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La vida es bella

¡Bienvenidos pasajeros! El día de hoy quise recomendar una película en lengua no inglesa, y mi mente se transportó al cine italiano, por lo que decidí comentar brevemente uno de los finales más tristes que he visto: La vida es bella


Estrenada en 1997, la película es dirigida por Roberto Benigni, quien coescribe el guión con Vicenzo Cerami. Begnini también protagoniza el filme como Guido Orefice, encabezando un elenco también integrado por Nicoletta Braschi (Dora), Giorgio Cantarini (Giosué), Giustino Durano (Eliseo), Amerigo Fontani (Rodolfo) y Horst Bucholz (Lessing). Una de las películas en lengua no inglesa más taquillera de la historia, su recepción crítica fue impresionante y estuvo nominado a siete premios Oscar (incluyendo Mejor Película), de los cuales ganó tres: Actor protagónico, Película en lengua extranjera y Banda sonora.


Con una trayectoria profesional marcada por la comedia, resulta bizarro que Begnini decidiera abordar un evento tan traumático como el Holocausto, pero su formación resulta ser clave para comprender el resultado final, que es una de las interpretaciones más memorables del evento histórico. De hecho, durante un tiempo en mi infancia creí que el primer acto de la película era una historia totalmente diferencia. En esencia, el primer segmento es una comedia física clásica de Begnini, en la que un bienintencionado y carismático protagonista recurre a una serie de astutos trucos para sabotear a un rival de amores y conquistar a la mujer de sus sueños. Sin embargo, en los dos últimos tercios la cinta da un giro drástico cuando Guido y su familia son internados en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial (que la historia esté narrada desde la perspectiva de los italianos, quienes pelearon del lado del Eje, también la vuelve históricamente más interesante que otras producciones).


Como género, la película mezcla de manera impecable el drama y la comedia, pues el guión de Benigni logra lo imposible: darle el peso que se merece la situación, con los elementos trágicos teniendo el tiempo necesario para asentarse en el espectador (gracias en gran medida a una poderosa banda sonora), sin dejar que tener elementos verdaderamente divertidos incluso dentro del campo de concentración, antes de llegar a un pesadísimo clímax cuyos últimos veinte minutos soltarán lágrimas a toda la audiencia. De esta manera, una paleta de colores muy fría contrasta con diálogos con mucha vida para entremezclar la realidad con la fantasía que el protagonista construye para su hijo.


Para algunos hacer una comedia dentro de un campo de concentración podrá parecer de mal gusto, pero la belleza de la película radica precisamente en estos elementos. Aunque tanto para Guido como para la audiencia la tragedia y el peligro de muerte es evidente desde la primera escena (como la dirección recalca), éste hace hasta lo imposible para hacerle creer a su joven vástago que todo se trata de un juego, y lo arriesga todo para proteger esta mentira. De esta manera, la historia reconoce algo que considero muy importante: el trauma psicológico que Guido le quiere evitar a Giosué es más grave que el daño físico que la guerra trae consigo, uno que la mayoría de los supervivientes no puede superar.


Además de un poderoso trabajo detrás de cámara, sobre todo con el control del tono, Benigni domina la pantalla como uno de los mejores padres que he visto en el cine, siendo evidente para mí porque es el único actor no anglo-parlante en ganar como actor protagónico: mostrando a un hombre que vive en un constante miedo y preocupación, pero que con nada más a su disposición que el amor por su hijo logra reunir la fuerza de voluntad para dominar sus propias emociones y encontrar momentos de felicidad y belleza (por artificiales que estos sean desde su perspectiva) en aras de proteger a un niño.


La guerra ha sido por mucho la peor característica cultural del ser humano, y no hay manera de justificar las atrocidades que hemos cometido unos contra los otros, pero si una lección puede salir de tanto dolor es agradecer la paz que espero tengamos todos nosotros y sonreírle al mundo, pues si víctimas de uno de los mayores crímenes colectivos de nuestra especie pueden creer que la vida es bella ¿por qué nosotros no?



Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío

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