Isabel
- raulgr98
- 23 jul
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¡Bienvenidos pasajeros! Una de las mayores coincidencias de la historia de las monarquías europeas, es que las gobernantes más famosas tanto de España como de Inglaterra, cuyos reinados se encuentran separados por poco más de cincuenta años, Son conocidas por el mismo nombre: Isabel. La más cercana a nosotros, por razones obvias, es la de Castilla; pero la imagen que se tiene de ella en México es casi exclusivamente limitada al encuentro de dos mundos. Por eso, cuando gracias a una maestra descubrí la existencia de una serie que aporta la perspectiva española de su monarca más famosa, que fundó España como se conoce.
Transmitida se 2012 a 2014, la serie consta de tres temporadas de trece capítulos cada una. El equipo de guionistas está encabezado por Javier Olivares (temporada 1) y José Luis Martín (2 y 3), mientras que el equipo de directores está encabezado por Jordi Frades. Por las características de la serie, ennumerar a todo el elenco resultaría imposible, los únicos acreditados como actores principales que participaron en las tres temporadas fueron Michelle Jenner (Isabel de Castilla), Rodolfo Sancho (Fernando de Aragón), Ramón Madaula (Gonzalo Chacón) y Sergio Peris Mencheta (Gonzalo Fernández de Córdoba). Asimismo, en esta reseña incluyo a la película “La corona partida” (2016), escrita por Martín y dirigida por Frades, que contó con la participación de muchos miembros del elenco y sirve como epílogo a la serie.
La primera temporada abarca de 1461 a 1474, desde la llegada de la infanta Isabel a la corte de su medio hermano Enrique IV hasta la muerte de éste, lo que incluye su matrimonio con Fernando de Aragón. La segunda temporada, comenzando con la coronación de Isabel, se centra por un lado en la guerra de sucesión castellana (1475-1479) y por el otro la guerra de Granada, que concluye con la captura de la Alhambra en 1492. La tercera temporada se concentra en los últimos años de Isabel (1492-1504), sobre todo las relaciones con sus hijos y la guerra con Francia. La película epílogo se concentra en los dos años posteriores a la muerte de Isabel, relatando el conflicto entre su marido y su yerno Felipe, antes de concluir con la muerte del rey Fernando en 1516.
Considerando que la narrativa abarca más de cuarenta años, varias licencias creativas deben ser tomadas, pero cada temporada logra mantener una cohesión interna sorprendentemente firme y sin cambios abruptos en el elenco; pero aún así se nota el paso del tiempo (de forma sutil en la caracterización de los actores, pero más en la interpretación, pues los actores hacen maravillas con el trabajo vocal y corporal para mostrar la evolución de sus personajes), y los saltos temporales están incorporados de tal modo que la mayoría de los hechos históricos ocurran más o menos en las mismas fechas que sus referentes. Por supuesto, los roles de algunos de los personajes son expandidos, y se cometen varios errores en un puñado de locaciones, pero creo que cumple con cabalidad con su objetivo de ofrecer una mirada a la historia de España, en un sentido crítico pero con tendencias nacionalistas, pues la unión de Castilla y Aragón es representada de forma positiva.
Desconozco el presupuesto de la serie, la calidad de la cinematografía es algo que mejoró con cada temporada, pero desde el primer capítulo uno de sus aspectos técnicos más notorios es un excelente diseño de producción, tanto en vestuario como en locaciones. En el primer aspecto, valoro mucho que no recurrieran a los clichés de la Edad Media sino que buscaran fidelidad al mostrar la transición estética y cultural a la modernidad, mientras que en lo segundo, la grabación en castillos y alcázares reales es fundamental para aumentar la inmersión. No hay secuencias de acción extendidas, pero se destina suficiente presupuesto y coreografía a las escenas de batalla para hacer que los conflictos perciban la crudeza que se requiere.
