La conspiración
- raulgr98
- 7 mar
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Los Ángeles, 24 enero de 2004
Era casi el mediodía cuando comenzó la reunión. Más que en la oscuridad de una cueva, o las sombras de una habitación oculta; la cita había sido en uno de los restaurantes más lujosos del estado, pero no por eso era menos secreta. Ni siquiera se había convocado al pleno, de más de cincuenta almas, pues si los conspiradores querían salvar su reputación, aquel asunto debía ser resuelto sólo por el círculo íntimo.
—Saben por qué los he convocado aquí —dijo el líder a los otros nueve intrigantes —ha llegado ese terrible momento del año, pero por fortuna por última vez. Señores, ¿qué haremos con El señor de los anillos?
Murmuros de incomodidad y desprecio, pero también de miedo se extendieron por toda la mesa, pues los vicepresidentes de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas debían anunciar a los nominados a sus premios en tres días, y había un riesgo real de que esa maldita película tuviera una fuerte presencia. Sí, había sido la más taquillera del año, y contar con su participación aumentaría el rating. Sí, había arrasado ya en las nominaciones de todos los premios anteriores. Sí, muchos de ellos la habían disfrutado en secreto. Pero aquella no era una cuestión de apreciación o calidad, sino de honor. Si un blockbuster, de fantasía además, rompía sus récords arbitrarios, la imagen que habían construido alrededor de ellos, como una institución que premiaba el arte serio, el drama en su más profunda expresión, se derrumbaría, pues ya mostraba fisuras al haber permitido el triunfo de un musical el año anterior. No, si esperaban conservar un poco de credibilidad, había dos barreras que El señor de los anillos no podría cruzar, bajo ninguna circunstancia.
— ¿Por qué no dejamos que el proceso transcurra de forma normal? —preguntó una de las reunidas, recién integrada a la junta —el año pasado la segunda solo la nominaron a seis cosas, y no se llevó a casa más de dos.
—Eso fue porque dirigimos todos nuestros esfuerzos a promocionar Pandillas de Nueva York, a Las horas, a El Pianista. Y aún así, tuvimos que recurrir a la efervescencia de Chicago para limitar a esa condenada fantasía. Este año no tenemos nada que se acerque al fenómeno que han generado estas películas. No podemos dejarlo al azar.
— ¿Y qué tiene que reciba nominaciones? Eso no significa necesariamente que vaya a ganar —insistió la escéptica— la primera película…
—Los tiempos han cambiado —la interrumpió el presidente— Este es el tercer año que estas películas desafían el estatus quo, pero me temo que nunca han estado en mejores circunstancias. Me siento obligado a recordarles señores, lo que está en juego, los dos hitos que no podemos comprometer de nuevo: Titanic. Hace seis años le dimos catorce nominaciones y once victorias. Es un récord que bajo ninguna circunstancia debe ser roto. Pero, puesto que tenemos una nueva integrante, no está de más repasar nuestra historia reciente: tiene razón cuando dice que la primera de esas…películas…sólo se llevó a casa cuatro estatuillas, pero aún así fue la máxima ganadora de la noche. Y de las nominaciones ¿qué nunca se cuestionó por qué no recibió una a Edición de sonido, cuando si la tomaron en cuenta en todas las otras categorías técnicas? Esa fue nuestra mano, señorita. Bloquear una categoría fue a lo único a lo que nos atrevimos en ese entonces, pero fue suficiente para evitar que llegara a las catorce, apenas. Solo por eso no figurará en ningún libro de récords.
—Insisto, nominaciones no son triunfos, señor.
—No, no lo son; pero sí pueden servirnos como señales de alarma. Dices bien, las dos primeras partes de esa trilogía no han ganado tanto oro, pero hemos dedicado el año a hacer nuestra propia investigación de campo, y encontramos una tendencia…perturbadora. Muchos de nuestros votantes no eligieron aquellas dos cintas en su momento, no porque no las apreciaran, sino por que ven la trilogía como una sola película. Estaban esperando el momento ideal para honrarla, y tememos que ahora le den todo a la tercera. Es más, se de buena fe que muchos de ellos seleccionarán ese nombre en todas las opciones posibles.
De nuevo comenzaron los cuchilleos en aquel lujoso restaurante, pues hasta el más ingenuo de los presentes había escuchado los mismos rumores, un plan de cierta ala de la Academia para convertir la próxima ceremonia en una celebración del Señor de los Anillos.
— ¿Podemos evitar que gane, señor? —preguntó alguien— Una fantasía como mejor película… no me atrevo ni siquiera a completar esa idea.
—Lo intentaremos, sin duda, pero mucho me temo que está más allá de nuestra voluntad. Si ese género tan popular, tan poco meritorio, está destinado a ganar todo aquello a lo que esté nominado, lo único que podemos preservar son los récords de nuestra institución. Catorce nominaciones, no puede alcanzarlas bajo ninguna circunstancia. Es elegible a diecisiete, y esta reunión no se terminará hasta que a alguien se le ocurra como no incluirla en cuatro de ellas.
