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El secreto de sus ojos

¡Bienvenidos pasajeros! El día de hoy continuamos con la exploración de cultura latinoamericana contemporánea con un vistazo al cine argentino, pues la industria cinematográfica de ese país es de las más importantes del mundo, de reconocimiento internacional. Muchas películas del país sudamericano han tenido presencia importante en las temporadas de premios, y el día de hoy recomiendo una de las más influyentes.


Basada en la novela de Eduardo Sacheri, quien co escribe el guion con el director Juan José Campanella, la cinta de 2009 es de las películas argentinas más taquilleras de la historia, y gozó también de una excelente recepción crítica, incluso ganando el Oscar a mejor película internacional (tan sólo la segunda argentina en lograrlo). Juntando a talento importante de ese país, el elenco está encabezado por Ricardo Darín (Benjamín Espósito), Soledad Villamil (Irene Menéndez-Hastings), Guillermo Francella (Pablo Sandoval), Pablo Rago (Ricardo Morales), Mariano Argento (Romano), Javier Godino (Isidoro Gómez) y David Di Nápoli (Escribano).


Un thriller policiaco cuya historia transcurre a lo largo de veinticinco años, la trama sigue a un inspector obsesionado con resolver un brutal feminicidio, lidiando con un sistema ineficiente y falta de recursos, pero con el apoyo de dos colaboradoras de la oficina en una gran dinámica. El marco narrativo, no lineal, convierte al Espósito del futuro en un narrador no confiable, lo que da un nivel adicional de misterio a la cinta. Como muchas cintas argentinas, el trauma de la brutalidad de la dictadura de Videla es palpable, y creo que la atmósfera constante de terror y tragedia es clave para el triunfo del tono de la película.


A niveles técnicos, considero a la cinta un triunfo, pues la dirección utiliza con maestría el recurso de escenas de una sola toma, más de una vez, para darle más peso a los momentos dramáticos. El diseño de producción, que recrea de manera muy efectiva la Argentina tanto de la década de los setenta como la de los noventa. La cinematografía es excelente, con un buen uso del color, así como la presencia de elementos simbólicos recurrentes (la puerta, la mirada), para apoyar la narrativa. Entre otros elementos narrativos, es sin lugar a dudas el mejor uso que he visto del fútbol que yo he visto en un largometraje, pues sirve un propósito tanto temático como narrativo, y la toma continua en el estadio es una maravilla técnica.


A un nivel temático, el guion explora de una manera muy efectiva el concepto de justicia, lanzando a la audiencia preguntas difíciles y teniéndole la confianza de que encuentre las respuestas solo: ¿qué hacer cuando el sistema falla? ¿Cuál es un castigo justo para los que nos agravian? El asesinato que detona la investigación es sin duda difícil de ver, pero la crítica va más allá de la violencia, pues sin dar detalles de la trama, lo que a mí más me atemorizó es la actuación de las autoridades, primero el intentar sepultar una investigación por que evitar un escándalo es más importante que descubrir la verdad (lo que permite a su vez al guion hacer un breve comentario sobre la discriminación contra migrantes y obreros de clase baja) y después la utilización de criminales como sicarios y agentes de gobierno. Sin embargo, la película no se ahoga en el pesimismo, pues hay un alivio cómico bien incorporado y no se puede subestimar la subtrama romántica, construida de forma deliberada, pero bastante efectiva, y constituye el corazón de la cinta.


El talento detrás de cámaras se complementa con un gran elenco, que entrega increíbles actuaciones, en las que el ensamble no tiene un punto débil, con actores secundarios como Mariano Argento y Pablo Rago robando escenas completas. Soledad Villamil es sorprendentemente carismática y tiene buena química con el protagonista Ricardo Darín, quien da una interpretación compleja y polifacética en un complicado rol, pero es Guillermo Francella quien se lleva un reconocimiento especial, con un papel que debe funcionar simultáneamente como alivio cómico, pero foco de algunas de las escenas más desgarradoras de la cinta.


El guion es excelente, con diálogos memorables que cargan la trama de tensión pese a la relativa falta de acción, y son el principal soporte de un misterio que parece predecible al inicio, pero tiene giros de trama bien ejecutados. El monólogo de Sandoval sobre la pasión, y el último descubrimiento de Espósito son algunas de las mejores escenas no sólo del cine argentino, sino del universal, y ambas están acentuadas por un aspecto que no he visto alabado a menudo, la excelente banda sonora de Federico Jusid y Emilio Kauderer.


La primera vez que tuve acceso a esta historia fue con un espantoso remake de Hollywood, que consideraba malo incluso antes de saber la existencia de una película original. Como mencioné un par de semanas atrás, no todos los remakes son malos, pero rara vez se encuentra en uno, sobre todo si cambia el país que lo hace, el mismo nivel de pasión, por lo que espero que esta recomendación sirva como una invitación más a ampliar nuestros horizontes y, en la medida de nuestras posibilidades, acercarnos al gran talento en el cine internacional.






Hasta el próximo encuentro…


Navegante del Clío


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