Misa de medianoche
- raulgr98
- 18 oct 2023
- 5 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! Mientras espero la próxima semana para reseñar el final de la casa Usher, me percaté que nunca es la primera vez que reseño el trabajo de Mike Flanagan. Para mis seguidores de hace tiempo, sabrán que no soy realmente fanático del género de horror, pero me atrevería a afirmar que Flanagan es, al menos en Hollywood, el mejor trabajando actualmente. Aún no sé si todo lo que resta del mes abordaremos el terror, tengo al menos una más planeada, pero el día de hoy quiero reseñar una miniserie reciente que cumple todos los propósitos en los que se embarcó: Misa de medianoche.
Estrenados en 2021 en Netflix, los siete capítulos son dirigidos por Flanagan, quien tiene participación como escritor en todos, con la colaboración de James Flanagan, Elan Gale, Dani Parker y Jeff Howard. Como indica el título, así como los nombres de los capítulos (todos inspirados en libros de la biblia), la influencia religiosa es muy importante al narrar la serie como se trastoca la vida de un pequeño pueblo conservador cuando una misteriosa entidad arriba a la isla. Aunque fue lamentablemente ignorada en la temporada de premios, fue una de las series mejor valoradas de su año. El elenco, formado tanto por viejos conocidos del director como de nuevas incorporaciones, incluyendo, entre otros, a Zach Gilford (Riley Flynn), Kate Siegel (Erin Greene), Hamish Linklater (Padre Paul), Samantha Sloyan (Bev Keane), Rahul Kohli (Sheriff Hassan), Annabeth Gish (Sarah Gunning), Kristin Lehman (Annie Flynn), Alex Essoe (Mildred Gunning), Henry Thomas (Ed Flynn), Rahul Abburi (Ali Hassan), Annarah Cymone (Leeza Scarborough), Igby Rigney (Warren Flynn).
Famoso por sus adaptaciones, la historia de Misa de Medianoche es una historia original, una anomalía en el trabajo de Flanagan, pero es un proyecto que el creativo gestó durante muchos años, y que planeó publicar en distintos formatos antes de decidirse por una miniserie. El aspecto pasional del proyecto reluce en la dirección, que le dedica a cada palabra de sus múltiples monólogos una atención personal, casi como una terapia para los fantasmas del creador a través de sus personajes. La miniserie contiene los mejores elementos del cine de Flanagan y es que su trabajo no pertenece exclusivamente al horror, sino que éste es una herramienta usada para contar historias que bien podrían pertenecer al drama familiar, el romance, el misterio o la crítica social.
En aspectos técnicos, quiero destacar tres: la paleta de colores, apagada salvo en momentos claves del guion, que se combina a la perfección con el diseño de producción para construir una atmósfera no sólo aislada (que es clave para que la locación funcione), sino fría, desolada, al borde de la muerte. El segundo aspecto es una memorable banda sonora a cargo de los hermanos Newton, gracias a la cual funcionan los mejores momentos de miedo de la serie. El tercer elemento que funciona de maravilla es el ritmo, pues aunque puede que sea demasiado lento para algunos, es perfecto para la historia, que es más un drama filosófico que una serie de susto. Aún así, el equipo tuvo el cuidado de construir de manera metódica un misterio que estalla en los últimos dos capítulos en un clímax tan emocionante como agridulce.
A continuación arruinaré una de las sorpresas de la serie, pero es una de los primeros capítulos y hay muchas más por descubrir, así que no me molesta. Reducido al absurdo, Misa de Medianoche es una historia de vampiros, pero el término no es utilizado ni una sola vez en todo el proyecto, porque no es el foco principal. Aunque su participación es clave para generar tensión, y el hecho que la figura sea vampírica realza los temas de la serie, casi todos los elementos de la historia podrían funcionar sin los elementos de terror, pues los conflictos psicológicos y morales de los personajes no tienen un origen sobrenatural, y éste queda confinado a un vehículo para enfrentarlos.
Todo el elenco, incluso los que no enlisté aquí, hacen un excelente trabajo. De hecho, Robert Longstreet en una participación breve como el borracho del pueblo tiene una de las escenas más conmovedoras de toda la serie. Del elenco principal, creo que hacen un buen trabajo al mostrar el descenso a la locura (o preservación de la cordura, según sea el caso) de personajes aparentemente comunes, pero que siempre escondieron cierta complejidad. Siendo un pueblo profundamente religioso, es fácil empatizar con los personajes de Annabeth Gish (una científica LGBT) y Rahul Kohli (el sheriff musulmán), al ser los extraños en la comunidad, triunfando las interpretaciones porque los muestran intentando formar parte del grupo sin renunciar a sus creencias, un balance difícil de encontrar. Entre los miembros del elenco, Zach Gilford interpreta a un protagonista con el que es difícil conectar al inicio, pero al que el actor le logra inyectar tanto culpa como un deseo genuino de redención que lo hace entrañable. Por otra parte, Samantha Sloyan construye una villana sensacional en una fanática religiosa que amas odiar, pero las palmas se las lleva Hamish Linklater con una interpretación polifacética que debe ser generar inspiración y confianza a la vez, vejez y vigor, peligro y salvación, todo a través de monólogos más perturbadores con cada capítulo.
La otra función de los personajes redondos es construir un conjunto de temas profundos que me parecen muy bien explorados: el miedo a la muerte me parece sensacional, pues encaja con la naturaleza del monstruo a la vez que apela a todos los espectadores; pero la reflexión no se queda en un nivel superficial, sino que ataca el por qué existe ese miedo. De esta manera, nos encontramos ante personajes que viven arrepentidos por decisiones que no tomaron, atormentados por un castigo que creen merecido o simplemente desesperados por encontrar más tiempo con los que aman. De esta manera, todo el elenco se encuentra en búsqueda de paz y pertenencia, y la violencia surge del miedo y la hipocresía. En un mundo sin pureza, en el que los antagonistas son los que creen que existe, la melancólica lección de Misa de Medianoche es que el mal es algo real, pero la posibilidad de redención y encontrar segundas oportunidades también lo es.
Quiero cerrar dedicándole una mención especial al asunto religioso, pues al ser la villana una fanática, la Iglesia parte importante del misterio y algunos de los personajes no creyentes, sería fácil suponer que la miniserie es un ataque al catolicismo, pero creo que esta visión es una crítica en exceso simplista. Es cierto, la serie denuncia como el sentido de superioridad, la doble moral y el imponer un sentimiento de culpa pueden hacer daño a hombres y mujeres, pero en ningún momento se critica a la fe en sí misma. Por el contrario, si el mal se encuentra en el fanatismo en cualquier credo, es porque Flanagan cree que aquellos que se esfuerzan más por demostrar su devoción son los que están en menos comunión con sus creencias, y el hecho que la secuencia en el último capítulo con la canción "Nearer, my god, to thee" no pueda ser descrita con otra palabra más que hermosa (la escena más emotiva de la serie) demuestra las bondades de la fe: darnos consuelo y guía en los momentos de desesperación, alivio en el dolor y paz en el final, encontrar un sentido de comunidad con los demás, más allá de las diferencias. Si nosotros, una especie orgullosa y testaruda, encontramos la manera de que la fe sea un motivo de unión y no un pretexto de separación, podemos hacer del mundo un lugar mejor.
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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