Medianoche en París
- raulgr98
- 7 jun 2023
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! Esta mañana me desperté con un poco de nostalgia romántica, por lo que quiero comentar aquí una de las películas románticas con conceptos más originales que he visto: Medianoche en París.
Estrenada en 2011, la cinta es, en términos financieros, la película más exitosa a la fecha del escritor y director Woody Allen. Nominada a cuatro premios Oscar, de los cuales ganó uno (Mejor Guión Original), es una coproducción con España, lo que puede explicar su estilo afín al cine europeo. El elenco está protagonizado por Owen Wilson (Gil Pender), Rachel McAdams (Inez), Marion Cotillard (Adriana), Tom Hiddleston (F. Scott Fitzgerald), Corey Stoll (Ernest Hemingway), Adrien Brody (Salvador Dalí), Michael Sheen (Paul), Lea Seydoux (Gabrielle) y Kathy Bates (Gertrude Stein).
La trama sigue a un guionista (Wilson) desilusionado de su vida, su relación y su tiempo que va de vacaciones a París. Envuelto en la apatía, una noche descubre que, si se encuentra en determinada calle justo a las 12, un transporte lo lleva al París de los años 20 (una época que admira y añora). donde se involucra con un colorido grupo de escritores, pintores y artistas en general, que le hacen cuestionarse su vida y sus aspiraciones como novelista y a eventualmente involucrarse con una amante de Picasso (Cotillard) con la que comparte un sentido similar de melancolía.
Algo que me parece interesante del concepto es que el viaje en el tiempo está mucho más anclado en la fantasía que en la ciencia ficción, y el guion en ningún momento intenta darle una explicación. Las reglas a través de las cuales funciona son tan ambiguas que pueden aparentar contradecirse, pues la prioridad de su uso es fortalecer los temas de la cinta. Esto ha dado lugar a innumerables teorías e interpretaciones del mecanismo mágico de la cinta, pero creo que la falta de explicación (claramente adrede) le da una atmósfera de ensueño, casi de cuento de hadas, a la trama, que sin llegar a clasificarse como realismo mágico retoma muchos de sus elementos literarios.
Como era de esperarse, dada mi formación la lista de personajes y referencias históricas retratadas (en este punto el elenco, incluso de personajes secundarios que no enlisté en los primeros párrafos, hace un trabajo magistral). Inicialmente, aunque es cierto que París era la capital cultural de la época, es difícil de creer que tantos hombres y mujeres coexistieran en el mismo espacio. Pero, un análisis más profundo revela que estos personajes efectivamente se conocieron, pero no por una coincidencia geográfica, sino por las circunstancias históricas comunes: los efectos de la primera guerra mundial provocaron una crisis profundamente trastornadora en una generación completa, que gravitó a una Europa en recuperación en búsqueda de propósito, y se entremezcló en el origen de sus carreras, antes de que pocos o ninguno fueran las leyendas como las que Gil y la audiencia los percibe. La coexistencia de artistas, que tienden a formarse en grupos, escuelas y corrientes, es algo común que no consideramos usualmente, y puede que historiadores futuros encuentren "coincidencias" semejantes en nuestro presente.
En cuanto a los aspectos técnicos de la película, creo que el guion presenta un gran ingenio, pues delinea y contrasta las personalidades de los personajes (tanto reales como ficticios) únicamente a través del diálogo y las interacciones, resultando en una historia que muchas veces es divertida, pero que puede llegar a sorprender con una dulzura inesperada. Más allá de eso, los dos elementos que más resaltan son la paleta de colores escogida por la cinematografía, que se conjunta con la iluminación para retratar visualmente el estado de ánimo del protagonista conforme transita en el tiempo; así como un excelente diseño de producción que tiene la difícil tarea de construir tres momentos temporales distintos, que logra con casi perfección gracias a la atención al detalle (particularmente en los vestuarios) y el uso recurrente de colores y objetos para darle personalidad única a cada periodo.
El tema de la película, que trataré de mantener vago para no arruinar la experiencia de visualización, es sobre como pensamos el tiempo, llegando a la conclusión que la nostalgia, aunque bella y una fuente de inspiración, es en su mayor parte inútil. Ejecutado de una manera que considero preciosa, la lección de la película es que los hombres y mujeres que añoran un pasado que ellos consideran idílico ignoran que los que lo habitaron a su vez pusieron en un altar años anteriores, iniciando un ciclo interminable de melancolía. Venerar el pasado a la vez que se acepta la imperfección del presente, buscando la belleza en lo que nos rodea, viviendo la vida que nos fue asignada, es una lección que todos deberíamos escuchar más a menudo, pues esto no sólo nos ayudaría a soltar épocas que no vivimos, sino nuestros propios ayeres.
Quiero concluir esta recomendación abordando el elemento del romance, pues lo planteé en la introducción. Quienes esperan los arquetipos de una comedia romántica tradicional probablemente se encontrarán decepcionados, pues el personaje de Owen Wilson no tiene dos, sino tres intereses románticos a lo largo de la cinta (McAdams, Cotillard, Seydoux). Pese a la diversidad de parejas, considero que el amor es un tema principal en esta cinta, pues el amor al tiempo, al éxito, al pasado, a la ciudad, a la Historia, al arte o a la belleza mueven a absolutamente todos los personajes de la cinta, y el conflicto del protagonista se origina en la falta de amor que siente en y por su vida. Trasladando esto a las tres relaciones románticas que toman prominencia, es clara la intención de la Historia en que hay amores egoístas y amores compartidos, y dos de las tres relaciones fallan porque los involucrados son incapaces de soltar sus pasiones individuales, incompatibles entre sí. En ese sentido, Medianoche en París es una invitación a soñar, pero advirtiendo que uno se puede perder en las fantasías que creamos, y que los sueños sólo se consiguen si uno logra anclarlos en la realidad, idealmente con alguien con quien compartirlos.
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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