Especial 2x1 de boxeo
- raulgr98
- 8 abr
- 8 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! Lamento mucho tener que volver a retrasar las reseñas de la semana, pero el ver entretenimiento también es un acto comunitario, y los tiempos de mi círculo no han coincidido. La próxima semana haré un experimento en esta sección, cuyos detalles no adelantaré, pero que me motivaron a cubrir hoy dos películas a la vez. Aunque es común analizar cintas de manera conjunta, por lo general éstas son grabadas al mismo tiempo, o secuelas consecutivas. El caso de hoy es distinto: pese a mis enormes diferencias políticas con el individuo que lo creó, he sido testigo de primera mano del impacto que Rocky Balboa ha tenido en la cultura popular, y hoy quiero hablar de dos de las mejores de la franquicia, separadas en el tiempo pero que creo, en retrospectiva, son un gran complemento una de la otra.
La primera de ellas es Rocky III, estrenada en 1982, escrita y dirigida por Sylvester Stallone, quien también la protagoniza junto con Talia Shire (Adrian Pennino), Carl Weathers (Apollo Creed), Burt Young (Paulie Pennino), Mr. T (Clubber Lang), Tony Burton (Duke Evers) y Burgess Meredith (Mickey Goldmill). Un gran éxito en taquilla, su recepción crítica fue mixta al momento del estreno, pero ha ganado una revalorización en las décadas subsecuentes. Transcurriendo cinco años después de la película anterior, la cinta ve a Rocky Balboa entrenando con su antiguo rival para recuperar el título de un agresivo nuevo contendiente.
La segunda cinta de la que hablaremos hoy es la séptima de la franquicia, Creed; estrenada en 2015 y dirigida por Ryan Coogler, quien escribe el guion con Aaron Covington. Una historia que se desarrolla casi cuarenta años después de la película original, presenta a un nuevo protagonista: Adonis Creed (Michael B. Jordan), hijo del legendario boxeador quien busca a Rocky Balboa como entrenador, deseando iniciar su propia carrera en el ring. Stallone regresa a su papel como Rocky; estando integrado el resto del elenco por Tessa Thompson (Bianca Taylor), Phylicia Rashad (Mary Anne Creed), Tony Bellew (Ricky Conlan), Wood Harris (Little Duke Evers) y Graham McTavish (Tommy Holiday). Gozando de una excelente recepción crítica (aunque, controversialmente, fue dejada de lado en los Oscares salvo por una nominación a actor de reparto), fue también un éxito en taquilla y trajo nueva vida a la franquicia, uno de los pocos ejemplos exitosos de resucitación de propiedad intelectual.
¿Por qué de entre nueve películas hasta el momento, consideré idóneo hablar de estas dos específicamente? No negaré que el motivo inicial fueron preferencias personales, pues se trata de mi favorita de la saga original y la mejor del reinicio respectivamente, pero entre más pensaba en ellas más me percataba de lo unidas que estaban. Uno pensaría que el lazo más fuerte de Creed con las películas anteriores serían la primera entrega (dada su estructura y función como un soft reboot) o la cuarta (en la que muere Apollo, padre del nuevo protagonista), y sin duda los paralelos existen, pero creo que hay una conexión más sutil, pero quizá más estrecha con la tercera película, comparación pocas veces realizada. Sin embargo, antes de pasar a estos puntos de encuentro, creo que es importante mencionar algunos de mis aspectos favoritos de cada película en lo individual.
Comenzando con Rocky III, me parece que, aunque se apega a la fórmula que tan bien funciona en las películas de deportes, la ajusta lo suficiente para lograr que se distinga del resto de la franquicia: por ejemplo, las dos peleas con el antagonista (por lo general solo es una) están planteadas con la misma importancia por parte de la dirección, y las dos funcionan como clímax de sus respectivos actos. Colocar a Rocky Balboa en una posición de superioridad al inicio de la cinta también sirve como un contraste interesante con el resto de la franquicia, y le da uno de los mejores arcos narrativos de la primera parte de la saga. El guion, aunque no desprovisto de clichés, me parece con más virtudes que defectos, sobre todo por su capacidad de inyectar a la historia de una sana dosis de humor (de hecho, creo que es la más divertida de la franquicia), sin descender a la hipérbole casi caricaturesca de la película siguiente. Finalmente, debo decir que el elemento que para mí hace a Rocky III tan memorable es que contiene al que creo es el mejor montaje de entrenamiento de la franquicia, logrando todas las pautas emocionales gracias a una gran incorporación musical, y también cuenta con el mejor tema de las películas, Eye of the Tiger, nominado al Oscar a mejor canción original.
Si Rocky III tiene un tono ligero, acentuando con escenas dramáticas bien logradas, Creed es la bestia opuesta: el guion se toma a sí mismo muy en serio, concentrándose en una madura exploración temática, pero sin dejar de lado la chispa de humor que hace carismáticos a los personajes, quizá con las mejores actuaciones de toda la franquicia, mucho más naturalistas que algunas de sus predecesoras. Contando con un ritmo impecable y peleas muy bien coreografiadas, Creed me parece sin lugar a dudas la película mejor dirigida de la saga, con una cinematografía impecable y una edición memorable, que logra capturar tanto la melancolía de las escenas calladas como la emoción de la acción. Aunque la estructura de la historia, sobre todo en lo que concierne al antagonista principal, es muy parecida a la primera cinta, creo que el equipo creativo encontró el balance ideal entre honrar el pasado y forjar su propio camino, resultando en una película que satisfizo a los fans devotos de Rocky Balboa, pero es totalmente disfrutable como obra separada.