—La rama de actores nos ofrecerá su apoyo incondicional —dijo uno de los vicepresidentes— muchos de los más veteranos no cree que sea meritorio ponerse orejas de punta y jugar con espadas. Sé que hace dos años sufrimos un desliz con McKellen, pero puedo garantizar que El señor de los anillos no recibirá ninguna de las cuatro nominaciones a actuación. No levantará sospechas, pues creo que el voto se fragmentó en tres varios miembros del elenco. Dudo incluso que nuestra intervención sea necesaria.
—Eso nos deja en trece —dijo otro— Muy bien. Libramos el hito de las nominaciones. Pero si el presidente tiene razón, y gana todas las categorías con las que llegue a la ceremonia ¿Se imaginan que una tercera parte, de una serie de fantasía, además, sea la más premiada de la historia? La vergüenza, señores…
— Pero ¿cómo podríamos evitar eso? Las dos anteriores han sido nominadas en esas trece categorías, al menos una vez. No veo como bloquearlas sin levantar sospechas; no tres.
—Tal vez dos sí —dijo la recién integrada, desesperada por merecer su lugar en la junta directiva— ¿podríamos aceptar que empatara el récord? Al menos no lo rompería.
— ¿Qué tienes en mente? —preguntó el presidente.
—Dijeron que muchos votantes consideran a estas tres películas una sola. Bueno, aplicaremos el mismo criterio, y trataremos de que una sola película no gane la misma categoría dos veces. Las dos primeras partes ganaron Efectos, creo que nada podemos hacer para impedir un tercer triunfo en la categoría. Eso nos deja con cuatro triunfos previos, tres de la primera, uno de la segunda…
—No hay suficientes películas este año para justificar excluirla de Maquillaje o Banda Sonora, levantaría sospechas hasta de los casuales…
—Estoy consciente de eso, por eso tampoco las tomo en cuenta. Pero la primera ya ganó Cinematografía, y en la segunda ni siquiera la nominamos. Con Edición de sonido pasó el caso opuesto. Victoria en una entrega, falta de nominación en la otra. Una nueva exclusión no sería tan extraño, hay precedente.
—Tiene potencial, pero aún así. Once posibles triunfos, es muy arriesgado.
—Las predicciones siempre pueden estar mal. Si pierde una sola de esas once, el problema se termina para siempre. Y en el improbable caso de que las gane todas…un empate nunca será tan glamoroso como un pedestal para el solo. En el peor escenario, tendrá que compartir la gloria con Ben-Hur y Titanic. Para siempre. Pero si tienen una idea mejor, creo que todos estamos abiertos a sugerencias.
Los siguientes minutos fueron unos de miradas recelosas, comentarios pasivo-agresivos y silencios incómodos. Era obvio que a nadie le parecía una opción viable, pero debían admitir que la nueva tenía razón, era la mejor idea que se les había ocurrido hasta el momento. Con una orden silenciosa del presidente de la Academia, los diez conspiradores alzaron las copas, y con un taimado brindis el acuerdo quedó sellado y la conspiración en marcha.
Un mes después, un puñado de tradicionalistas escuchó con horror como, una vez tras otra, presentadores gritaban un solo nombre: “El retorno del rey”. Cuando todo terminó, en el Teatro Kodak, por primera vez en la historia una cinta de fantasía ganó Mejor Película, para la dicha de muchos y el pesar de otros tantos. En efecto, las predicciones más temibles se cumplieron, y ganó todo a lo que fue nominado, pero la máxima gloria le fue vedada por la intromisión de diez hombres, incapaces de replantearse su definición del arte.
¡Bienvenidos pasajeros! La tercera parte de El señor de los anillos, titulada “El retorno del rey” si rompió un récord, que conserva hasta hoy y no tiene que compartir con nadie: fue la tercera película en la historia en ganar todas las categorías a la que fue nominada, y la única en lograrlo con más de diez (el segundo lugar, un empate entre Gigi de 1958 y El último emperador de 1987, se “quedaron” en nueve). Asimismo, fue solo la segunda secuela en ganar Mejor Película.
Ante un triunfo tan arrasador, resulta difícil de creer que no fuera nominado a los dos únicos premios técnicos que le faltaron, sobre todo porque entregas anteriores los habían recibido, lo que la hubiera convertido en la máxima ganadora de la historia de los Oscares con trece premios de diecisiete categorías elegibles, hazaña casi imposible. Que esta misteriosa exclusión de cinematografía y edición de sonido se deba, más que a la arbitrariedad de los votantes, a un plan deliberado de la sección más conservadora de la Academia para evitar su consolidación en la historia parece una explicación más que probable. Como dice la expresión popular: No tengo pruebas, pero tampoco dudas.
Hasta el próximo encuentro…
Navegante del Clío
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