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Los dos papas

¡Bienvenidos pasajeros! En esta ocasión de la película recomendada iniciamos una bizarra trilogía cuya conexión será inexplicable para la mayoría de ustedes, pero que para mi es un proyecto muy especial. Arrancamos con, me parece, la película más reciente que hemos cubierto en este espacio: los dos papas, de 2019.


Dirigida por el brasileño Fernando Meirelles y escrita por el neozelandés Anthony McCarten, la cinta distribuida por Netflix se enfoca en la relación entre el papa Benedicto XVI y el cardenal Jorge Mario Bergoglio (futuro papa Francisco), debatiendo sobre el papel de la Iglesia católica después del escándalo de las filtraciones vaticanas, Un elenco relativamente pequeño, la mayor parte del tiempo en pantalla es ocupado por los actores protagónicos: Jonathan Pryce (Bergoglio) y Anthony Hopkins (Benedicto), contando también con la participación de Juan Minujín (joven Bergoglio), Luis Gnecco (Cláudio Hummes), Sidney Cole (Peter Turkson), Lisandro Fiks (Franz Jalics), Germán de Silva (Orlando Yorio) y Maria Ucedo (Esther Ballestrino), entre otros. Aunque, al ser una película de streaming, es muy difícil determinar la recepción del público, la crítica la valoró favorablemente, con Pryce, Hopkins y McCarten nominados a Oscares por su trabajo, aunque ninguno resultó galardonado.


Primero que nada, debo reconocerle a los cineastas la valentía y compromiso que implica retratar personas que, en su mayor parte, continúan con vida. Aunque no conozco suficiente para comentar sobre la veracidad histórica (sobre todo por lo sensible que sería revelar información confidencial de figuras eclesiásticas no fallecidas), pero la falta de protestas significativas me hace creer que la historia fue tratada de manera respetuosa. Lo que si puedo comentar es sobre las secuencias en la década de los 70's, durante la dictadura militar de Videla. y debo decir que pese a su brevedad la dirección hace un buen trabajo de recrear la crudeza e inseguridad de la época, en la que creo es una ventaja que ofrece el cine sobre la obra que originó la cinta,


En cuanto a los aspectos técnicos, creo que la dirección es bastante plana, como un estilo prácticamente de documental (aunque aclaro, me parece que esto favorece a la película, pues permite que el espectador se concentre en el diálogo), y debo resaltar dos aspectos en específico: el primero es la cinematografía, que logra mediante encuadres e iluminación distinguir perfectamente los dos periodos tratados narrativamente, y el diseño de producción, pues la recreación de Ciudad del Vaticano (en la que el equipo no pudo rodar por cuestiones de seguridad) me pareció impecable. Sin embargo, por mucho el mejor elemento de la cinta son sus interpretaciones protagónicas, en las que me concentraré más adelante, aunque antes debo hacer mención especial a Minujín, pues creo que su trabajo se complemente orgánicamente con el de Pryce, y las dudas del personaje en su vejez son más genuinas al ver la transformación y ambigüedad moral de su versión más joven.


Quiero hablar ahora de la relación entre los dos papas, cuyas conversaciones son las mejores escenas de la película. No me parece apropiado discutir a las personas reales, por lo que para propósitos de este ensayo hablaré del trabajo de Hopkins y Pryce como si de personajes ficticios se tratara. Creo que la principal fortaleza de ambas interpretaciones es que es muy difícil lograr aterrizar en la realidad figuras públicas (especialmente las eclesiásticas) y los dos actores logran construir personajes que brillan precisamente por su humanidad: con deseos y ambiciones pero también dudas y arrepentimientos. La química entre los dos personajes es impecable, pues es palpable el respeto mutuo pese a las diferencias, que eventualmente lleva a una amistad sincera; pero lo que más destaco es la madurez que aportan al guión, pues se consideran iguales intelectualmente y la fortaleza de las interpretaciones hace que los debates teológicos y filosóficos, que en otras manos serían pesados, resulten cautivantes.


Finalmente, creo que esta película tiene mucho que aportar tanto para creyentes como no creyentes, como una herramienta para comprender la fe y el papel que la Iglesia cumple en ella. Si bien el guión no esconde algunas de las cuestiones más cuestionables de los hombres que forman parte de la religión organizada (algo que aprecio), tampoco la desprecia de raíz sino que hace un esfuerzo por separar la creencia y devoción religiosa de los errores humanos, pero también abrir la puerta a un debate sobre la existencia de la iglesia como institución. Honestamente, y desde una perspectiva estrictamente personal; esta visión genuina, aterrizada, abierta al debate, en mi opinión hace un trabajo mucho más efectivo acercándome a la religión que muchas otras producciones con ese propósito explícito.




Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío



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