La llamada
- raulgr98
- 16 oct 2024
- 3 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! ¿Cuanto tiempo y recursos se necesitan para contar una buena historia? En ocasiones la capacidad artística reluce en los lugares más inesperados, como la narrativa de hoy, ganadora del Oscar a mejor cortometraje, que lleva al espectador a un viaje emocional completo con un rostro, dos voces, una locación y menos de veinte minutos de metraje.
La película corta de 2013, que sigue a una trabajadora de centro de ayuda telefónica tratando de conectar con un adulto mayor con ideas suicidas es dirigida por Mat Kirkby, quien coescribe el guion con James Lucas. La totalidad del elenco (sólo cuatro actores con diálogo), está integrado por Sally Hawkins (Heather), Jim Broadbent (Stanley), Edward Hogg (Daniel) y Prunella Scales (Joan).
El cortometraje triunfa en gran medida gracias al talento de la dirección para explotar al máximo sus escasos elementos, dándole a cada un gran poder dramático: puesto que casi la totalidad del metraje está en el centro de ayuda, el tono es marcado por los pocos movimientos y los cambios de angulación (de planos más amplios, usualmente de espaldas, a cerrados al rostro, la mano o el reloj), siendo estas modificaciones las que producen la mayor parte de la tensión. En ese sentido, la mezcla de sonido es excelente para producir incomodidad en el espectador (sobre todo usando al reloj como elemento diegético), contrastando con una banda sonora de jazz que es a la vez nostálgica y romántica, con sus variaciones marcando la pauta temática de la historia. Finalmente en el apartado técnico, algo que no he visto mencionado mucho es la cinematografía, siempre luminosa y enfocándose en el color, lo cual ayuda a que la historia no se sienta opresiva o cruel, considerando el tema central.
El guion es sólido, pues logra dar una caracterización profunda de los dos personajes principales con sólo el diálogo, que no se siente expositivo en ningún momento, sino orgánico; pero son las actuaciones las que elevan el material: la decisión de limitar la actuación de Jim Broadbent al trabajo vocal fue una acertada, pues coloca a la audiencia en la misma incertidumbre que la protagonista, evita explotar el dolor del adulto mayor y le da mucho poder a la interpretación, que no puede apoyarse en otro recurso más que su voz. Sin embargo, es Sally Hawkins quien da una de las mejores interpretaciones de los 2010 combinando inflexiones faciales y vocales con microgestos para transportar al espectador a un viaje emocional que atraviesa por la timidez, preocupación, la angustia y, finalmente, la conexión humana.
Es en ese último punto donde radica la crítica social de la película corta, y también su núcleo temático: el centro de ayuda, pese a tener espacio suficiente para al menos una docena de trabajadores, es ocupado por sólo dos, en momentos en los que la necesidad de compañía (aunque sea telefónica, presencia que no se debería desdeñar) es menospreciada por la sociedad de consumo, que intenta ocultar el miedo humano a la soledad con constante entretenimiento. La capacidad de empatía, incluso entre desconocidos, sigue siendo un eje central de la humanidad, con el que la cinta nos invita a reconectar. Y el final, aunque trágico en su naturaleza, es uno también extrañamente esperanzador, resultando en una experiencia agridulce y conmovedora: ayuda se dio durante la llamada telefónica, aunque no de la manera que esperábamos al inicio, e incluso la más pequeña de las interacciones puede generar un cambio fundamental.
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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