Los de Abajo
- raulgr98
- 13 feb 2024
- 5 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! La novela de la revolución mexicana ha sido uno de los subgéneros más explorados en la literatura nacional, y se pueden dividir entre aquellas que fueron escritas durante el movimiento armado y aquellas que se escribieron posteriormente. El día de hoy comentaremos brevemente una que pertenece a la primera categoría, y que se considera el nacimiento del género, y en opinión de algunos la primera obra del México independiente que tuvo presencia importante en el extranjero: Los de Abajo.
Escrita durante el exilio del autor, la novela sigue a dos miembros muy diferentes del movimiento armado: el idealista médico de clase media Luis Cervantes, y el líder popular Demetrio Macías, durante un año entre 1914 y 1915. Por lo tanto, la primera parte se ubica en la lucha contra Victoriano Huerta, mostrando la conformación y actuaciones de las milicias regionales, mientras que la segunda parte transcurre en la guerra civil que siguió a la Convención de Aguascalientes, en la que los líderes locales no tenían idea del proyecto político al que apoyaban en la guerra; rompiendo con el falso maniqueísmo de la primera parte (es imposible defender una causa social en la segunda parte, con mucha más ambigüedad moral).
Basándose en las experiencias del propio Azuela como villista, así como en los testimonios de otros soldados, la novela refleja una visión más vengativa y caótica de la Revolución (Demetrio asciende varios rangos en una sola batalla, con los grados militares repartido casi arbitrariamente), siendo en especial claro el desdén que tiene el escritor por el caudillismo (incluso de Villa), mofándose del ideal revolucionario en una visión sumamente pesimista (los personajes de las comunidades en la novela dejan de recibir a los alzados), en la que si alguna vez existió la Revolución como idea, murió en la tercera parte de la novela, que tiene su desenlace poco después de las batallas del Bajío. Para Mariano Azuela, el movimiento fue uno que nunca estuvo unificado, y aunque es ligeramente parcial a los villistas, la desilusión con la lucha es generalizada.
Salvo la toma de Zacatecas, los personajes no participan directamente en ningún acontecimiento histórico (llegan tarde a la Convención de Aguascalientes, y Azuela la desdeña como una mera herramienta política de las ambiciones de los caudillos); por el contrario, el foco lo recibe la lucha en las regiones rurales, siendo la oposición al caciquismo un tema central de la novela, así como las afectaciones a la población civil, incluyendo saqueos, incendios y asesinatos; mostrando que ambos bandos cometieron abusos. En cuanto a los personajes, en la narrativa de Azuela es clara una oposición racial y de clase (los federales, descritos como blancos, son caricaturizados), mientras que a personajes emanados de extractos bajos como Orozco y Villa, sin negar su barbarie (el término carnicería es muy común en el texto), se les trata con un poco más de respeto que a Carranza o a Obregón, haciendo la narración hincapié en cómo se forma una leyenda alrededor de ellos, pese a su fracaso.
El estilo de Azuela, que algunos críticos han descrito como fotográfico, está muy preocupado por retratar la cultura popular de la época de forma realista, y usa el estilo costumbrista para establecer metáforas y similitudes con la guerra (los naipes, las peleas de gallos y las cantinas, así como la canción de La Adelita; son elementos recurrentes). La descripción de lugares y vestimentas es excelente, con párrafos cortos de acciones concretas diseñados para crear imágenes mentales, y un diálogo lleno de oraciones sin terminar y "mal construidas" desde un punto de vista ortográfico y gramatical, a fin de imitar el modo de hablar coloquial, improvisado y desordenado, repleto de regionalismos, apodos y anécdotas. Aunque lineal en un sentido de temporalidad, que inicie y termine en el mismo lugar temáticamente le da a la novela una naturaleza cíclica, que permite mostrar las transformaciones en el tiempo a la vez que da muy pocas fechas.
Sin lugar a dudas, lo más interesante de la novela es la contraposición entre sus dos protagonistas: Luis Cervantes, pese a justificar ideológicamente la lucha y ser el más educado que los dos, en realidad busca satisfacer ambiciones personales, arrogante e inexperimentado, pasivo; y resulta muy curioso que sea éste el que tenga más paralelismos con la biografía del escritor. Por otra parte, en Demetrio Macías construyó al que en la actualidad es el referente visual del revolucionario: alto, humilde, moreno, viril, campesino, de bigote y sombrero, traje de manta y carrilleras. Valiente y amante de la bebida, mujeriego pero noble, el típico héroe que el Cine de Oro popularizaría en la pantalla grande, y la narración derrocha admiración hacia él, un héroe de guerra con un anhelo de justicia pese a su ignorancia. Ninguno de los dos puede contestar cual es la causa de la Revolución, y en ambos hay una motivación práctica y personal (escapar de un enemigo y proteger su propiedad en el caso del primero, dinero y cargos públicos en el caso del segundo); y sus modos de actuar son totalmente diferentes, volviéndose su caracterización más compleja en la segunda parte (Macías, aunque activo, es reaccionario a un conflicto que no busco, Cervantes entró a la guerra por voluntad propia, pero es pasivo); gracias a la interacción con personajes secundarios muy interesantes (sobre todo Camila, Venancio y Solís, los primeros dos inocentes y con aspiraciones, el tercero un realista crítico).
Más allá de su cualidad literaria, el legado de Los de Abajo es innegable, pues aunque es muy crítico de la lucha, cimentó el mito que la Revolución nació de una oposición entre "los de arriba" y "los de abajo", y el gobierno utilizó ese elemento, minimizando la crítica a los caudillos, para consolidar su proyecto institucional. Paradójicamente si se considera el cinismo del autor, la novela creó en el imaginario colectivo una causa de la Revolución Mexicana en torno a la cual girar: se trató de una lucha por la justicia, en la que las víctimas del sistema se alzaron en clara desventaja, contando con más fuerza bruta que inteligencia, actuando con valentía, camaradería y predisposición al sacrificio por combatir el abuso y la desigualdad. Para el imaginario colectivo la violencia de la revolución que Azuela tanto te esfuerza en demostrar es minimizada (el asesino Villa es un héroe del pueblo, perdurando más la leyenda que tienen los personajes sobre él que el análisis crudo de sus acciones), o sólo provocada por la élite hacia los alzados, mientras que el bandidaje es romantizado en una especie de Robin Hood mexicano en el que el revolucionario hace justicia por los años de explotación. En ese sentido, poco importa para la visión de la Revolución si el movimiento fue triunfal (como pugna la política nacionalista) o un fracaso (la percepción desilusionada de Azuela) pues la nobleza se encuentra en el espíritu de la lucha misma, y la Revolución se ha convertido en el único rasgo identitario que le queda a los personajes.
Título original: Los de Abajo
Autor: Mariano Azuela
Año de publicación: 1916
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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