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Fantasmas escolares

¡Bienvenidos pasajeros! Hoy amanecí un poco nostálgico, y decidí reencontrarme en mi biblioteca con aquellas lecturas de la infancia, reviviendo recuerdos de mi madre regresando de trabajos con nuevos relatos de colecciones como "A la orilla del viento", del Fondo de Cultura Económica. En ese navegar, me encontré con uno de los viejos ejemplares que recuerdo con más cariño. No fue el primer libro que leí, pero sí fue sobre éste la primera evaluación de lectura que recuerdo haber tenido (con dibujos incluidos), en los meses previos a entrar a la primaria, lo que es suficiente para considerarlo parte de mis lecturas formativas.


"Fantasmas escolares" tiene un gancho que es a la vez familiar y fantástico, ideal para atrapar a los primeros lectores: sigue a dos niños fantasma (Alfredo y Antonia Hitchcock) que, tras quedarse dormido en la escuela nocturna de sustos, pasan un día completo en la escuela humana. De sólo siete capítulos, la estructura es sencilla pero efectiva, permitiendo identificar cada secuencia con facilidad, pero preservando elementos recurrentes de un capítulo a otro.


Releer literatura infantil es siempre un ejercicio interesante, pues cuando tenemos la edad a la que está dirigido, el libro es memorable por la historia, el humor o las imágenes. Al ser adulto, uno pone atención a la complejidad que requieren este tipo de narrativas qué, como hemos comentado con anterioridad, no deben menospreciarse. En la relectura de esta mañana, antes de comenzar a escribir, lo que más noté fue la madurez con la que el autor trata a sus lectores, respetando su inteligencia: en ningún momento los niños protagonistas son llamados "fantasmas" (esa es una deducción que el lector debe hacer por sí mismo), y la mayoría de las situaciones humorísticas son producto de que en todo momento el lector o lectora sabe más de la historia que cualquiera de los personajes, por lo que puede anticiparse a los hechos.


Me parece que, sobre todo considerando la brevedad del texto, el trabajo de caracterización es bastante efectivo en dos frentes: por un lado, las descripciones que realiza el autor de los personajes principales los vuelven instantáneamente reconocibles (labor realzada por las ilustraciones de Juan Gedovius, que de hecho acrecientan los elementos sobrenaturales más someramente descritos en el texto); y por el otro el delineado de personalidades, pues los dos hermanos son diferentes entre sí, con características muy marcadas (ella es imprudente y propensa a las malas palabras, el cortés pero un poco más ingenuo) que generan situaciones humorísticas, pero también ayudan a diferenciarlos. En cuanto a los personajes secundarios, me llama la atención que sólo tres (un alumno y dos adultos) tengan nombres, pero eso no significa que el resto esté carente de caracterización, pues el autor proporciona un rasgo físico o de vestimenta por el cual identificarlos, pero siempre ligado a rasgos de personalidad (la niña del moño rojo siente fascinación por lo tétrico, el del cabello rizado es escéptico a lo sobrenatural, etcétera).


La construcción del mundo fantástico no es un elemento al que el autor dedique mucho tiempo; de hecho, casi toda la información sobre la escuela nocturna y la vida fantasmal es implícita, lo que tiene mucho potencial para despertar la imaginación y creatividad del joven lector, Por el contrario, el mundo "real" es completamente mundano, y el contraste es lo que genera el momentum en la lectura. En ese mismo sentido, no sé cómo está planteado en el original alemán, ni si las primarias europeas son tan parecidas a las mexicanas, pero le debo dar crédito a la traducción (a cargo de María Ofelia Arruti) por, a través de pequeños detalles como el uso de apellidos, denominaciones monetarias y un par de expresiones, volver la trama incluso más familiar para el lector en español.


Pese a lidiar con un tema sobrenatural, el libro no intenta ser de espanto, y la mayor parte de la magia (desde la forma misma en que es realizada) tiene resultados diseñados para divertir al lector. Aunque creo que hay cierto comentario sutil sobre el sistema educativo al denunciar la casi total falta de preocupación de los docentes por la aparición de dos alumnos nuevos (atribuyen la confusión a mala memoria y falta de papeleo), el principal discurso del libro es uno de abrazar la curiosidad y diversidad, pues ni los fantasmas ni los humanos son prejuiciosos: aunque encuentran extraño el comportamiento de los otros, las preguntas que realizan son genuinas, sin dejo de crueldad o recelo. Eso, en conjunto con la ambigüedad narrativa respecto a la travesura de los niños en la prueba de matemáticas resulta en un mensaje que es fundamental para un sano entorno escolar, sin parecer forzado, que es importante recordar incluso para los adultos.


  • Título original: Schugelpenster

  • Autor: Achim Broger

  • Año de publicación: 1991



Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío


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