En cuanto a los puntos en común, si bien la franquicia de Rocky siempre ha puesto mucho énfasis en el romance central (y creo que Creed no es la excepción, y es de las cintas que da más dimensiones al interés amoroso), no se puede negar que, como es común en estas historias, el segundo personaje más importante de la cinta es el mentor. Aquí es donde yo encuentro el primer punto fuerte de conexión entre las dos películas que recomiendo, pues son las únicas donde la reticencia de uno de los miembros de la dupla es un punto importante de la trama, aunque de forma inversa: si en Rocky es el aprendiz el que se resiste a aceptar un nuevo entrenador tras el fallecimiento de su original, en Creed es el maestro quien se niega a entrenar un nuevo pupilo. El resultado son las dos películas de toda la saga donde mejor se explora la relación atleta-entrenador, pues es una que no está consolidada y presenta altibajos por motivos personales (en la primera cinta, son antiguos rivales; mientras que en la segunda Rocky es una figura paterna ausente para Adonis) que le dan más complejidad a la dinámica pero también hacen más poderoso el punto de conexión entre ambos. En el caso de la primera película, la icónica amistad entre Rocky y Apollo es construida casi exclusivamente en esta cinta de una forma más que creíble pese a la corta duración, mientras que en la segunda, los momentos más humanos de toda la saga son elevados por la química que construyeron los dos actores, sobre todo en las secuencias más íntimas.
Sylvester Stallone es el único actor que aparece en varias películas, y aunque no quiero desestimar el trabajo de caracterización hecho en la sexta película, que toca temas similares; creo que las dos películas que mejor logran humanizarlo al ponerlo en los momentos más bajos de su vida son las dos cintas que reseño aquí. Si la sexta entrega enfocaba el dolor de Rocky en la nsotalgia, tanto Creed como Rocky III le dan otro cariz a la derrota, una igual de peligrosa: la falta de propósito. De hecho, aunque el personaje está en momentos muy diferentes de su vida en cada cinta, el arco narrativo es similar: encontrar nueva fortaleza después de grandes pérdidas personales, lidiando con aspectos físicos (la edad y el cáncer respectivamente) y creo que ambas cintas son, junto con la original, las mejores muestras de la personalidad que lo hizo tan entrañable con el público: en el lado de la masculinidad clásica, su increíble fuerza de voluntad, pero también otro aspecto que creo que es aún más importante para las audiencias: la necesidad de un círculo de apoyo, realzando la importancia de la conexión humana en cualquier momento de la vida.
Uno pensaría que Rocky IV sería la película de la saga que más tendría que decir sobre la muerte, ya que es la única donde hay un fallecimiento en el ring, pero creo que las mejores reflexiones están en estas dos cintas, con Mickey en la primera y Balboa en la segunda como personajes paralelos, en el ocaso de la vida. De hecho, aunque la estructura de Creed es muy parecida a la primera en forma superficial, el detonante es mucho más parecido a la tercera: pues parte del miedo a la muerte: si en Rocky III, Mickey amañaba peleas para no arriesgar a su pupilo, en Creed es su propia madre adoptiva quien se opone a las decisiones profesionales del joven boxeador, producto del duelo y el trauma ante la pérdida de su marido. En ese mismo sentido, Clubber Lang y Ricky Conlan son rivales muy diferentes en cuanto a la caracterización, pero ambos son presentados como enemigos formidables que representan un peligro real a la vida de los protagonistas, quienes pasan gran parte del metraje considerando el efecto que tienen sus decisiones en sus seres queridos.
Otro elemento que ambas cintas tienen en común es la pregunta que lanzan al protagonista, y que se puede extender a todos los que seguimos una profesión en el deporte, el arte o la política, entre otros: ¿lo que se busca es la fama o la pasión? Aunque la duda temática está presente en ambas historias, de nuevo la ejecución es inversa, pues Rocky ha llegado a vanagloriarse de su propio nombre; adoptando una personalidad más grande que el mundo, lo que provoca su caída y lo obliga a regresar a sus orígenes. Adonis, por otra parte, se siente más cómodo en el anonimato, ama la lucha por la lucha en sí misma, y no busca un estatus de celebridad, pero también él debe regresar al pasado como una forma de moverse hacia adelante.
De esta forma llegamos a la que yo creo que es la unión temática más fuerte entre ambas cintas, pues las dos tienen a la idea de legado como su núcleo temático: Rocky fue un hombre que construyó su propia leyenda, y en la tercer entrega debe encontrar el balance entre preservar lo que ha logrado sin perderse en los símbolos y estatus. Adonis, por otra parte, pese a su deseo profundo de forjarse a sí mismo, no puede desprenderse de la leyenda que es su padre, y por lo tanto también debe encontrar un equilibrio entre honrar reputaciones pasadas y construir la propia, llegando ambos boxeadores a la misma realización: hay una manera de alcanzar la gloria, dejar un legado y conservar intacto el espíritu. Carl Weathers, quien interpretó a Apollo Creed, falleció el año pasado y el comentar dos películas, una que contiene posiblemente la actuación más carismática de su carrera, y la otra que está construida no solo alrededor de la sombra de su personaje, sino en homenaje a la historia del propio intérprete, una oda que afortunadamente logró ver en vida.
Creed y Rocky III son películas muy distintas, pero hay verdades comunes en el núcleo de ambas. En tono, ejecución y técnica son casi opuestas, pero las piezas del rompecabezas rara vez tienen la misma forma y a veces, las más diferentes son las que mejor se complementan.
Hasta el próximo encuentro…
Navegante del Clío
Comentarios