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Relaciones peligrosas

¡Bienvenidos pasajeros! Tratando de planear la semana en Navegante del Clío, me di cuenta que algunas de las películas más famosas de la historia que giran alrededor de reinas (Cleopatra con Elizabeth Taylor, María Antonieta de Sofía Coppola, La reina, con Helen Mirren, Elizabeth, con Cate Blanchett); no las he visto, una coincidencia que me parece impresionante, considerando que el drama histórico es uno de mis géneros favoritos. Estaba preparado para recomendar La Favorita, que me parece una de las mejores cintas de la década pasada, pero como la vi años después de su estreno, tengo el temor de que se encuentre perdida entre las reseñas de la semana, y puesto que éste espacio está a punto de cumplir tres años, revisarlo sería una tarea complicada de terminar a tiempo. Algún día regresaré a este clásico contemporáneo, pero como alternativa, quiero ofrecer hoy una película que no habla de monarcas, pero sí de aristócratas, y considerando que el lunes hablábamos de la frivolidad de las relaciones y ayer de amoríos clandestinos, es ad hoc con uno de los temas de la semana.


Escrita por Christopher Hampton (adaptando su propia obra de teatro), y dirigida por Stephen Frears, la cinta de 1988 es la primera adaptación en inglés de una historia francesa, aunque muchas le sucederían. Protagonizada por Glenn Close (Merteuil), John Malkovich (Valmont), Michelle Pfeiffer (Tourvel), Uma Thurman (Cécile), Keanu Reeves (Danceny), Swoosie Kurtz (Volanges), Mildred Natwick (Rosemonde), Peter Capaldi (Azolan) y Valerie Gogan (Julie); recibió excelentes críticas y, gracias a un presupuesto modesto, pudo ser financieramente viable. En la temporada de premios tuvo una presencia importante, siendo nominada a siete premios de la Academia (incluyendo Mejor Película), de los cuales ganó tres: Guión original, diseño de producción y diseño de vestuario.


Situada en la decadente aristocracia francesa de finales del siglo XVIII, la trama sigue a la marquesa de Merteuil y el vizconde de Valmont, dos amorales nobles, que guiados por motivos banales y mezquinos, planean la seducción de una mujer casada (Pfeiffer) y una joven doncella (Thurman). Sin embargo, el juego de intrigas y seducciones se torna peligroso cuando los dos protagonistas intentan imponerse uno sobre el otro. Vi por primera vez esta cinta en la licenciatura, en un curso sobre Modernidad, y creo que la historia es un gran reflejo de lo mucho que cambiaron las sociedades tras la implementación de las ideas ilustradas, pero también de la permanencia de muchas actitudes como la obsesión con el honor, la frivolidad de las personas influyentes (ahora las celebridades) y la doble moral de una sociedad que abraza el libertinaje pero lo condena de forma enérgica cuando se convierte en escándalo.


Comienzo con el apartado técnico, pues creo que es una de las películas de época más fidedignas a la historia que he visto salir de Hollywood: el diseño de producción es espectacular, y los vestuarios logran comunicar la opulencia de la época (a la vez que la desenmascara como un juego de pretensiones) sin sacrificar el realismo, pues nunca cae en la hipérbole con fines dramáticos. Ante la madurez del montaje, corresponde a una muy efectiva banda sonora de George Fenton aportar un tono picaresco a la trama, con grandes resultados.


La dirección y cinematografía de la cinta son funcionales, pero la verdadera joya es el diálogo, donde se nota el origen teatral y, como veremos en la conclusión, epistolar de la historia. Cada diálogo está cuidadosamente construido para hacer avanzar una trama con muchas piezas en movimiento sin confundir al espectador, y cada personaje tiene una voz única, lo que convierte las interacciones entre los dos protagonistas en duelos de ingenio que son fascinantes de presenciar. Como un efecto secundario del excelente diálogo, y pese a que la película nunca pierde la seriedad dramática, tiene una alta dosis de humor negro que eleva toda la experiencia, y vuelve la ironía semi shakespereana del final una satisfacción completa.


Escribir personajes moralmente reprobables como protagonistas siempre es una tarea difícil, pues empatizar con ellos puede resultar casi imposible; y por eso el más impresionante logro de esta película es el trabajo con personajes, en los que los logra hacer atractivos y carismáticos a la vez que condena sus acciones. John Malkovich es sorprendentemente bueno como un Don Juan, con la suficiente inteligencia para que su viaje cautive al espectador, y un arco narrativo efectivo sin llegar a ser una redención. Personajes como los de Uma Thurman y Keanu Reeves sirven como un contrapunto interesante a los protagonistas, que permiten explorar temáticamente los peligros de la ingenuidad, tan nociva como la manipulación. En realidad, el personaje de Michelle Pfeiffer es el único que podría describirse como moralmente positivo, y su desenlace es el momento más poderoso de toda la cinta, pues es el corazón de la historia, una víctima a la que se le permite conservar su poder y autonomía. Mención especial merece Glenn Close, quien da la que sigo considerando la mejor actuación de su larga carrera con un rol que, pese a ser la clara villana de la historia, se podría considerar un precursor de las protagonistas feministas, pues tiene el control de su vida y su sexualidad, y usa la inteligencia para aumentar su poder y dominio sobre los personajes femeninos, pues no es dominada por ninguna y Valmont la considera una rival en igualdad de condiciones.


Cierro con una observación que me parece en extremo interesante, y a la que quizá algún día le dedique una investigación más profunda, es que la película que acabo de recomendar se trata de la adaptación de una adaptación; pues la obra de teatro en la que se basa es una versión de una novela epistolar (compuesta por cartas) francesa de 1782. Más allá del interesante juego de ideas que presenta este proceso creativo, hay algo con lo que quiero cerrar: si bien la cinta parece una sátira moderna de los días anteriores a la Revolución Francesa, la historia original en realidad precede por más de media década a dicho movimiento, por lo que en realidad no es un simple comentario de un hecho histórico, sino un diagnóstico casi profético del fin de una estructura que, incluso para escritores de la época, mostraba ya sus frágiles decadencias.




Hasta el próximo encuentro…


Navegante del Clío


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