Hijo de tigre
- raulgr98
- 10 sept 2024
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! La publicación de hoy no estará tan estructurada como en otras ocasiones, pues decidí hacer una reseña de una novela que terminé el mes pasado, una novela histórica que presenta puntos de conexión interesantes con mi propio proyecto de escritura.
Hijo de tigre tiene como protagonista al conservador Juan Nepomuceno Almonte y lo sitúa en París, después de las guerras de intervención y el Segundo Imperio, en un estado psicológico muy peculiar en el que su aparente lucidez (que no es tal, como confirma el último capítulo) se entremezcla con una terca negativa a aceptar la derrota. Una novela corta, de sólo veinticuatro capítulos, su estructura semi episódica de párrafos largos y oraciones cortas permite un ritmo de lectura muy ágil, facilitado por un lenguaje depurado que da la ilusión de pertenecer al siglo XIX sin perder la accesibilidad.
Deseo comenzar con los elementos negativos de la novela: creo que es demasiado ambiciosa para la extensión que tiene, y algunos de los elementos que plantea no son aprovechados del todo. Por ejemplo; puesto que los pasajes en los que Almonte regresa a dos episodios en particular, Cuautla y el Álamo me parecieron de los mejores de la obra, me hubiera gustado esta mirada nostálgica y poco fiable en otros acontecimientos de la vida del mariscal, apenas mencionado. Creo que limitar la presencia de Maximiliano fue una decisión acertada, pero para mi gusto hubiera sido necesaria una mayor participación de otros conservadores mexicanos, sobre todo considerando que el autor comete una imprecisión histórica importante. Asimismo, creo que el personaje de la mujer de Almonte recibe muy poca caracterización para la presencia constante que tiene en la trama, lo que le quita algo de impacto a la segunda mitad.
Para desglosar mi otro problema con la novela, debo hablar de la composición, que para fines de esta reseña divido en tres estilos fácilmente identificable: el primero es la narrativa tradicional, que oscila entre el punto de vista del propio Almonte y el escritor con el que interactúa (posteriormente revelado como Emile Zolá, una elección fascinante por parte de Heredia, dada la asociación del novelista con el liberalismo); epístolas de y para Almonte, y finalmente fragmentos de una novela que lee el protagonista. Pese a que es claro que el autor está muy interesado en esta última sección, a la que regresa constantemente y en la que concentra su desarrollo estético y temático; y por más que aprecio la investigación social que se nota en la redacción, salvo pasajes como aquellos en los que ficcionaliza a Guerrero fue por mucho la sección de la novela que menos capturó mi atención, y al ver que ocupaba capítulos enteros, la experiencia final de lectura fue un poco decepcionante, pues hubiera preferido concentrarme en otros puntos de la trama.
Pese a mis críticas, la novela en ningún momento fue aburrida, gracias en gran medida a que tiene un excelente gancho central: una conspiración, cuyos detalles nunca son revelados del todo, para instaurar un Tercer Imperio Mexicano, Aunque el lector sabe que el plan nunca se realizará, y que probablemente no llegue a conocer a los otros conjurados, su interés es capturado, y yo en lo particular disfruté especialmente la racionalización de los personajes del fracaso del proyecto de Miramar (culpar a Napoleón III y buscar apoyo en otras casas reales fue un gran recurso de trama para evadir responsabilidad personal). Pese a que, como mencioné anteriormente, me hubiera gustado ver recreados otros pasajes, le debo reconocer a Heredia la mesura de focalizar su trama en Almonte en el exilio, una perspectiva poco explorada tanto en la literatura como en la Historia (en ese sentido, la caracterización del personaje central y focalización de la trama hizo la novela paralela con el Seductor de la Patria de forma fortuita) que permite por un lado, explorar la nostalgia agridulce y por el otro lado la vanidad, orgullo y en muchos sentidos ceguera de los personajes. De los tres segmentos estilísticos que identifiqué, el menos presente, pero para mí el mejor logrado, es el de las cartas, pues es dónde mejor se logra diferenciar el Almonte público del privado, mucho más dubitativo, y aquella que manda a Juárez es, tanto temática como narrativamente, para mí el punto culmen de la novela y un acertado comentario político.
Pese a que hay capítulos en los que vemos al protagonista a través de otros ojos, Heredia le da a Almonte mucho margen para autodefinirse y eclipsar a todos los demás personajes, pues ninguno recibe tanta caracterización como él. Si bien el Juan Nepomuceno viejo fue en muchas ocasiones frustrante (decisión intencional por parte del novelista), logré empatizar mucho con su contraparte infantil, sólo en Nueva Orleans. Contrastar los dos exilios, el del niño insurgente y el del anciano conservador, fue una gran decisión, y ayuda a contrastar pero también dar lógica interna a una vida que desde una perspectiva externa puede parecer contradictoria. En muchos sentidos, el delirante Almonte cree que aún está en la obligación de la Guerra de Independencia; y aunque su narración interna involucra valores como el honor y el deber, también es notable cierto sentido inflado de auto importancia y vanagloria, que ayuda a darle capas.
Cierro con lo que me parece el elemento más notable del libro, y es que su segundo personaje más importante (si no se cuenta a aquellos en la novela dentro de la historia) es un fantasma, pues la sombra de Morelos es larga y Almonte nunca puede escapar de ella, ni siquiera en su vejez. Su voz interna y las conversaciones que tiene con otros personajes sobre su padre, en conjunto con una subtrama sobre sus restos mortales, ayudan a deconstruir la leyenda del sacerdote guerrero e invitan a repensar el siglo XIX, poniendo en evidencia que los periodos de la historia mexicana no estaban aislados unos del otro, y el peso de sostener legados era una carga y motivación crucial para muchas de las figuras políticas y militares, trágicamente conscientes o inconscientes de su propia historicidad.
Título original: Hijo de tigre
Autor: Mario Heredia
Año de publicación: 2022
Hasta el próximo encuentro....
Navegante del Clío
A pesar de las anotaciones negativas, me dieron ganas de leer la novela y en consecuencia, cumplimeste el cometido de difusión e invitación a la lectura.