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Las dos torres

¡Bienvenidos pasajeros! En esta ocasión continuamos con la trilogía del señor de los anillos con la segunda película: Las dos torres.


Estrenada en 2002, al haber sido rodada simultáneamente con la primera conservó al mismo equipo enfrente y detrás de cámaras, siendo las incorporaciones al elenco Andy Serkis (Gollum), Bernard Hill (rey Théoden), Miranda Otto (Éowyn), David Wenham (Faramir), Brad Dourif (Gríma) y Karl Urban (Éomer), mientras que John Rhys-Davies asume un segundo rol como la voz de Bárbol. Convirtiéndose en la película más taquillera del año (incluso superando a Harry Potter), fue universalmente adorada por la crítica y fue nominada a seis premios Oscar (incluyendo Mejor Película), ganando dos (Efectos visuales y edición de sonido).


Para la segunda entrega, el punto de vista de la trama se divide en tres: Frodo, con la única compañía de Sam, debe recurrir a un dudoso aliado para continuar su viaje para destruir el anillo; Pippin y Merry interactúan con un nuevo pueblo de la Tierra Media; Aragorn y los supervivientes de la Comunidad deben salvar al reino de Rohan de la destrucción total.


Para muchos Las dos torres es la mejor película de la trilogía, y aunque ciertamente es excelente, creo también que es la menos buena. Como ejemplo, de mis diez escenas favoritas de el señor de los anillos, sólo una pertenece a esta entrega: el monólogo de Sam: fue en este punto que Sean Astin demostró estar entre los más fuertes intérpretes del elenco, y para mí el discurso (contrastado con el montaje de imágenes que cierran todas las tramas), es el resumen más efectivo y conmovedor de los temas de esperanza e inspiración que marcaron el trabajo de Tolkien.


Así como en la primera película el primer acto es el que está extendido, en este caso es el segundo, y quizá por eso es que esta película nunca ha sido mi favorita: la transición entre Edoras y el Abismo de Helm era tan lenta que Jackson tuvo que incorporar una escena de acción que no existe en el libro, y la trama de Pippin y Merry lamentablemente palidece en comparación con las otras dos, no tanto por mala actuación o un pobre guión, sino porque por la naturaleza misma de los ents la trama se aletarga (lo cual es lógico con la historia que se quiere contar y llega a una buena conclusión, pero no contribuye a fortalecer el ritmo).


No creo que tenga caso comentar elementos técnicos (actuación, diseño de producción, cinematografía, vestuario, maquillaje, banda sonora, etc.) puesto que tengo las mismas alabanzas que ya comenté en el análisis de la primera película, y esta película sólo lo potencia al incorporar el reino de Rohan y otras locaciones al mundo (lo cual trajo consigo nuevos avances en sets, temas musicales y utilería) por lo que para cerrar esta reseña comentaré dos elementos que fueron introducidos (o aumentados) en esta cinta.


El primero son los avances en CGI. Aunque se le debe dar crédito a Jurassic Park (1993) las precuelas de Star Wars (1999-2005) por ser las primeras en incursionar en la tecnología, creo que es en la trilogía del señor de los anillos donde fue mejor ejecutado, y los efectos en su mayor parte han envejecido bien. El principal reto del equipo detrás de cámara era construir personajes completamente hechos por computadora que pudieran no sólo moverse sino hablar y expresar emociones de manera más precisa que los dinosaurios de Spielberg e incluso los aliens de Lucas. La solución fue grabar la captura de movimientos del actor Andy Serkis (en el doble papel de Smeagol y Gollum en un magistral desafío actoral) en el set, interactuando con sus compañeros para posteriormente diseñar el personaje en computadora tomando como referencia el trabajo del actor. El resultado es que en ningún momento se pierde la ilusión que el pequeño monstruo es real, tan real como los hobbits con los que comparte escena, y en medio de los revolucionarios efectos especiales se puede notar una actuación completa más que sólo un notable trabajo de voz.


Finalmente, quiero señalar la secuencia que yo creo hace que esta película sea considerada por muchos la mejor: la batalla del Abismo de Helm. Una escena de acción que tardó tres meses en rodarse y requirió de más de 500 extras, lo que representó una pesadilla logística: para las panorámicas y la explosión se utilizó una maqueta, mientras que el resto de la batalla se grabó en un set que incluía una puerta, torre, rampa y muro reales (tanto así que en la escena del ariete el esfuerzo de los extras es real, las puertas de verdad estaban reforzadas). La coreografía es excelente, y es casi una película en sí misma pues hay un primer acto (los muros), un segundo (la explosión y el asedio a la fortaleza) y un tercero (el amanecer), con un ritmo acelerado sin llegar a lo frenético (salpicado de breves momentos de humor para aliviar la tensión) que permite al espectador rodearse de la atmósfera de la secuencia y sentir cada pequeño triunfo pero también las derrotas de los personajes (todos tienen sus momentos para brillar, pero específicamente Theoden, Aragorn y Gimli se desarrollan narrativamente mientras pelean), gracias en gran medida a que se dedicó gran tiempo del metraje previo a evidenciar la desesperanza de los sitiados. Creo que fue una decisión atrevida grabar la escena de noche, lo cual vuelve a la escena aún más terrorífica pero representó un reto en cuestión de iluminación, que fue solucionado agregando lluvia (el agua hace que la luz se refleje en los rostros y armaduras). Aunque hay combates más ambiciosos en la tercera película, estos usaron muchos elementos de CGI mientras que el Abismo de Helm fue en su mayor parte práctico, lo que ayuda a reflejar la faceta más cruda de la guerra incluso sin mostrar mucha sangre.


Como conclusión, Las dos torres construye sobre lo logrado en la primera película para entregar un producto más grande, espectacular y ambicioso, una muestra de lo que la buena organización, la pasión y el talento pueden lograr.





Hasta el próximo encuentro...


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