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Los infiltrados

¡Bienvenidos pasajeros! Revisando el archivo de este espacio, me percaté que tiene mucho tiempo que no reseño una ganadora del Oscar a Mejor Película. Para celebrar el hecho que Martin Scorsese ha regresado a la pantalla grande, hoy recuerdo la que todavía considero su mejor película: Los infiltrados.


Dirigida por Scorsese y escrita por William Monahan, la cinta de 2006 fue un éxito moderado en taquilla ero tuvo una fabulosa recepción crítica, siendo nominada a cinco premios de la Academia, de los cuales ganó cuatro (Película, Director, Guión Adaptado y Edición), aún hoy la única vez que el veterano director ha obtenido el galardón. El elenco, tristemente ignorado en la temporada de premios (salvo Whalberg), está lleno de estrellas consolidadas, incluyendo a Leonardo DiCaprio (Billy Costigan), Matt Damon (Colin Sullivan), Jack Nicholson (Frank Costello), Martin Sheen (Charlie Queenan), Mark Whalberg (Sean Dignam), Vera Farmiga (Madolyn Madden), Ray Winstone (Frenchie), Alec Baldwin (George Ellerby), Anthony Anderson (Brown), James Badge Dale (Barrigan) y Mark Rolston (Timothy Delahunt).


La película, perteneciente al género del thriller criminal, sigue el conflicto entre el jefe de la mafia (Nicholson) y la policía de Boston, en un juego para sabotearse utilizando espías. Por lo tanto, los protagonistas son Billy Costigan (DiCaprio) y Colin Sullivan (Damon), el primero un policía novato encubierto en la mafia, y el segundo un criminal infiltrado en el departamento de policía. Tras una operación en la que ambos bandos descubren la existencia de un traidor entre los suyos, a los personajes se les encarga la misión de descubrir la identidad de su contraparte, resultando en una mortal cacería en medio de un juego de engaños.


Vagamente inspirada en una película de Hong Kong, pero con un mayor grado de realismo. Algo que de inmediato me llamó la atención de la producción fue la decisión de que la historia transcurriera en Boston (pese a ser rodada en su mayor parte en Nueva York). Esto no sólo la diferencia de las otras cintas del género, usualmente transcurridas en grandes urbes como NYC o Chicago, sino que permite que la narrativa adquiera un tono más íntimo (que contribuye a la claustrofobia y paranoia que experimentan los personajes), además de establecer una mayor conexión con la audiencia al mostrar que el crimen organizado es tristemente parte de casi todas las ciudades.


Scorsese es famoso por preferir los personajes por sobre la trama, pero creo que en Los Infiltrados encontró el balance perfecto entre ambos elementos. La cinta, en una palabra, es el mejor ejemplo de tensión que he visto en el cine moderno. Esto se debe a la decisión de revelar desde el principio al espectador la identidad de ambos espías. De esta manera, la audiencia en todo momento sabe más que los personajes, la incertidumbre de quienes más tienen información clave y el temor a que uno pueda sea descubierto tiene a quien la vea al borde del asiento en todo momento. Quizá la mejor escena en ese sentido es la que transcurre en una cena de cine, que junto con la posterior persecución es una de las mejores, sino que la mejor, del género.


Aunque la película tiene muchos elementos de intriga, Scorsese no se muestra tímido ante la violencia, y creo que esto es algo necesario para que el espectador dimensione la gravedad de la situación, y prepararlo para el desenlace. Algunas de las muertes están dirigidas de una manera muy creativa, otras de una forma tan grotesca que casi parece banal, pero todos los personajes señalados para morir reciben una que parece congruente con la caracterización y una consecuencia lógica de sus acciones, mostrando que la violencia no beneficia a nadie, y no hay ganadores en la muerte. Aunque no son las mejores que el director ha coreografiado, las secuencias de tiroteo logran aportarle a la cinta el dinamismo necesario para que el público no se pierda entre los elementos de diálogo, que vuelven la complejidad de la cinta muy difícil de seguir.


Una de las mejores decisiones del guion fue entremezclar la vida de los dos protagonistas, por lo que el involucramiento emocional de ambos es mayor, incluso sin conocer sus identidades, se convierten en la obsesión y persona más importante para la el otro. Ambos tienen aproximadamente la misma edad y provienen de trasfondos similares; e incluso se ven involucrados con la misma mujer en un triángulo amoroso; pero, en una manera poco tradicional, no se encuentran cara a cara hasta el tercer acto. Aún así, la cercanía de uno al otro es constante, literalmente pero sobre todo en un sentido metafórico, por lo que el enfrentamiento entre ambos se siente cada vez más inevitable conforme avanza la historia.


Como mencioné antes, la cinta condena la violencia por ambas partes. En un tono amoral y cínico, la crítica es a un sistema de engaños podrido y muy difícil de reparar (el motivo recurrente de la rata es una representación visual de éste), sobre todo por la existencia de dos sorpresas en la segunda mitad de la cinta que revelan que la situación es aún más compleja y ambigua que la presentada al inicio, en lo que yo considero una denuncia muy efectiva a la falta de comunicación entre niveles de autoridad, así como la obsesión por el control.


Otro de los elementos que creo está muy bien ejecutado es el seguimiento a la salud mental, sobre todo en el personaje de Leonardo DiCaprio, e incluso en el de Damon. Ya sea el protagonista o el antagonista, en ambos es claro el peso de llevar una doble vida y como el sentido de realidad se desmorona entre más aumenta la crisis, resultando en una incapacidad de formar relaciones reales. La necesidad de salir del engaño en el que viven, al no poder cargar con las decisiones tomadas, lleva a ambos personajes a tomar decisiones cada vez más impulsivas, y estos errores de cálculo resultan clave para el clímax de la cinta, que puede parecer abrupto pero en realidad ha sido construido alrededor de la psicología de los personajes y su descenso a la locura.


Como es normal en sus cintas, todos los personajes tienen una tridimensional que hace que la cinta se eleve por encima de la acción. El trabajo tanto de DiCaprio como de Damon es excelente, pero dada la naturaleza de sus personajes la mayor parte de sus decisiones actorales son sutiles, contenidas o reservadas para los momentos de soledad (Vera Farmiga, como interés amoroso de ambos, es una excelente compañera de escena para explotar sus dinámicas). Como contraparte, creo que fue una acertada decisión del director acompañar a los protagonistas, en extremo serios, con un elenco secundario lleno de actuaciones bombásticas y extravagantes, que aportan un tipo distinto de energía, e incluso altas dosis de humor negro, destacando especialmente en este apartado Mark Whalberg (en posiblemente el único papel suyo que he disfrutado) y Jack Nicholson en la que muchos consideran su último gran papel antes de retirarse como un villano sádico y claramente desquiciado, pero con una vena calculadora.


Sé que muchos consideran el final de la película como anticlimático y decepcionante, pero creo que sin él la historia no funcionaría. Superada la sorpresa inicial, entiendes que los personajes no podían tener otro desenlace, y la fatalidad de la trama enriquece los temas de Scorsese sobre las consecuencias de las decisiones y el fruto de la violencia, así como un cuestionamiento a si existe la justicia que no estaría presente en otro final.




Hasta el próximo encuentro...


Navegante del Clío

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