Si bien es evidente que el énfasis de la narrativa se encuentra en los reinos españoles (Castilla, Aragón, León, Navarra, Granada), logrando hacer esta complejidad geopolítica accesible para una audiencia extranjera, celebro que los guionistas no ignoraran las relaciones internacionales, e hicieran un esfuerzo por definir España en función de su lugar en el mundo, sobre todo las relaciones con Francia, Nápoles y la Santa Sede. Flandes, a partir de su introducción a finales de la segunda temporada, es una locación fascinante (Margarita de Austria es de mis personajes favoritos de la segunda mitad de la serie) y los breves vistazos a la historia de Portugal, el más ignorado de los grandes reinos europeos de la época, es quizá el aspecto que más despertó mi curiosidad. Puesto que en México lo poco que se enseña tradicionalmente de los Reyes Católicos es su financiamiento de los viajes de exploración, celebré con gran entusiasmo el rol relativamente limitado que tiene Cristóbal Colón en la historia, pues aborda la coyuntura histórica sin distraer de aspectos más interesantes.
Cada temporada tiene una identidad diferente que hace que se sostengan de forma independiente, sin perder la conectividad: la primera temporada encuentra su mayor fortaleza en la exploración de las intrigas de la corte, y como los monarcas muchas veces son víctimas de sus consejeros y cónyuges, en un eterno juego de manipulaciones y cambios de bando. Los guiones en esta primera temporada tienen una estructura similar a la de Juego de Tronos, con muchas piezas en movimiento, y encuentra también en Juan Pacheco al mejor villano de toda la serie. La segunda temporada, por otro lado, es quizá la más compleja moralmente, pues la religión es su principal tronco temático, y pese a que la producción parece tener tendencias conservadoras, su representación del Islam me pareció sorprendentemente balanceada, una de las mejores representaciones de los últimos años del emirato de Granada que he visto en cine o literatura. Finalmente, la tercera temporada se atreve a jugar con elementos agridulces o totalmente trágicos, cuestionando el legado de su protagonista, pero lo que más disfruté es una mayor profundización en su vida íntima, los contrastes entre su vida como monarca y su vida como madre. Estaba familiarizado previamente sólo con la vida de dos de sus cinco hijos que llegaron a la edad adulta, y en esta serie toda su descendencia adquieren mayores dimensiones y se convierten en personajes tan entrañables como sus padres.
La inmensa mayoría de los personajes que integran la serie están basados en personajes históricos, pero las pocas veces que la serie inventa sus propios hombres y mujeres, es con resultados muy poderosos (las víctimas de Pedro Girón en la primera temporada y la familia judía en la segunda son las más memorables). Y si bien Fernando e Isabel son por supuesto el foco principal, una de mis mayores dichas como espectador fue descubrir y encariñarme de personajes secundarios que me eran desconocidos, entre los que destaco a Chacón, Andrés Cabrera, Beatriz de Bobadilla y Fray Hernando Talavera, quienes se convirtieron en algunos de mis personajes favoritos de televisión. En cuanto a sus dos protagonistas, Michelle Jenner es extraordinaria en el papel titular, pues el guion se toma su tiempo para empoderarla, construyendo a una gobernante con gran fortaleza y dignidad, pero sin esconder sus defectos de carácter (su religiosidad es mostrada tanto como una virtud como una falla), y la fuerte crítica a su rol como fundadora de la Santa Inquisición en la segunda temporada es explícito e imparcial. Fernando por otra parte, es muy probablemente el personaje más complejo de toda la serie, caracterizado casi siempre como contradictorio y moralmente ambiguo, incluso llegando a ser en ocasiones un antagonista para Isabel, pero sin cruzar la línea a la villanía gracias al impresionante carisma de Rodolfo Sancho en el rol (es en gran medida él, junto con Eusebio Poncela como el cardenal Cisneros, quienes logran que La Corona partida sea un final digno pese a la ausencia casi total de la protagonista original).
Concluyo con una breve observación, un elemento narrativo que ésta serie logra y que no he visto en muchas otras producciones: la relación entre Fernando e Isabel, aunque planteada desde el inicio como un matrimonio de conveniencia, con sus naturales problemas y altibajos; también es construida como un vínculo real que la historiografía parece respaldar. Esta es la doble naturaleza de Isabel, y el motivo de su éxito: que es simultáneamente, con el mismo nivel de triunfo, un romance y un thriller político.
Hasta el próximo encuentro…
Navegante del Clío
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