El silencio de los inocentes*
- raulgr98
- 31 ago 2022
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos a bordo! En esta primera edición de la película de la semana comparto con ustedes la que en mi opinión es la mejor película de terror de todos los tiempos: El silencio de los inocentes (título original: The silence of the lambs).
Antes de comenzar con la crítica, es importante dar algunos datos técnicos de la película. Estrenada a principios de 1991, está basada en la novela del mismo nombre de Thomas Harris (publicada en 1988). La adaptación está a cargo del guionista Ted Tally y la dirección de la mano de Jonathan Demme; mientras que el elenco incluye a Jodie Foster (Clarice Starling), Anthony Hopkins (Hannibal Lecter), Scott Glenn (Jack Crawford), Ted Levine (Buffalo Bill) y Anthony Heald (Frederick Chilton). La cinta fue recibida con ovaciones por parte de la crítica y estuvo nominada a siete premios Oscar, de los cuales ganó cinco: Mejor Película, Mejor director, Mejor guión adaptado, Mejor actor (Hopkins) y Mejor actriz (Foster).
Para quienes no estén familiarizados con la trama, El silencio de los inocentes sigue a la agente del FBI Clarice Starling en su búsqueda de un secuestrador y feminicida serial apodado Buffalo Bill. Desesperada por pistas y con el tiempo encima cuando la hija de una senadora se convierte en la más reciente víctima, Clarice debe recurrir a la ayuda del doctor Hannibal Lecter, un brillante psicólogo que puede ayudarla a deducir la identidad del secuestrador. El único problema es que Lecter se encuentra preso por homicidios múltiples y canibalismo.
Leyendo esta sinopsis, uno podría extrañarse de que haya catalogado la cinta dentro del género del terror, pues parece tener más en común con el thriller policiaco; pero aunque una investigación criminal si conforma el eje central de la trama, creo que hay tres elementos que firmemente vuelven a esta película terrorífica y que son en torno a los cuales estructuro este escrito: la tensión generada por el suspenso, el shock gráfico y el miedo psicológico.
El primer punto es en el que creo yo la película difiere más de un misterio tradicional: al seguir a la víctima principal conocemos el rostro de Buffalo Bill mucho antes que Clarice, por lo que la audiencia no está revisando junto con los personajes distintos sospechosos ni interpretando pistas a la par que un detective. Por el contrario, el suspenso no se encuentra en descubrir quien es el asesino, sino en la angustia que genera el preocuparse si el personaje de Jodie Foster lo va a encontrar a tiempo. Pasar tiempo con una víctima inocente en su cautiverio y ver desde su punto de vista lo monstruoso del antagonista principal le da un fuerte sentido de urgencia a la trama, que se convierte en una carrera contra el tiempo cuyo posible desenlace hace temer al espectador.
El segundo elemento ha resaltar es el shock gráfico, pues aunque la película no se caracteriza por tener muchas escenas de acción, cuando recurre a ellas la dirección se luce al escoger ángulos que junto con la edición de sonido y la banda sonora de Howard Shore puede asustar gravemente al espectador desprevenido. Si bien la confrontación final tiene su justa medida de tensión y la caracterización del villano presenta ciertos elementos perturbadores que retomaré más adelante, las palmas en este rubro se las lleva la secuencia protagonizada por Anthony Hopkins poco antes del tercer acto, sin duda la más violenta, escalofriante y sanguinaria de toda la cinta. Sin embargo, y a pesar de la maestría de esta escena, la violencia no es ni el elemento más aterrador ni el mejor logrado de El silencio de los inocentes, pues ese honor pertenece al tercer punto.
El miedo psicológico es la principal fortaleza del guión de esta película, y está casi exclusivamente presente en las distintas conversaciones que tienen los personajes centrales de Lecter y Starling. Los dos tienen una dinámica muy compleja en la que tintes de desprecio, curiosidad e incluso admiración se entremezclan de manera difusa, algo que solo es posible gracias a las magistrales interpretaciones de Foster y Hopkins, quizá las mejores de sus respectivas carreras. Jodie Foster debe combinar determinación e inteligencia con un temor subyacente que es clave para su caracterización y define por completo su identidad y motivaciones (sumado a una sutil exploración de los roles de género como uno de los temas de la cinta), mientras que Anthony Hopkins crea a uno de los mejores villanos del cine con poco más que su carisma magnético y una serenidad que esconde la locura detrás. Estos dos personajes logran crear una relación en la que entiendes porque Starling recurre al doctor caníbal, pero a la vez temes por ella y sus decisiones, pues es claro que a pesar de estar tras las rejas es Lecter quien tiene el poder de la situación, y el terror psicológico viene con preguntarse y angustiarse sobre si acaso salvar la vida de una muchacha vale el someterse a un juego tan peligroso.
En tiempos recientes la película se ha visto envuelta en una controversia sobre si la caracterización de Buffalo Bill es perjudicial para la comunidad LGBT, lo cual es una discusión compleja con fuertes argumentos a favor y en contra, siendo quizá el único elemento que se podría considerar negativo de la película (en lo personal, creo que si se escuchan los diálogos con atención, el guión tiene cuidado de no caer en estereotipos dañinos, pero coincido en que podría haber sido más enfático en ese sentido). Sin embargo, creo que a pesar de esta crítica la película se sostiene con un muy alto estándar de calidad, y tiene un gran valor al verse múltiples veces a pesar de conocer el desenlace aunque sea sólo para comprender las sutilezas de las interpretaciones de los dos actores principales, que considero entre las mejores de la década.
En conclusión, El silencio de los inocentes es una poderosa película que se puede describir con las mismas palabras que se podrían aplicar al mismo Hannibal Lecter: peligroso, refinado, inteligente, violento. Le respetas y le temes, pero a la vez no puedes dejar de ver por lo cautivado que te encuentras.
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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