Rocketman
- raulgr98
- 28 feb 2024
- 4 Min. de lectura
¡Bienvenidos pasajeros! ¿Cuál es la película más frustrante que han visto? Yo no estoy del todo seguro, pero últimamente creo que sería Bohemian Rhapsody; no tanto por la película en sí misma (que me parece sólo mediocre) sino por su legado: no sólo ganó una exagerada cantidad de cuatro premios de la Academia, sino que se convirtió en la biopic más taquillera de la historia. La combinación de estos dos factores provocó que la mayoría de sus sucesoras en el género tuvieran expectativas imposibles, y la inmensa mayoría (muchas de las cuales considero mejores) fueran injustamente ignoradas.
Una de esas cintas fue Rocketman, estrenada un año después (2019), escrita por Lee Hall y dirigida por Dexter Fletcher (quien de hecho, terminó Bohemian Rhapsody cuando el director original fue despedido por delitos sexuales). La cinta, que dramatiza el inicio de la carrera de Elton John, fue un éxito moderado en taquilla y tuvo buena recepción crítica, pero sólo estuvo nominada a un Oscar (Mejor canción original, que ganó) y en general ha sido ignorada en la discusión profesional, quizá para evitar comparaciones con su predecesora. El elenco está integrado por Taron Egerton (Elton John), Jaimie Bell (Bernie Taupin), Richard Madden (John Reid), Bryce Dallas Howard (Sheila Dwight), Steven Mackintosh (Stanley Dwight), Gemma Jones (Ivy), Stephen Graham (Dick James) y Charlie Rowe (Ray Williams).
Aunque es difícil determinar que partes de Bohemian Rhapsody fueron de Bryan Singer y cuales de Fletcher; el montaje y la estructura son los primeros factores en los que se nota una mejoría en la que se puede considerar su secuela espiritual: usando una sesión en una clínica de rehabilitación como hilo conductor, el guion logra condensar unos treinta años de biografía con transiciones orgánicas, y la dirección es lo suficientemente dinámica para conservar la atención del lector, usando la iluminación y el diseño de vestuario como importantes apoyos estéticos. No sé lo suficiente para opinar sobre la fidelidad del proceso de adaptación, pero la búsqueda del amor propio y la dependencia de ciertas relaciones me parecen ejes temáticos resonantes en la audiencia, bien ejecutados sin llegar a sermonear al espectador.
En ese mismo sentido, Elton John y Freddy Mercury son figuras parecidas en sus respectivas películas biográficas, personalidades de la música con tendencia al abuso y parte de la comunidad LGBT (incluso compartieron al mismo mánager, interpretado en Bohemian Rhapsody por Aidan Gillen), enfocándose las películas en una relación clave (en el caso del segundo, su musa Mary Austin, en el caso del primero su letrista Bernie Taupin). Sin embargo, en la ejecución de ambas historias creo que Rocketman es superior, no sólo está mejor editada y es más coherente pese a ser casi quince minutos más corta, sino que hay una diferencia fundamental en la caracterización de los protagonistas: si bien ambos llegaron a estar al borde del colapso, en parte por malas influencias cercanas a ellos, que ninguna película ignora; Bohemian Rhapsody tiende a victimizar y justificar las acciones de Mercury, al estilo de una tragedia, mientras que Rocketman lo maneja como una historia de redención en la que, pese a ser claro en el origen de sus problemas, no oculta la responsabilidad que el artista tuvo en sus propias decisiones, algo que me parece extraño si consideramos que John participó en la elaboración de la película, pero una valentía que admiro. Asimismo, creo que Rocketman hizo un buen trabajo en abordar el tema de la homosexualidad, pues pese a recibir mucho menos foco que en Bohemian Rhapsody (es sólo un elemento en una construcción psicológica compleja), toma más riesgos, como ser la primera cinta de un distribuidor importante en mostrar una escena de sexo entre dos hombres en pantalla.
Las actuaciones en Rocketman son poco menos que sensacionales, incluso de aquellos miembros del elenco que tienen muy pocos diálogos, pues un énfasis en la caracterización en relación a Elton los vuelven memorables, incluso si en algunos personajes puede jugar con la sobreactuación. De entre los intérpretes centrales, Bell es por mucho el más centrado de todos, pero evita caer en lo plano gracias a una capacidad para la sutileza en los momentos dramáticos. Bryce Dallas Howard y especialmente Richard Madden construyen villanos que encajan a la perfección con el tono aumentado y poco realista, y a los que es muy fácil odiar, pero también entender por qué tienen una influencia tan grande en el personaje principal. Y hablando del protagónico, Taron Egerton es uno de los actores más infravalorados trabajando hoy en día,y que no recibiera más atención por su trabajo como Elton John, en el que muestra una interpretación cruda y polifacética, que no tiene miedo de mostrar la degradación, pero tampoco la esperanza en un arco complejo, donde es creíble que un mismo actor encarne al personaje en décadas diferentes (que no por esto quiero despreciar lo que hicieron Matthew Illesley y Kit Connor como las versiones jóvenes, que muestran coordinación con Egerton) y en la que poco importa que física o vocalmente tenga diferencias obvias con la persona real, pues lo que importa es la fuerza actoral.
Concluyo con la que es sin duda la fortaleza más grande de Rocketman, y que en mi opinión la distingue de un género sobre explotado: no se limita en recrear escenas de concierto o grabaciones para insertar canciones icónicas, sino que es un musical en toda regla, apegándose más a las convenciones de ese género que a una biopic convencional, y encontrando el guion la forma de que las letras, con cambios mínimos, encajen con el punto en la historia en que son insertadas. La dirección de Fletcher destaca sobre todo en estos números, e los que juega con la fantasía para acentuar montajes y momentos dramáticos, presentándolas con mucha variedad, pues van desde las coreografías más complejas (Rocketman, Hunky Cat, Saturday Night, Bennie and the jets) hasta momentos más emotivos que logran ser memorables pese a la falta de espectáculo (Your song, Tiny Dancer). Aunque Egerton interpreta casi todas las piezas, casi todo el elenco cantó al menos en una ocasión, y esa negativa a usar playback, e incorporar a más actores, es lo que logra que esta historia trascienda de los límites de una biografía, cobrando los personajes una vida propia más allá de los originales, lo que también vuelve más aceptables algunas de las licencias creativas.
Hasta el próximo encuentro...
Navegante del Clío
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