez. En cuestión técnica, las dos secuencias más impactantes son la visión de Moisés en el templo (que implica un cambio en el estilo de animación) y la división del Mar Rojo, que simplemente quita el aliento.
Esta historia debería ser un caos tonal, pero de alguna manera el equipo de dirección lo logra. Pese a no esconder la madurez de la historia (el infanticidio es narrado de una manera sorprendentemente explícita para una cinta familiar), la cinta logra relajar el drama de la trama con un humor muy bien repartido a lo largo de la cinta (aunque va disminuyendo conforme el conflicto avanza), y un puñado de secuencias de acción (la más memorable la de las plagas), que dan a la historia un ritmo más cercano al de la aventura que al de la parábola, lo que quizá sea la clave para su accesibilidad. Tres personajes tienen un rol expandido con respecto al material original, y los tres tienen el propósito de hacer a Moisés un personaje más redondo: Séfora (su esposa), Miriam (su hermana) y Ramsés (su hermano). Este último es uno de los mejores villanos del cine de animación, pues el corazón de la cinta descansa en el rompimiento de una relación de hermanos, donde el afecto es tan palpable como la rivalidad, y la inevitable separación es tan dolorosa para el espectador como para los personajes.
Se ha dicho que se consultó a expertos bíblicos laicos y teólogos de varias religiones para que la adaptación fuera no sólo accesible sino respetuosa. Habiendo leído tanto los pasajes bíblicos como visto otras adaptaciones de la historia, creo que esta es una de las mejor logradas. Hay un mayor énfasis en el conflicto interno de Moisés que en la Biblia (donde éste acepta su herencia hebrea mucho más rápido y sin tanta duda) y los puristas probablemente encontrarán queja en la caracterización de Aarón, apenas un personaje, pero creo que su posición ante la religión es hermosa. La justicia y la identidad son temas importantes para la cinta, pero el eje central es la necesidad de creer, incluso en las peores circunstancias, comunicado de forma efectiva tanto visual como auditivamente. Aunque es fiel al Dios del Antiguo Testamento, temible en su ira, la humanización de Moisés permite explorar también el aspecto de la misericordia, más acorde al Nuevo, lo que puede explicar porque esta cinta resonó tanto en judíos como en cristianos. Mi escena toda la película es la conversación de Moisés con Dios, no sólo por la bella animación de la zarza ardiente, sino por la narrativa visual que son las expresiones del protagonista, en un claro descubrimiento de fe, y el trabajo vocal de Kilmer, quien interpreta a ambos personajes. Investigando para esta reseña, descubrí que la decisión de que el mismo actor interpretara a ambos personajes es que, en palabras del editor de sonido Don Bender: "aunque Dios es más grande que todas las cosas, cuando lo escuchamos es con una voz muy parecida a la de nuestra cabeza, pues vive también dentro de nosotros". Algunos podrán no estar de acuerdo con dicha afirmación, pero creer en ese tipo de conexión íntima me parece una bella visión.
Quiero cerrar con la música, con orquestación a cargo de Hans Zimmer y letras de Stephen Schwartz, pues este es uno de mis musicales favoritos. En primer lugar, creo que es justo darle su reconocimiento a las voces cantantes, pues del elenco antes mencionado, solo Haza, Martin, Short, Pfeiffer y Fiennes realizaron el apartado musical, Amick Byram, Sally Dworsky, Brian Stokes Mitchell y Linda Dee Shayne doblan a Kilmer, Bullock, Glover y Mirren, respectivamente. La poderosa banda sonora instrumental realza los momentos más bellos de la película (la zarza, el mar rojo, por ejemplo), mientras que las seis canciones principales son piezas cada una emblemática: Playing with the big boys, la canción de los villanos, es quizá la menos resonante de todas, aunque rescatable por su energía, pero el resto contiene el desarrollo temático y religioso de la cinta: Deliver Us hace un excelente uso del coro mixto, pues los hombres muestran la desgarradora crueldad hacia los oprimidos, y las mujeres la esperanza que se aferra a la fe. All I ever wanted es una pieza largamente ignorada en la discusión del álbum, pero pese a su brevedad es una excelente muestra del conflicto interno del personaje principal, con melodías paralelas a The Plagues, que combina a la perfección el terror de la ira divina con el conflicto entre dos hermanos. Sin embargo, son dos piezas las que considero tienen el mayor valor: When you believe, sobre la importancia de creer incluso cuando parece que Dios no ofrece respuesta (cantada por Whitney Houston y Mariah Carey en los Oscar) y Through heaven eyes, que invita a la reflexión sobre nuestro lugar en el mundo, en un plan divino.
Dura poco más de hora y media, pero el nivel de significado que contiene rebasa el metraje. Para aquellos que creen, encontrarán un mensaje lleno de esperanza, y para aquellos que son un poco reacios al discurso religioso, les reitero que El príncipe de Egipto de ninguna manera es propaganda, o adoctrinadora. Los realizadores no esconden su fe, pero la envuelven en una excelente y compleja narrativa.
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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