Kirikou y la hechicera
- raulgr98
- 1 may 2024
- 3 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! Continuando con nuestra celebración del día del niño, que se extenderá el resto de la semana, hoy les recomiendo una película de animación europea, que considero idónea para esta fecha por dos motivos: el primero es que tiene como protagonista a un niño, y el segundo es que, por primera vez en la historia de este espacio, tendré que recurrir únicamente a recuerdos de mi propia infancia (vi la película tres veces, hace más de doce años), pues por problemas que comentaré más adelante, encontrar una versión completa de la cinta es una tarea en extremo difícil.
Una coproducción de Francia, Bélgica y Luxemburgo, la película de 1998 es escrita y dirigida por Michel Ocelot, y sigue las aventuras de un niño de África Occidental capaz de hablar desde el vientre materno y caminar recién nacido, que debe salvar a su aldea de la temible hechicera Karaba. Aunque tuvo una muy buena recepción crítica en circuitos de festivales europeos, y llegó a ganar algunos premios en ese continente, batalló mucho para encontrar distribuidores en Estados Unidos y Reino Unido, por lo que determinar un éxito comercial resulta complicado (si bien, parece que la taquilla fue lo bastante grande para financiar dos secuelas, un videojuego y una obra de teatro). El talento vocal original (en francés), trabajando desde Senegal, está integrado por Doudou Gueye Thiaw (Kirikou), Awa Sene Sarr (Karaba), Maimouna N'Diaye (madre de Kirikou), Thilombo Lubamu (tío de Kirikou), Robert Liensol (abuelo de Kirikou) y William Nadylam (Kirikou adulto).
Con solo 71 minutos incluyendo créditos, creo que esta cinta es el largometraje más corto que he cubierto en este espacio, pero el ritmo es muy agradable, pues la dirección aprovecha una estructura semi episódica para que la historia se sienta más larga y compleja de lo que es. La animación es sorprendentemente fluida para una producción independiente (que tardó tres años en conseguir el financiamiento), y el equipo creativo encontró soluciones muy ingeniosas as las carencias de la producción, como un muy efectivo uso de color para causar efectos dramáticos. En cuanto a la controversia que impidió que llegara a gran parte del mundo occidental, la animación no tiene miedo a mostrar desnudos frontales, lo cual causó furor sobre todo por el pecho femenino al descubierto, pero lo que muchos críticos no consideraron es que en ningún momento la cinta tiene una connotación sexual, por el contrario, muchos tipos distintos de cuerpos son animados, y la desnudez es sólo un recurso estético y una muestra de otro código de valores, el de la sociedad que se está representando.
La película es una historia original, pero que recupera elementos y estructuras de varios mitos del África Occidental. Aunque una mirada superficial a los paisajes, vestuarios y construcciones parecería ser auténtica, la producción no deja de ser europea, por lo que sería válido preguntarse sobre la autenticidad en la representación cultural. Si bien Ocelot, el director y guionista, es caucásico, pasó gran parte de su infancia en Guinea, dónde el mismo reconoce que se empapó de los elementos míticos y mágico-religiosos que persisten en la región. Hasta donde llegó mi rápida investigación, la película se apega a la tradición e iconografía africanas, pero no deja de ser una pieza de hibridación cultural, lo que noto especialmente en los "fetiches" (sirvientes de la hechicera): si bien están basados en criaturas del folclore, su animación y poderes parecen más robóticos, lo que junto con la caracterización de Karaba como ladrona de oro y hombres (esclavos), podría indicar un sutil comentario al imperialismo por parte del director. Desde mi punto de vista, lo que le da a la cinta su mayor sentimiento de autenticidad, y uno de sus aspectos más memorables, es la banda sonora a cargo del senegalés Youssou N'Dour.
Quiero cerrar con los dos personajes centrales, pues creo que están muy bien caracterizados con muy pocas escenas: Karaba es una villana muy efectiva en los primeros dos actos, logrando ser atemorizante gracias a la angulación y paleta de colores, pero revelaciones en el tercer acto la vuelven un personaje más redondo, y la resolución es ingeniosa al lograr evitar una lectura de género que podría malinterpretarse con facilidad. En cuanto a Kirikou, considero que este es un protagonista con el que muchos niños podrían empatizar, y un modelo a seguir: si bien tiene poderes sobrenaturales (es extremadamente rápido, e inteligente para su edad), son sus cualidades más humanas, como su curiosidad innata y su razonamiento lógico, los que le permiten triunfar ante sus oponentes. No deja de ser un niño, su sinceridad y sentido del humor son entrañables, pero eso no significa que esté indefenso, y la cualidad de resolver problemas con preguntas e investigación es una excelente lección para los niños de todas las edades.
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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