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La tumba

¡Bienvenidos pasajeros! La literatura como arte es uno de los menos estáticos que existe. Al comentar sobre la realidad, su tendencia es a evolucionar de forma dinámica, inesperada y en cuanto comienza a asentarse en un estilo no tardan en surgir movimientos subversivos. La década de los 60's en el mundo estuvo marcada por el rock n roll, las drogas, la liberación sexual, la guerra de Vietnam. En Latinoamérica todos estos factores tuvieron peso, pero también hay que agregar la represión política y las fracturas del proyecto modernizador. Aquellos nacidos después de la Revolución fueron jóvenes en una época muy diferente a los de sus padres, y su inconformidad sentó las semillas de un movimiento que explotaría en 1968.


¿A qué viene a cuento esta lección de historia? Para que un movimiento de protesta se consolide en lo social, más aún en lo político, debe estar correspondida por una revolución semejante en lo cultural y artístico. Por eso, no es de sorprender que en la década de los 60's surgiera en México un movimiento de ruptura, que ahora se conoce como "Literatura de la Onda", y el día de hoy comentamos la que muchos consideran su ópera prima: "La Tumba", de José Agustín.


Discutir la trama, sin arruinarla, resulta una tarea compleja; pues en esta novela corta (menos de 130 páginas) el recorrido y el estilo son más importantes que los acontecimientos. A grandes rasgos, la historia es un hilo de pensamiento en primera persona del protagonista, Gabriel Guía, que se enfrenta a una crisis existencial y diversas desventuras a través de la interacción con un variopinto grupo de personajes, Por lo tanto, más que discutir la trama, destinaré los siguientes párrafos a explorar las distintas maneras en las que esta obra representó un rompimiento con la literatura más tradicional publicada en español hasta el momento.


El primero de ellos es la estructura, pues la novela no tiene un capitulado tradicional. Aunque los saltos de página indican una separación de segmentos, no hay maneras explícitas de distinguir uno de otro, y cada fragmento (aunque ligeramente relacionado con cada una de las experiencias sexuales del protagonista) tiene duración distinta, pareciendo su inicio y cierre casi arbitrario. Asimismo, la manera de estructurar el texto es interesante, pues hay fragmentos que consisten únicamente de diálogo, y otros de un hilo de pensamiento. Las interrupciones en la narración son constantes, mediante la inserción de citas, diagonales y cambios drásticos de tema, resultando en un estilo libre y ecléctico más parecido al frugal e ilógico discurso verbal que al escrito.


Los acontecimientos descritos son asimismo frugales. La narración no se detiene mucho tiempo en ningún hecho, y los cambios de enfoque son muchas veces súbitos. Esto, sumado a que la mayoría de los personajes desaparecen tan rápido como fueron introducidos; vuelve difícil comprender el paso del tiempo, por lo que la experiencia lectora es tan dispersa y vertiginosa como la propia vida del protagonista, permaneciendo sólo algunos elementos recurrentes como el techo, la música y algunos personajes. En este apartado menciono también aquellos elementos de la trama que escandalizaron a los lectores de la época: la presencia explícita y sin censura de temas como la sexualidad, el alcohol y el suicidio, algo extraordinario considerando la época y que la mayor parte de los personajes son adolescentes y jóvenes adultos.


El lenguaje también se consideró revolucionario, y puede incluso hoy alejar a algunos lectores de la obra, pues Agustín domina la forma propia de hablar para subvertirla de manera intencional. Aunque la narración y descripción se ajustan a la gramática tradicional, hay una decisión clara de reflejar en el diálogo el lenguaje coloquial de la época, plagada de anglicismos y barbarismos; e incluso el monólogo interno está plagado de onomatopeyas ("Clic" es la más frecuente y la más icónica) que le ayudan al narrador a comunicar el estado mental del personaje con pocas palabras.


Concluyo con el último elemento de protesta, que es quizá el más sutil pero desde mi perspectiva también el más importante. El personaje es claramente culto (escribe cuento, novela y poesía, habla dos idiomas, está familiarizado con autores clásicos), asiste a la escuela, tiene coche y puede ir de vacaciones, por lo que es claramente de al menos clase media alta. Sin embargo, no tiene identidad ni rumbo claro en la vida, tiene una relación tensa con sus padres (al borde del divorcio) y sus maestros son claramente incompetente. Incluso su única fuente de compañía, el Círculo Literario, está lleno de gente igual de confusa respecto a su lugar en el mundo. De esta manera, José Agustín critica instituciones como la familia y la educación, y de manera implícita al gobierno y la religión, para mostrar como el progreso y la modernidad no han mejorado realmente profundos problemas sociales y psicológicos, resultando en una generación que el régimen considera perdida, pero que es simplemente incomprendida e ignorada. Incapaz de acomodarse en un mundo que les es ajeno, la muerte o la rebelión parecen ser las únicas salidas, por lo que no es de sorprender que la literatura (que le permite a uno protestar sin gritar, buscarse aunque no se encuentre y reflexionar aún sin entendimiento) llame la atención tanto de los jóvenes ficticios como los jóvenes reales que los imaginaron.


  • Título original: La Tumba

  • Autor: José Agustín

  • Año de publicación: 1964

  • Editorial: DeBolsillo




Hasta el próximo encuentro...


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