Maldita Roma
- raulgr98
- 30 ene 2024
- 5 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! El primer libro que reseñé en Navegante del Clío fue la novela Roma soy yo, de Santiago Posteguillo. Año y medio después, aprovecho la publicación de hoy para compartir mi opinión sobre la secuela, que terminé la semana pasada; y que dramatiza los siguientes diecisiete años de la vida de Julio César, desde su exilio en Rodas hasta el inicio de la Guerra de las Galias.
Hace poco, una maestra comentó que las editoriales exigen a los escritores cautivar al lector en las primeras cinco páginas, y esa parece ser la razón por la que esta novela inicia en extrema res, con el inicio de la batalla de Bibracte. Aunque descrita con toda la emoción que caracteriza al escritor, me parece una decisión claramente tardía en el proceso tardío, pues algunos de los personajes (Craso hijo sobre todo) no han sido introducidos en la trama y la historia no construye de una manera sólida la Guerra de las Galias, el clímax es de hecho anterior, por lo que no es una anticipación adecuada de una resolución, más bien es un epílogo adelantado.
Además de ese detalle, me parece que el libro toma otra decisión equivocada, que obedece a una planeación insuficiente en la entrega anterior: la introducción de algunos nuevos personajes no es la mejor, pues su trasfondo parte de acontecimientos que no vimos en el primer libro. El fenómeno que se repite con algunos secundarios pero es evidente en tres personajes claves que se introducen en Maldita Roma: Bruto, Servilia y Catón. Que el padre del primero (marido de la segunda y cuñado del tercero) fuera asesinado poco después de la muerte de Sila por órdenes de Pompeyo es mencionado varias veces, pero considero que ese es un acontecimiento que se debió haber presentado en la primera novela, dada la importancia que tienen Servilia y Catón en esta novela y el futuro desarrollo que le espera a Bruto, siendo la forma en que esta familia navegó la política romana clave para sus caracterizaciones.
Otro aspecto que me llamó la atención es la estructura de la novela, puesto que a pesar de tener la misma extensión que obras anteriores del autor español, Posteguillo decidió reducir las partes que la componen en sólo cuatro (los piratas, la guerra con Espartaco y dos al ascenso político de Julio César, con tan sólo unas cuantas tramas que se extienden a más de una, como la rebelión de Sertorio). Aunque esto aumenta la cantidad de capítulos por cada sección, me parece que cumple el efecto deseado de que la trama se sienta más cohesionada, en especial la segunda mitad, que me resultó muy difícil de soltar cada noche.
Una última peculiaridad que distingue a esta novela de otras de Posteguillo es que, en comparación con sus sagas anteriores, hay muy poco interés por el aspecto militar de la Antigua Roma (por ejemplo, en la rebelión de Espartaco muchas de las batallas sólo son mencionadas, y la descripción de la guerra con Sertorio está más enfocada en las estrategias generales que en combates específicos; si bien ambos son personajes paralelos fascinantes, incomprendidos por sus pares). Con esto no quiero decir que la novela sea totalmente carente de acción, pero estamos ante un novelista más confiado que sabe que puede retener la atención del espectador con la fuerza del diálogo.
Como en casi todos sus libros, Posteguillo hace un esfuerzo por aumentar la presencia de los personajes femeninos para narrar los aspectos más sociales de la historia, así como penetrar en los aspectos más complejos de la vida romana. En ese sentido, Cornelia y Aurelia siguen siendo personajes fascinantes por sus contrastes y la influencia que tienen sobre el personaje principal, y aunque Servilia y Pompeya están un poco subutilizadas, creo que tienen potencial para el futuro como dos tipos distintos de mujer romana. Sin embargo, son dos personajes femeninos los que más me sorprendieron: Julia, la hija de Julio César, quien en muchos sentidos es el personaje más importante de la trama, y Calpurnia, quien sólo aparece en los últimos capítulos pero tiene una mayor profundidad de lo que esperaba. En una subtrama paralela, Cleopatra es introducida, y aunque no tiene suficiente tiempo para dejar una gran impresión (más allá de una crítica pertinente a la manipulación de las masas) creo que es importante mostrar la diferencia de edad de forma explícita para desmitificar la futura relación.
Por mucho, el elemento más interesante de la trama es el aspecto político, pues creo que Posteguillo hizo una excelente labor en volver accesible para el lector la compleja cadena de cargos públicos de los últimos años de la república romana, construyendo una red de intrigas y campañas electorales con múltiples factores muy bien ejecutadas, pues fenomenales discursos se combinan con ingeniosos recursos para manipular la ley, y no puedo creer que una discusión de una reforma agraria pudiera atraparme tanto, pero el autor le logra inyectar tensión.
En cuanto a los personajes principales, quiero iniciar con los antagonistas, pues Cicerón y Catón son excelentes rivales para Julio César, mucho más metódicos que él. Aunque cerca estuvo Posteguillo de caer en un reduccionismo maniqueo de los optimates, creo que logra evadir la falacia mediante la subtrama de Catilina, en la que muestra la grandeza como orador de Cicerón, elevándolos a una posición de respeto pese a ser enemigos de su protagonista. Los miembros del triunvirato fueron desarrollados casi en paralelo, y aunque las diferencias entre Pompeyo y César fueron claras desde el primer libro, la exploración en esta novela de como tres personas que se odian pueden formar una alianza antinatural, y las consecuencias que eso trae consigo, fue un juego muy bien logrado. Aunque Pompeyo es el personaje caracterizado de forma más negativa, hay una incipiente relación con Julia que puede darle más profundidad en novelas futuras, mientras que fue sorprendente para mí la tridimensionalidad que adquirió Craso al balancear su ambición con su frustración. Finalmente, César sigue siendo un protagonista al que es muy fácil seguir, pues muestra empatía en sus relaciones interpersonales, fallas de carácter muy evidentes y una voluntad e inteligencia admirables, pero me parece que un gran acierto de este libro fue abrir grietas en su relación con Labieno, un anticipo de su terquedad y ambición incontenibles,
Quiero concluir con el aspecto temático que más invita a la reflexión, como el propio autor comenta en su nota histórica: aunque es evidente la crítica a la corrupción política y las maneras de los personajes de torcer o manipular la ley, toda la novela transpira una admiración a la inteligencia de los personajes de uno y otro bando para enarbolar discursos, moverse en los márgenes de lo legal, las áreas grises de las instituciones, lo que se contrasta con la torpeza de los políticos modernos, cuya falta de astucia es para el autor aún más reprobable que la corrupción en sí misma.
Título original: Maldita Roma
Autor: Santiago Posteguillo
Año de publicación: 2023
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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