La batalla de los monstruos y las hadas
- raulgr98
- 24 jun
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! No sé porqué hoy me siento especialmente nostálgico, y con ganas de regresar a la infancia. Si alguien pudiera observar mi vida desde afuera, pensaría que fui un niño muy solitario, pero la verdad es que siempre sentí a mis padres presentes. Uno de mis recuerdos más gratos, aunque no sé que tan real sea, es el de esperar a que mi mamá saliera de trabajar, pues teníamos una especie de ritual, en la que siempre me regalaba libros infantiles a los que ella tenía fácil acceso. Tengo ejemplares más antiguos que el que recomiendo hoy, pero el texto que quiero compartir con ustedes es el primero del que tengo recuerdos claros e inequívocos de haber leído solo, sin asistencia de mis papás.
En cuestión de estructura, con poco menos de cien páginas, su extensión es la que considero ideal para el público objetivo: lo bastante largo para ser considerada una buena inversión de tiempo, no tanto para abrumar al joven lector o lectora. La letra es bastante grande, y las excelentes ilustraciones de Luis San Vicente ocupan un espacio considerable, por lo que los adultos fácilmente podrían terminarlo en un día, pero cada uno de los diecisiete capítulos tiene un muy buen ritmo y ofrecen puntos de descanso naturales si se realiza lectura asistida.
Pese al dramático título, el libro no es uno de fantasía, o al menos no de la manera tradicional; pues sigue a dos hermanos, ambos menores de once, con un año de diferencia entre ellos que se ven obligados a compartir un cuarto muy pequeño. Para garantizar la coexistencia, cada uno de los hermanos puede adornar su mitad del cuarto como prefiera, pero una burla desencadena un conflicto para invadir el espacio del otro, que termina por involucrar a todos los niños del vecindario.
Una de las principales virtudes de la construcción de personajes por parte de la autora es que comprende muy bien la psicología infantil, algo de lo que me percaté incluso cuando tenía su edad. El conflicto que desencadena toda la trama podría parecer incluso absurdo, pero es comprensible que tenga todo el peso del mundo para unos niños, sobre todo porque las motivaciones están bien definidas. Asimismo, aunque por su brevedad el desarrollo de personajes no es muy profundo, sí se muestra de forma clara los romances y rivalidades cambiantes que se dan entre niños, pero también la fortaleza de sus vínculos.
Otro acierto es la focalización, pues el formato que toma la narración es ser un libro dentro de la ficción, contado desde el punto de vista del perro de la familia, observador imparcial de los acontecimientos. Escoger a una mascota como personaje le da la trama una perspectiva fresca y humorística, en la que incluso los agradecimientos parecen escritos por el narrador, y cuyas notas a pie de página son algunos de los pasajes más divertidos de todo el libro. Sus breves interacciones con otras mascotas, asimismo, ayudan para dar respiros de la trama principal y ofrecer exposición clave al mismo tiempo.
Si bien el diálogo tiene la chispa necesaria para mantener cautivo al público infantil, en cuestión de redacción el mejor elemento que la autora tiene a su favor es la descripción, pues logra volver la casa, y en particular el cuarto de los niños, un espacio vivido, de tal forma que simultáneamente el lector esté consciente de su tamaño, pero de alguna manera lo conciba como un campo de batalla creíble, que llega a alcanzar cualidades casi mágicas conforme avanza la historia. El lenguaje es en su mayor parte accesible, pero viendo atrás me da mucha risa que muchas de las palabras que en su momento no entendí, no se debían a la complejidad, sino a que la autora es argentina, y se presta de elementos lingüísticos populares y contextuales.
La estrategia, muy inteligente, para mantener el equilibrio dentro de la ficción entre los dos bandos es que tanto Felipe como Cecilia (los dos hermanos) tienen cualidades y defectos muy bien definidos, en el que ninguno de los dos se percibe como sustancialmente más inmaduro o agresivo que el otro. De hecho, la narrativa hace énfasis en la ausencia de violencia física en el conflicto, y realza la capacidad de los niños de formar acuerdos, incluso cuando están peleando. De hecho, lo más rescatable es que la guerra, como la llama el autor, es en esencia una demostración agresiva de creatividad, y la raíz del conflicto inicial se da cuando los hermanos no pueden procesar que sus formas de juego, pese a sus evidentes diferencias, son similares en cuanto a habilidades de creación e imaginación se refiere.
En ese mismo sentido de las demostraciones creativas de los niños, algo que me llamó mucho la atención es que, pese a que el dibujar juega un rol clave para sus salidas imaginativas, hay un componente textual muy fuerte: tanto los niños como las niñas involucran ejercicios literarios en la composición de sus monstruos, ascos y hadas, y algunos de los textos son bastante evocativos si se toma en cuenta la edad de los personajes. El libro cierra con un anexo de coplas, y aunque no son muy complejas, pueden servir como una introducción de los lectores jóvenes al universo de la poesía.
Los primeros capítulos, sobre todo en la descripción de colores y rutinas, se aprovecha de los estereotipos de género para producir expectativas, pero conforme avanza el libro estos son subvertidos en una evolución natural de los personajes, pues si la narración se enfoca primero en las diferencias, de forma gradual cambia el foco a las similitudes. Tanto entre los personajes humanos como entre los caninos, la autora dota a varios personajes de habilidades distintas (incluyendo una excelente y divertida explicación de por qué el narrador sabe escribir), mostrando que una de las cualidades del intercambio creativo es precisamente la diversidad en intereses y estilos dentro de un grupo, que se fortalece con la comunicación.
Aún conservo mi ejemplar, que recuerdo haber leído una y otra vez durante al menos tres años, y que vuelvo a visitar de vez en cuando, pues creo que el humor no ha envejecido mal, y a veces algunas de las historias que más disfrutamos son aquellas sencillas que nos recuerdan por qué nos enamoramos de la lectura en primer lugar.
Título original: La batalla de los monstruos y las hadas
Autora: Graciela Montes
Año de publicación: 2002
Hasta el próximo encuentro…
Navegante del Clío
Comentarios