La mujer que venció al rey de los dioses
- raulgr98
- 22 sept 2022
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Cuando el viejo Ra finalmente se quedó dormido, la mujer salió de su escondite entre las sombras. La decrepitud del faraón le repugnaba, estaba demasiado viejo para seguir gobernando Egipto, pero no había nada que hacer. Había sido el primer dios nacido y su poder era inigualable. A menos que...
Pensando en el futuro, en su hijo, en sus propias ambiciones, la mujer se acercó al anciano y, sin mostrar un solo atisbo de asco, recogió la saliva que pendía de su boca. Huyendo mientras aún no salía el sol, se refugió a orillas del Nilo y revolvió su tesoro robado con el húmedo barro negro y rojo, moldeándolo con paciencia. Cuando hubo terminado la obra, batió sus alas multicolores para darle vida y se regocijó por el éxito de su magia, pues ante ella se erguía orgullosa la serpiente más hermosa que había visto.
Amparada por la noche que pronto llegaría a su fin, la mujer dejó a su sirviente donde sabía pronto partiría Ra en la barcaza solar y cruzó Egipto volando. Cuando poco después un terrible alarido retumbó en toda la Tierra se permitió sonreír, pues su plan había tenido éxito.
En la inmensidad de su palacio, el divino faraón se retorcía de dolor. Todos sus hijos y nietos habían intentado ya todas las fórmulas y remedios que conocían pero ninguna había surtido efecto, y al ser el afligido un dios, no podía esperar tampoco a que la muerte lo librara de su tormento. Cuando hasta la sabiduría de Toth, su leal visir, le falló, llamó a la única que no había acudido en su auxilio: la maga alada.
-Te curaré, todopoderoso-dijo la mujer cuando Toth la llevó al palacio-pero debes prometer que cuando te retires a los cielos mi hijo Horus se sentará en tu trono.
Ra lo juró, creyendo que cuando recuperara todas sus fuerzas nadie podría obligarlo a desprenderse del poder, pero entonces la maga proclamó:
-La serpiente tenía tu esencia divina, y sólo ese mismo poder puede detener su veneno. Dime tu nombre.
-Soy Ra, soy Khepri, soy Amón, soy el gran arquitecto, el primer faraón, el creador de todo, el aliento de vida, el dios del sol.
Pero ninguno de esos nombres surtía efecto, y Ra comenzó a temer que era lo que la mujer en verdad deseaba, pero se resistía a decirlo, pues quien supiera su secreto tendría control absoluto sobre él, un poder superior al del rey de los dioses. Confirmando sus temores, Isis le susurró con aterradora dulzura.
-Dime Tu Nombre.
Incapaz de aguantar por más tiempo el dolor y sabiéndose vencido, con apenas un suspiro, el dios pronunció una sola palabra.
¡Bienvenidos pasajeros! Seré breve con el comentario de este relato. Emanado de la mitología egipcia, parte fundamental de esta como de muchas culturas antiguas es que los nombres tienen poder. Para los habitantes del Nilo, todos poseemos un verdadero nombre, que define toda nuestra identidad, y quien nos conoce tan bien como para saber la verdad de nosotros nos puede controlar. Fue con el conocimiento de este nombre secreto que Isis expulsó a Ra de la tierra para que Horus se convirtiera en faraón, y a partir de ese día fue venerada y temida como la diosa de la magia.
Hay quienes critican a Isis como malvada, ambiciosa y codiciosa, pero aunque tales insultos quizá tengan algo de verdad, la perfidia con la que se cuenta esta historia, ignorando el hecho que Ra era un tirano incapaz ya de gobernar, dice mucho de la ira que produce que una mujer obtenga el poder y venza a los hombres en su propio juego, sentimientos que muchas sociedades no han podido superar.
Concluyo con una invitación a la reflexión a mis lectoras a quienes los obstáculos de la vida les sigue haciendo dudar de sus capacidades: si una mujer sin fuerza física o amigos, armada únicamente con un conjuro y su propia astucia, pudo en tiempos antiguos vencer al más poderoso de los dioses ¿Qué las detiene a ustedes para alzarse como si portaran las alas de Isis y hacerse con el triunfo que merecen?
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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