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Las pruebas de Utgard

Bañado en sudor, Thor finalmente se rindió y dejó al gato al que inútilmente había intentado levantar, pero eso no significaba que estaba dispuesto a dejar que el rey de los gigantes lo humillara impunemente.


Loki había sido el primero en ser retado y el primero en rendirse. Un pequeño ser llamado Logi había logrado devorarse toda una mesa de carne mucho más rápido que él, aunque hasta ese día se preciara de ser el ser más comelón de todos los reinos. Ahora permanecía sentado en un rincón, rumiando sobre su herido orgullo.


Pjalfi había sido el segundo en caer, vencido tras tres carreras consecutivas con un tal Hugi. Poco después, el propio Thor casi se había ahogado al tratar de vaciar un cuerno de agua, pero sólo había podido tomar tres tragos. Pero el no era como Loki o Pjalfi, el primero era un extranjero y el segundo sólo un sirviente. Él era el dios del trueno, el hijo de Odín, el guerrero más fuerte de Asgard. Había exigido una segunda prueba pero ahora contemplaba con indignación que de aquel gato que le habían ofrecido como rival de lucha sólo había podido levantar una de sus patas.


Furioso exigió que como el más importante de los invitados, merecía una tercera prueba. Utgard sonrió y pidió que esperara, mientras abandonaba el gran salón para meditar a sus aposentos...


Fuera de la vista de sus invitados, Utgard estaba preocupado. Había querido humillar a los visitantes, y lo estaba logrando, pero aunque las pruebas estaban diseñadas para ser falladas los extremos a los que habían llegado convertían a los recién llegados en seres claramente temibles. Más valía atenderlos y que regresaran pronto a sus hogares, pero tampoco se podía negar a una última petición de Thor, o sentiría la furia del Mjolnir.


En la mano sostenía el cuerno de agua que el asgardiano no había podido terminar, y a su alrededor, como un coro espectral, lo esperaban Logi, Hugi y el gato. Utgard era el hechicero más poderoso de entre los jotuns, pero para el último reto necesitaría todo su poder, por lo que con un gesto desvaneció las ilusiones a su alrededor.


Logi se puso rojo y empequeñeció hasta convertirse en una llama, pues a lo que Loki había intentado vencer en comer era nada menos que fuego vivo. De un salto Hugi trepó sobre la frente de Utgard, sumamente ligero, y se transparentó hasta desparecer, pues el rey de los gigantes había puesto a correr al pensamiento mismo. El cuerno se desvaneció entre sus dedos, pues este en realidad contenía todos los océanos el mundo y con sus tres tragos Thor había creado tormentas y dejado desiertos. El gato le dirigió una mirada maligna al jotun antes de abandonar la sala, pero su sombra aún se veía, y esta crecía y cambiaba de forma hasta revelar su naturaleza: Jorgmungandr, la monstruosa serpiente del tamaño del mundo.


Con sus poderes restaurados, Utgard convocó a sus aposentos a la misma muerte: inevitable, terrorífica, invencible. Cuando esta consintió en su plan, pues adoraba castigar a los arrogantes, el jotun utilizó su magia y la forma de la muerte tembló por un instante hasta adoptar la forma de una frágil anciana. Tomándola del brazo, regresó con ella al salón y habló:


-Asgardiano, esta mujer es mi vieja niñera, Elli. Si quieres probar tu valía lo único que tienes que hacer es lograr moverla, aunque sea sólo un paso.


¡Bienvenidos pasajeros! En este pequeño pasaje de la mitología nórdica, vemos uno de los temas recurrentes de esa cultura: el enemigo más peligroso es el que recurre a la magia y su propio ingenio, pues la soberbia y la fuerza bruta no son rivales para la mente. Efectivamente, Thor falla en mover a la muerte y los "héroes" de la historia son derrotados, aunque se ganan el respeto de Utgard, quien se declara sorprendido por su temple.


¿Hay una lección en esta historia? Muchos lo han interpretado como la manera correcta de responder a un reto: conociendo al rival y usando la cabeza en lugar de la fuerza, detectar las trampas y no pecar de exceso de confianza. Pero no sólo es la arrogancia la que pierde a Thor y Loki, sino la necesidad de probar su valor frente a los demás. Tal vez, sólo tal vez, la mejor manera de superar un reto impuesto por otros es depender sólo de una valoración interna y simplemente negarse a prestarse al juego.


Hasta el próximo encuentro....


Navegante del Clío

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