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Gladiador*

¡Bienvenidos pasajeros! En varias de las publicaciones de la semana pasada, el proceso me orilló a reflexionar sobre la fidelidad histórica cuando adaptas el pasado a la literatura, cine y televisión. Eventualmente llegué a la conclusión que hay ocasiones en las que incluso si se alteran los hechos se puede entregar un producto de alta calidad, y como ejemplo en esta edición de la película de la semana hablaré de Gladiador.


Estrenada en 2000, la película es dirigida por Ridley Scott (Alien, Blade Runner), con un guión original de David Franzoni, John Logan y William Nicholson. El excelente elenco está protagonizado por Russell Crowe (Máximo), Joaquin Phoenix (Cómodo), Connie Nielsen (Lucila), Derek Jacobi (Graco) y Djimon Hounsou (Juba), con las participaciones especiales de Richard Harris (Marco Aurelio) y Oliver Reed (Próximo), quien falleció durante el rodaje. Alabada por la crítica, se convirtió en una de las películas más taquilleras del año, y la excelente recepción de la película se vio reflejada en doce nominaciones a los premios de la Academia el año siguiente, de los cuales ganó cinco, incluyendo Mejor Película y Mejor Actor (Crowe).


La trama se sitúa en los últimos años del siglo II después de Cristo y sigue al general romano Máximo Décimo Meridio, quien tras sobrevivir a un intento de asesinato ordenado por el emperador Cómodo es vendido como esclavo. Convirtiéndose en gladiador, Máximo regresa a Roma para encontrarse con nuevos y viejos aliados para cobrar su venganza. En esta publicación hablaré primero de los aspectos en dirección, guión y otros elementos técnicos, posteriormente de las actuaciones, y finalizaré hablando de su legado y fidelidad histórica antes de continuar.


La producción de esta película fue complicada, no sólo por el fallecimiento de Reed antes de terminar el rodaje, sino por numerosas reescrituras que se le hicieron al guión y supuestos conflictos entre el director, los guionistas y algunos miembros del elenco. Sin embargo, viendo el producto final debo decir que es increíble lo unificado que se siente y lo bien que encajaron las piezas. Además de las actuaciones, los elementos que más quiero resaltar son el diseño de producción, la dirección y la banda sonora. En cuanto al primero de estos aspectos, hacer una cinta de época siempre requiere más trabajo en el departamento de producción que otras, pero en esta película el presupuesto fue bien implementado: la antigua Roma con efectos especiales es recreada de tal manera que se percibe al mismo tiempo magnificencia y decadencia (esta contradicción es uno de los temas centrales de la historia), mientras que el trabajo en vestuarios y sets es impecable, particularmente la escenificación del Coliseo donde se desarrollan algunas de las mejores escenas. La dirección de Ridley Scott le da un carácter épico a la trama que la distingue del resto de su filmografía, con una cinematografía que combina claroscuros en la paleta de color con cambios de ángulo y encuadre que dan profundidad y caracterización a los personajes; destacándose especialmente la dirección en las escenas de acción con una coreografía de una complejidad y escala que sigue sorprendiendo hoy en día. Finalmente, la banda sonora de Hans Zimmer se adecúa perfectamente al tono de la película, y recurre a motivos musicales que se repetirían incontables veces en películas de acción de los años siguientes.


Debo decir que el guión es quizá el elemento más débil de la película, no porque sea malo (de hecho está muy bien estructurado y el ritmo es el adecuado) sino porque salvo unas cuantas escenas de diálogo (particularmente el brillante primer encuentro en la arena de Máximo y Cómodo) la escritura no permite profundizar realmente en los personajes. Esto, sin embargo, se ve compensado con creces con el que me parece el mejor elemento de la película, que es el trabajo de los actores. Desde veteranos como Reed y Harris quienes dan peso a toda la cinta con una actuación serena, respetuosa y madura hasta actores emergentes como Nielsen y Hounsou que le dan tridimensionalidad a personajes más bien secundarios, todo el elenco hace su mejor esfuerzo para crear personajes complejos, algo que logran pues todos son memorables a pesar de los poco minutos en escena; pero definitivamente el peso de la película recae en sus protagónicos: Russell Crowe encarna a la perfección el arquetipo del héroe clásico, dándole una actitud estoica y virtuosa sin dejar de exponerse a la furia y el dolor que el personaje requiere, pero incluso él palidece en comparación con Joaquin Phoenix quien aquí da la que quizá siga siendo la mejor actuación de su prolífica carrera y en la que construye a un villano totalmente repulsivo pero a la vez magnético, dando una interpretación que debe combinar la locura de un emperador ávido de poder con el dolor de un hijo ignorado y la envidia e inmadurez de un muchacho, logrando caminar Phoenix la delgada y extremadamente difícil línea de ser a la vez patético y temible.


Máximo es un personaje totalmente ficticio (en el se combinan elementos de una docena de personajes incluyendo a Espartaco, Narciso y Claudio Pompeyano), y la película se toma muchas libertades en cuanto a los destinos de Marco Aurelio y Cómodo, la duración del reinado de este último y en general el desenlace de la historia. Todo esto parecería aberrante para un historiador (de hecho muchos de los que fueron consultados renunciaron por estas diferencias) y debo recalcar que la película no debe ser enseñada en un curso de historia como una representación veraz de los hechos. Sin embargo, creo que se pueden hacer argumentos que una adaptación real de la historia sería demasiado larga y caótica, carecería de un personaje central con el que la audiencia se pudiera identificar, tendría un final totalmente sombrío y minimizaría o eliminaría la presencia de personajes femeninos, por lo que las diferencias fueron necesarias para construir una narrativa más fuerte. Me parece que, ante la imposibilidad de tener ambas, si se trata del cine o la literatura narrativa la fuerza y cohesión de la historia debe tener prioridad sobre la fidelidad a los hechos, pero que analizar y dejar en claro las libertades que se toman debe ser parte importante del análisis posterior para no formar ideas erróneas y que el público desprevenido no tome el entretenimiento por material educativo.


La principal prueba de la necesidad de esta clase de películas es el legado mismo de esta cinta. Gladiador fue tan popular que revivió el género de la épica histórica y dio lugar a toda una serie de películas que siguieron su estructura con distintos niveles de calidad y éxito (el último samurai, Troya, Alexander, 300 y Cruzada son algunos de los ejemplos más conocidos). Fuera del género, creo que la influencia de la película también se extendió a otros tipos de cine: el episodio II de Star Wars incorporó una arena de combates como homenaje a la cinta, mientras que el interés del público por la cinematografía épica permitió una recepción más amplia de fantasías como el señor de los anillos en el cine o Juego de Tronos en la televisión.


En conclusión, el cine histórico fue un género popular que había caído un poco en desuso a finales del siglo XX y Gladiador contribuyó a revivir. Me parece que es importante continuar con estas historias siempre y cuando la producción se las tome en serio y tengan una narrativa que contar con altos estándares de calidad para acompañarla. Si vuelve a existir una película que retome un periodo histórico de manera que despierte tal interés, la exactitud histórica será lo de menos pues revivirá la esperanza de que la audiencia sienta curiosidad y se adentre a conocer más.


Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío


*Disponible en México en Netflix, Star+ y Prime Video

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1 comentario


Excelente análisis, uno de los más completos del blog 👏

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