Otelo
- raulgr98
- 25 oct 2022
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! En esta ocasión de la semana de Shakespeare les presento una de las tragedias del dramaturgo inglés, y una favorita personal: Otelo.
Readaptando un cuento italiano, Shakespeare ubica su tragedia en el contexto de la guerra otomana-veneciana (1570-1573) que, entre otros lugares, se peleó en la isla de Chipre, entonces bajo el control de la república italiana.
Un posible indicio de su popularidad inicial es que es de las pocas obras shakespereanas cuya trayectoria en escenarios está bien documentada: se presentó ante el rey Jacobo I en noviembre de 1604 y nuevamente ante él en febrero de 1612. En el intermedio, se presentó tanto en el Globo (1610) y Blakfriars (1629-1635), continuando su montaje incluso después de la muerte del autor. En otros medios, se ha adaptado a la ópera, el ballet, cine (24 películas), televisión (6 series) e incluso cómics.
La historia en cinco actos está planteada de la siguiente manera: el general moro Otelo enamora y se desposa con la noble veneciana Desdémona antes de ser enviado a defender la isla de Chipre de los turcos. Sin embargo, el feliz romance es puesto en peligro por las intrigas de Yago, alférez de Otelo, quien manipula los celos del moro para destruir su felicidad y la de todos los que, en su mente, lo han agraviado.
Todos los estudios literarios sobre la obra han calificado como temáticamente es la exploración arquetípica de los celos, como estos son tan poderosos e irracionales que pueden convertir en monstruos a hombres virtuosos. Para no entretenerme en este aspecto ya ampliamente explorado, quiero comentar otras dos reflexiones que pueden surgir del texto de Shakespeare: el primero es el poder de las historias, pues Otelo es extranjero y no posee grandes tierras, títulos o riqueza; la razón por la que Desdémona accede a casarse con él (despreciando al noble y acaudalado Rodrigo) es porque se ve seducida por las historias exóticas y melancólicas que el militar le contaba por las noches, afirmando Shakespeare que el poder de un buen narrador es superior a cualquier otro factor, pues le habla directamente al alma. El otro debate que surge del texto es aquel que enfrenta a la experiencia contra los estudios, lo cual se puede observar en dos contrastes: el de Otelo y los venecianos (el primero carece de títulos y es un paria social, pero la corte se ve obligada a darle el mando de Chipre porque de forma empírica se ha convertido en su mejor militar) y el de Yago y Casio (el primero ha peleado a las órdenes de Otelo durante años, mientras que el segundo carece de experiencia en combate pero es graduado de la universidad, por lo que el moro lo nombra teniente por encima del alférez, uno de los motivos de la furia de este).
Antes de concluir, quiero hacer un breve análisis de los personajes centrales. Shakespeare puso nombre a doce de ellos, de los cuales aquí comentaré a los seis con más parlamentos. El protagonista, Otelo, ha sido interpretado de dos maneras, el virtuoso corrompido por los celos o el monstruo que buscaba una oportunidad para salirse de control. Creo que un elemento que no se debe minimizar es la inseguridad del personaje, pues su condición de moro le hace creer que en serio hubiera sido capaz de ganar el amor de Desdémona, y esta sutil baja autoestima es, en mi opinión el motivo por el cual cae tan fácil en las trampas del villano.
Casio y Rodrigo son personajes más bien aburridos, pero esto es por diseño. Su función en la trama es la de ser el caballero arquetípico (noble, joven, cortés, blanco, rico) pero a través de ellos Shakespeare critica a la clase social. En esencia son virtuosos, pero también son orgullosos (de pelea fácil), obsesivos (especialmente Rodrigo) pero sobre todo ingenuos, pues su inexperiencia los hace fácilmente manipulables. En cuanto a las mujeres, Desdémona y Emilia son las más importantes, y me parece que un análisis literario feminista encontraría mucha riqueza en compararlas, pues representan dos formas muy distintas de representar a una esposa: la primera es inocente, abnegada y totalmente leal a su marido, mientras que la segunda, aunque aliada con su esposo Yago, presenta un alto grado de autonomía, rebeldía y cinismo.
Sin embargo, sin duda el personaje más complejo e interesante es Yago, quien en mi opinión es el mejor villano de todos los tiempos. En cuestión de parlamentos, tiene más que el protagonista (de hecho los únicos personajes con más líneas en toda la obra del bardo de Avon son Ricardo III y Hamlet), por lo que sus monólogos son en gran medida lo que mueve la trama. Son tres los aspectos que más me llaman la atención de este antagonista: el primero es lo misterioso de sus motivaciones, pues el texto es ambiguo en cuanto a cuales y cuantas son las razones de su rencor, lo que ha permitido que cada actor le pueda insertar un aspecto distintivo que mantiene fresco al personaje. El segundo elemento a distinguir es su personalidad maquiavélica: usualmente los villanos son amenazantes por su fuerza, pero Yago depende exclusivamente de la inteligencia, y es su capacidad de idear complejas maquinaciones mientras se presenta públicamente como carismático, amigable y sobre todo honesto; siendo todo un reto para el actor encarnar ambas facetas. Finalmente, es el único personaje que realmente tiene control de sí mismo y por lo tanto de la historia, mientras que los demás se ven casi reducidas a piezas a su merced, el control que tiene es tal que supera los límites del texto y decide cuando deja de participar (su última línea es "a partir de aquí no hablaré más" y cumple esa promesa).
Quiero concluir brevemente reafirmando mi recomendación. Aunque para la mayoría de los lectores Romeo y Julieta, Hamlet o incluso Macbeth son mucho más famosas, la historia de Otelo permanece vigente con grandes personajes, y una complejidad bastante mayor que la triste simplificación común de "es sólo una historia de celos".
Hasta el próximo encuentro....
Navegante del Clío
Título original: The tragedy of Othello, the Moor of Venice
Autor: William Shakespeare
Año de publicación: 1603 (estreno), 1622 (impreso)
Editorial: Varias
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